La diáspora armenia en España: “Tenemos el corazón roto por lo sucedido en Nagorno Karabaj”
El conflicto por el enclave en territorio de Azerbaiyán resuena en todo el planeta a través de los descendientes de armenios, que superan en número a los habitantes del país y se esfuerzan desde hace un siglo por preservar su cultura en el mundo
Garine Arabian es farmacéutica. Nació en Líbano hace 34 años, pero es armenia. Descendiente de supervivientes del genocidio armenio de 1915, se dice “con el corazón roto, indefenso y extremadamente decepcionada” por los sucesos en Nagorno Karabaj, donde estos días una nueva ofensiva de Azerbaiyán ha dejado cientos de muertos, y ante la falta de respuesta internacional, los combatientes armenios del enclave se han rendido. Criada en Líbano y Dubai (ahora vive en Madrid), Arabian fue a una escuela armenia y creció participando en sus numerosas actividades culturales y sociales. “Crecimos pensando que el genocidio de 1915 ocurrió porque no hubo cobertura mediática y que el mundo no sabía que estaba sucediendo”, explica. “Ahora que en 2023, en la era de las redes sociales, la historia se repite, tengo claro que el mundo lo sabía entonces y lo sabe ahora. Estos genocidios son simplemente el resultado de la empatía selectiva y los dobles estándares del mundo cuando se trata de luchar contra la injusticia”, sostiene en conversación telefónica ante la incertidumbre sobre el futuro del enclave, situado en territorio de Azerbaiyán. Su testimonio refleja el de muchos armenios de segunda o tercera generación que han crecido fuera de su país en una diáspora que preserva la cultura armenia y que hoy se duele de los acontecimientos de Nagorno Karabaj con una voz que, desde la distancia, resuena alrededor del mundo.
Levón Grigorián es un abogado de 34 años nacido precisamente en Nagorno Karabaj. Cuenta por teléfono que creció “sin ningún contacto con las comunidades armenias” después de que su familia dejara el país en los noventa durante la primera guerra de Nagorno Karabaj (1988-1994). “Sin embargo, he tenido la suerte de ser criado por una madre que nos inculcó el amor hacia el país”, afirma. En 2012, cuando terminó sus estudios, Grigorián, que vive en Barcelona, comenzó a viajar y estableció lazos con las comunidades armenias de Bruselas, Nueva York, Londres, São Paulo, Washington o Moscú. “Es por ello, que comencé a involucrarme en AGBU [Unión General Armenia de Beneficencia] para preservar nuestro patrimonio, cultura e idioma en la diáspora”. Durante nuevos choques armados en Nagorno Karabaj en 2020, Grigorián viajó allí con una delegación española y compañeros de AGBU, una organización que ayuda a la comunidad armenia en diferentes sectores. “Los caminos desde Ereván hasta Stepanakert (capital de Nagorno Karabaj) estaban cubiertos de sangre y restos de automóviles bombardeados por los drones turcos y azerís”, rememora. “Presenciamos la destrucción de todo tipo de infraestructura civil, incluido áreas residenciales, mercados, escuelas, hospitales, líneas eléctricas”.
“Es impactante que las autoridades de países como Estados Unidos o Rusia y organizaciones como la Unión Europea o Naciones Unidas no hayan tomado ahora medidas decisivas para detener esta tragedia”. Las palabras de Levón Grigorián cristalizan un sentir que atraviesa todos los testimonios: la indefensión total, el abandono casi por completo de la comunidad internacional tras décadas de conflicto. “Ahora es cuando entiendo a mi madre y sus sacrificios para ayudar y auxiliar a nuestro país”, cuenta. “Ahora entiendo la razón de criarnos a mí y a mi hermano sola en un país extranjero, pero como armenios. Para seguir preservando nuestra cultura, nuestra religión y nuestros valores, sin importar cuán difícil fuera”.
“Hay tres diásporas armenias distintas”, contextualiza Francisco Zurian Hernández, director de la cátedra de Estudios Armenios de la Universidad Complutense de Madrid. “La primera, claro, es la que huyó del país con el genocidio”. Se refiere al genocidio que los Jóvenes Turcos del Imperio Otomano llevaron a cabo sobre la población armenia desde 1915 —genocidio que ha sido reconocido por gran parte de la comunidad internacional (Francia, Alemania, Italia, Rusia o Estados Unidos) y por ayuntamientos y parlamentos autonómicos españoles, pero no por el Gobierno central—, y que dejó un millón y medio de muertos. “Esa diáspora se difunde por todo el orbe, de Latinoamérica, a Estados Unidos, pasando por Francia, la India, Siria, Líbano…”, cuenta Zurian, de origen armenio cuyo abuelo llegó de pequeño a Valencia. “La segunda se produce tras el desmoronamiento de la URSS, y la tercera con la crisis a partir de 2008, que coincide con el inicio de la presión sobre Nagorno Karabaj”, recapitula por teléfono el profesor, que señala que el número de armenios dentro del país ronda los tres millones mientras que el de la diáspora, si bien no se puede saber con certeza la cifra exacta, supera los 10.
“Armenia es el país con más criterios de uso democrático del Cáucaso”, defiende Zurian, que recuerda la fuerte vocación de acercamiento a Occidente y a la UE que tiene el país. “El desmoronamiento de la URSS hizo que gran parte de la comunidad internacional aceptara las fronteras fijadas por Stalin y que convertían Nagorno Karabaj en un enclave 100% armenio, pero dentro de Azerbaiyán”, cuenta sobre el origen del conflicto territorial. Y da con la clave de la efervescente cultura armenia alrededor del mundo: “El genocidio no implicó solo la aniquilación de personas, también de su memoria y cultura”, dice tras señalar que la Armenia de 1915 era una cultura floreciente en lo político, lo musical y lo artístico, para luego recordar el borrado de monasterios, la desaparición de iglesias y castillos, la pérdida de tierras. “Por eso es tan importante la preservación de la cultura hoy. Si borran tus huellas, que al menos no puedan borrar tu memoria”. En eso están gran parte de los armenios de todo el mundo.
Construir puentes
Datev Soulian nació en Siria. Vive en Barcelona y desde 2015 dirige la Asociación Cultural Armenia de Barcelona (ACAB), cuyo objetivo principal es “mantener, preservar y fortalecer el idioma, la historia, la danza y las tradiciones armenias a la nueva generación que está surgiendo en Cataluña”. Según la Embajada armenia en España, Cataluña es la comunidad autónoma donde reside el mayor porcentaje de los 13.000 armenios que hay en el país. 13.000 pasaportes armenios, en realidad, porque el número de armenios es mucho mayor si se cuenta a su descendencia.
La sede de ACAB es la Casa Armenia de Barcelona, “un nodo entre la sociedad civil armenia y española”, explica Soulian, “que crea nuevos puentes entre ambas sociedades, intentando presentar una imagen completa de nuestra historia, religión y valores humanos”. Además, recalca, “allí es donde los miembros de la comunidad reciben a diferentes invitados armenios que están de visita en Barcelona”. Lo de los invitados no es baladí. Parte de la voz de Armenia, de sus logros y sufrimientos, le llega al mundo a través de celebridades de raíz armenia. Nombres como Charles Aznavour, Cher, Atom Egoyan, los integrantes del grupo System of a Down o Gari Kaspárov han llamado la atención sobre la situación del país. El día 8 se viralizó por todo el mundo un vídeo de Kim Kardashian en el que suplicaba al presidente de EE UU, Joe Biden, que interviniera para “parar otro genocidio en Armenia”.
ACAB está asociada con la Unión General Armenia de Beneficencia. AGBU es la mayor ONG de este tipo en el mundo, aunque hay muchas más. Fundadas hace décadas —algunas hace más de un siglo— “tienen la misión de preservar, difundir y desarrollar el patrimonio, la cultura y el arte armenios”, explica Soulian. “Prestan gran atención a los jóvenes patrocinando su educación universitaria y crean una vida comunitaria que es muy importante para nosotros. Estas comunidades están creando puentes entre la diáspora y Armenia”. Algunas actividades se hacen en cooperación con la iglesia (Armenia es el primer país de la historia que se declaró cristiano, en el año 301). Es así como la cultura del país sobrevive fuera de las fronteras del país, con redes que conectan continentes y grupos de personas.
Una de las joyas de la corona del AGBU son los campamentos de verano. Las francesas Colonie de Vacances han estado funcionando durante más de cuatro décadas, con el objetivo de unir a niños y jóvenes armenios de los 7 a los 15 años para “exponerlos a su identidad y herencia armenia”, cuenta en un intercambio de correos electrónicos Hermine Duzian, que lleva 30 años administrando y dirigiendo el campamento francés al que cada año acuden armenios de todas partes. “El Campamento es un pilar para nuestra juventud, los acerca a sus valores nacionales”, señala Duzian. “Generación tras generación, permite que nuestros jóvenes se reúnan cada año y experimenten su herencia a través de canciones y danzas, aprendan nuestro idioma y tradiciones y forjen amistades entre ellos”.
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