Los aspirantes republicanos afianzan el liderazgo de Trump haciéndolo el centro del segundo debate
Los siete participantes elevan el tono de sus ataques contra el expresidente, que cuenta con más de 40 puntos de ventaja rumbo a la nominación
La urgencia por la relevancia ha marcado el segundo debate de los aspirantes republicanos a la presidencia de Estados Unidos. Con Donald Trump a más de 40 puntos de distancia rumbo a la nominación, los siete participantes elevaron el tono de los ataques para recortar distancias frente al líder ausente. El expresidente viajó a Míchigan a encabezar un mitin con los trabajadores de la industria automotriz en huelga. A pesar del vacío, Trump sale fortalecido del foro. La crítica a su ausencia fue la principal coincidencia entre los asistentes al debate en la Biblioteca Ronald Reagan de Simi Valley (California).
“Donald Trump está desaparecido”, aseguró Ron DeSantis, el segundo en las encuestas rumbo a las primarias. “Tendría que estar aquí para defender el legado de su presidencia y responder sobre los 7,8 billones de dólares que sumó a la deuda de Estados Unidos”, aseguró el gobernador de Florida. La estrategia de golpear al líder fue iniciada por Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey y el único entre los siete que es abierta y públicamente crítico con el exmandatario. “Donald Trump, sé que estás viendo esto. No puedes evitarlo”, dijo Christie. “No te ausentas por los sondeos. Te da miedo defender tu presidencia. Si sigues sin comparecer, no te llamaremos Donald Trump, te llamaremos Donald Duck [además del personaje de Disney, duck es ponerse en cuclillas en inglés]”, bromeó.
La economía fue el primer tema del debate. Los candidatos intentaban ser concisos con los 60 segundos de su turno para criticar las Bidenomics y la inflación del 9% que se come los ingresos de millones de familias con incrementos en la gasolina, que en California roza los siete dólares por galón. “Las Bidenomics han sido un fracaso... La agenda de Biden es buena para China, pero muy mala para Detroit”, aseguró DeSantis, un candidato que logró mantener el terreno invocando a Ronald Reagan en varias ocasiones y vendiendo la gestión en Florida como su visión para el país. DeSantis fue el menos atacado y quien pudo exponer sus políticas con más claridad. En el próximo debate, en Miami, jugará de local.
Mientras esto ocurría, Trump era arropado en un Estado bisagra por miles de obreros estadounidenses. En la población de Clinton Township, en Michigan, quiso explicar por qué sus empleos se han ido a países como China o México. Y se burló del debate organizado por Fox Business y Univision. “Es una entrevista de trabajo”, aseguró el expresidente a su audiencia. “Quieren ser secretarios, quizá vicepresidente. ¿Alguien ha visto en ellos madera para la vicepresidencia?… No creo, no tienen una audiencia como la mía”, aseguró entre aplausos Trump, a 3.200 kilómetros del encuentro de los candidatos. La distancia era una metáfora clara de la ventaja que lleva.
Los aspirantes que acudieron al debate fueron colocados delante del Air Force One, el avión que utilizaron durante la presidencia Ronald Reagan y otros seis mandatarios entre 1973 y 2001. La figura del actor que dio el salto a gobernador de California y después a la Casa Blanca estuvo presente durante toda la discusión. Reagan ganó su segundo mandato de forma apabullante y es considerado un faro importante entre los republicanos gracias a su apuesta por el libre mercado y el disgusto por la regulación gubernamental.
El partido republicano actual, sin embargo, está más cerca de Trump que de Reagan. Cuando la periodista de Univision, Ilia Calderón, hizo referencia a la amnistía que el presidente republicano otorgó a tres millones de personas en situación irregular en 1986, los aspirantes se comprometieron a seguir con las duras políticas del trumpismo. Entre estas, militarizar la frontera enviando tropas de la Guardia Nacional, continuar la construcción del muro con México, quitar el financiamiento de las ciudades refugio. Nikki Haley, exembajadora estadounidense en la ONU, incluso propuso un operativo de “fuerzas especiales” contra los cárteles de la droga que operan en México.
Vivek Ramaswamy, el empresario farmacéutico de 38 años que sorprendió en el primer debate, apostó por la misma estrategia. Vendió políticas extremas con una gran sonrisa. “Me inclino por acabar con dar la nacionalidad a los hijos de inmigrantes ilegales… Si el hijo de un diplomático mexicano no tiene los beneficios de una ciudadanía por nacimiento, entonces tampoco debe tenerlo alguien cuyo padres violaron las leyes para venir”, aseguró. Ramaswamy intenta acercarse al segundo puesto en las encuestas, ocupado por DeSantis, argumentando que la agenda nacionalista no es exclusiva de Trump. Apostó por un discurso de unidad después de las acusaciones de corrupción y de obedecer a intereses oscuros que lanzó el mes pasado contra sus contrincantes. También protagonizó un momento polémico al decir que las personas transgénero “sufren un problema de salud mental”.
El crecimiento en los sondeos de Ramaswamy lo puso en la diana de sus contrincantes. El senador de Carolina del Sur, Tim Scott, lo atacó por sus negocios con China y lo vinculó a Hunter Biden, el hijo incómodo de Joe Biden, quien enfrenta una acusación federal. El propietario de Roivant Sciences, una compañía que tuvo presencia en Asia, también fue víctima de fuego amigo por parte de Nikki Haley. “Honestamente, cada vez que te escuchó me siento un poco más tonta”, le dijo sobre su presencia en TikTok, una red social que ha sido prohibida por varios gobiernos republicanos estatales.
La de esta noche fue una lucha por mantenerse dentro de los márgenes. Los candidatos fueron acomodados en el escenario dependiendo de su posición en los sondeos. El centro fue para DeSantis, quien suma entre el 14% y el 21% en los sondeos. Estuvo flanqueado por Ramaswamy y Nikky Halley, quien logró un repunte de donativos tras su intervención en el primer debate. En la noche de este miércoles, Scott se atrevió a criticar a la única mujer sobre el escenario; la acusó de gastar 50.000 dólares en cortinas de la residencia del embajador en Nueva York, lo que es falso, ya que la reforma del apartamento fue ordenada en tiempos de Obama.
Mike Pence, vicepresidente con Trump, compareció desde uno de los extremos del escenario, una muestra de las dificultades de su campaña, que registra entre el 3% y el 6% de las preferencias. Del otro lado estaba Doug Burgum, el gobernador de Dakota del Norte, uno de los que más acapararon el micrófono con la esperanza de mantenerse entre los aspirantes. Desde agosto, el plantel de republicanos se ha reducido, ya que Asa Hutchinson, exgobernador de Arkansas, no cumplió con los requisitos para participar esta vez en el debate.
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