China tiene un plan para las mujeres: familia, tradición y cultura de la maternidad
Pekín busca “reforzar la orientación” de los jóvenes en el matrimonio para revertir el descenso en la natalidad. Los principales órganos de poder del Partido Comunista no cuentan con ninguna mujer
Familia, tradición y cultura de la maternidad. Estos son algunos de los valores que Pekín propone a las mujeres en la China de hoy, según un discurso pronunciado esta semana por el presidente Xi Jinping. “Es necesario”, aseguró Xi el lunes, “guiar a las mujeres para que desempeñen un papel único en la promoción de las virtudes tradicionales de la nación china y el establecimiento de buenas costumbres familiares”. El mensaje resuena alto y claro en un país aquejado en los últimos tiempos de un problema de natalidad y de un rápido envejecimiento de la población.
“Debemos cultivar activamente una nueva cultura del matrimonio y la maternidad”, dijo Xi, sentado a una mesa junto a la nueva cúpula directiva de la Federación Nacional de Mujeres de China, una organización vinculada al Partido Comunista. “Hacer un buen trabajo para las mujeres no solo está relacionado con su propio desarrollo, sino también con la armonía familiar y la armonía social”, añadió el presidente del gigante asiático. La propuesta del liderazgo chino también pasa por orientar la visión de los jóvenes sobre “el matrimonio, la maternidad y la familia”, según la transcripción recogida por los medios estatales.
El encuentro se produjo justo después del Congreso Nacional de Mujeres. La inauguración de este evento quinquenal en el Gran Salón del Pueblo dejó la semana pasada imágenes paradójicas: en la platea y las gradas se sentaban cerca de 1.800 delegadas, pero el núcleo de la primera fila del estrado, aquella reservada a los líderes del Partido, estaba poblada de hombres, con Xi en el centro.
China no cuenta en estos momentos con ninguna mujer en los principales órganos de poder del Partido Comunista. En el último Congreso de esta organización que rige los designios de China, celebrado en 2022, no se nombró por primera vez en 25 años a ninguna mujer entre las 24 personas que forman parte del Politburó, el segundo escalón de la pirámide. Su ausencia entre los siete miembros del Comité Permanente, el máximo órgano en la jerarquía, tampoco fue ninguna sorpresa: nunca han formado parte del pequeño núcleo en el que se toman las decisiones clave. En él, se sientan solo hombres mayores de 60 años, con el presidente Xi, el mayor de todos ellos, en el vértice.
La batalla por la igualdad aún tiene un largo camino por recorrer. “El concepto chino de sociedad y de familia es profundamente machista”, analiza una fuente diplomática europea radicada en Pekín. “La mujer tiene derecho a trabajar y, en general, los mismos derechos que los hombres”, aclara, “pero supeditado a su función en la sociedad, que es ser madres”. Por eso, prosigue, escasean las mujeres en puestos realmente altos. “Sería incompatible con sus obligaciones familiares”. En China, continúa, una mujer que decide voluntariamente no ser madre no es considerada como alguien “de fiar”. Y concluye: “Decir que la Unión Europea y China están alineados en cuestiones de género sería mentir”.
En este país, el feminismo —y en general todo movimiento de la sociedad civil que plante cara al sistema— es silenciado, acallado y censurado. Las mujeres que tratan de montar campañas de concienciación se arriesgan a ser detenidas. Y los mensajes reivindicativos a menudo desaparecen de unas redes sociales siempre bajo vigilancia. A finales de septiembre se celebró el juicio contra la periodista china y activista del movimiento MeToo Sophia Huang Xueqin y el activista laboral Wang Jianbing (también simpatizante del MeToo) acusados de “incitar a la subversión del poder del Estado”. Ambos fueron detenidos en 2021 y se enfrentan a penas de hasta cinco años de prisión. Huang Xueqin había participado en varias campañas del movimiento MeToo para proporcionar apoyo y asistencia a supervivientes de agresiones sexuales y acoso sexual.
“Familias armoniosas”
“Solo cuando las familias son armoniosas, están bien educadas y tienen una cultura familiar decente, pueden los hijos crecer sanos y la sociedad desarrollarse adecuadamente”, incidió Xi Jinping en el discurso de este lunes, un acto que los analistas de Trivium China definen como un verdadero “bigmansplaining”, añadiendo el prefijo “big” (grande) al “mansplaining” —de “man” (hombre) y “explaining” (explicando)—, término inglés que referido a la situación en la que un hombre explica a una mujer algo que ella en realidad ya entiende o conoce.
En el comunicado oficial del anterior encuentro de Xi con la Federación de Mujeres, en 2018, no existía ninguna mención al “matrimonio” ni a la “maternidad”. En cambio, se citaba hasta seis veces la “igualdad” entre hombres y mujeres, frente a solo dos menciones en la lectura oficial de este año. En ella, además, el mandatario pide “promover la mejora y aplicación de políticas de apoyo a la natalidad, mejorar la calidad del desarrollo demográfico y afrontar activamente el envejecimiento de la población”.
“Xi Jinping quiere que las mujeres chinas tengan más bebés”, resumen los citados analistas de Trivium en su último boletín. “Por mucho que Xi pida”, valoran, “la tasa de natalidad seguirá cayendo hasta que los responsables políticos ofrezcan mejores permisos de paternidad y más ayudas económicas para el cuidado y la educación de los hijos”.
“Estas declaraciones no parecen indicar ningún beneficio tangible para las mujeres ni avances significativos en la promoción de la igualdad de género”, asegura Zhen, una veinteañera china que confiesa cómo a pesar de sus estudios en una de las mejores universidades del país, le cuesta entender el “verdadero significado” del discurso de Xi.
“No tengo ni idea de qué significa el ‘camino socialista con peculiaridades chinas para el desarrollo de las mujeres“, dice. “Por lo que sé”, añade, “la presión sobre las mujeres para que tengan hijos es potencialmente aún mayor, especialmente sobre aquellas que trabajan en el sistema del Partido Comunista, las empresas estatales y los sistemas gubernamentales”. Es consciente de que, para el Gobierno, “la resolución de los conflictos de género debe pasar por hacer que las mujeres se conformen, en lugar de abordar las desigualdades reales”, añade. El sistema educativo, además, “suele reforzar la idea de que las jóvenes deben ser abnegadas y entregadas, en lugar de enseñar a los jóvenes a ser mejores maridos y padres”.
El descenso de los nacimientos y el envejecimiento de la sociedad se ha convertido en una preocupación central del Gobierno chino; se encuentra entre las prioridades políticas fijadas en el último cónclave del Partido Comunista en 2022. La tasa de natalidad ha caído más de la mitad desde 2016, el año después de que Pekín decidiera acabar con la dura política del hijo único, ideada años atrás para limitar la población. Ahora, en cambio, Pekín fomenta que se tengan dos y hasta tres hijos. Se han lanzado numerosas iniciativas. Pero el Gobierno sigue sin encontrar la fórmula. Este año, China sufrió una caída de población por primera vez desde las hambrunas de finales de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado y cedió su puesto como nación más poblada del planeta a la India. También se han desplomado los enlaces matrimoniales.
El cambio responde a múltiples factores, entre ellos, el propio desarrollo y modernización de China, como ha sucedido en otras sociedades, que implica la ruptura de los jóvenes con los valores más tradicionales. Pero también están las razones monetarias: resulta muy caro criar hijos en China, y el ambiente actual no parece el más propicio para revertir la tendencia, con una economía tocada que no termina de remontar el vuelo tras el fin de las restricciones pandémicas. “La mayoría de las familias no tienen más hijos porque es caro”, resume la fuente europea. “De hecho, se necesitan los dos sueldos para mantener a la familia”.
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