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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Guerra y paz en el Cáucaso

El conflicto entre Nagorno Karabaj y Azerbaiyán es otro foco de tensión en la órbita rusa

Representantes de Nagorno Karabaj y del Gobierno de Azerbaiyán, reunidos el jueves para tratar sobre los derechos de los armenios de la región.
Representantes de Nagorno Karabaj y del Gobierno de Azerbaiyán, reunidos el jueves para tratar sobre los derechos de los armenios de la región.ROMAN ISMAYILOV (EFE)
El País

El último episodio en el conflicto de Nagorno Karabaj, con la rendición a las autoridades de Bakú de este enclave situado en Azerbaiyán pero de mayoría armenia, sirve de ejemplo de la rápida reconfiguración de alianzas entre las superpotencias y sus aliados, un fenómeno acelerado por la guerra de Ucrania.

El pasado miércoles, 24 horas después del inicio de una importante ofensiva azerbaiyana, el autoproclamado Gobierno de Nagorno Karabaj hizo pública su rendición ante la evidente falta de apoyo internacional y anunció reuniones con el Gobierno de Azerbaiyán para llegar a un acuerdo sobre la seguridad y los derechos de los armenios del país. En principio, y en el plano humanitario, se evita un enésimo e inminente episodio sangriento para la población civil ante la clara superioridad de las fuerzas azerbaiyanas. No obstante, plantea una importante incógnita de suma importancia: qué pasará exactamente a partir de ahora con los más de 100.000 armenios que viven en el enclave y que tras la rendición se convierten en una minoría vulnerable en el conjunto de Azerbaiyán.

En el plano político, de momento, calma tensa en un violento conflicto cuyos orígenes se remontan a una partición territorial decidida por Stalin. En los últimos 35 años, el conflicto ha llegado incluso al enfrentamiento militar entre Armenia y Azerbaiyán. Esta vez la fuerza de los hechos ha provocado que Nagorno Karabaj haya optado finalmente por la vía política.

Pero no es solo un problema regional. Nagorno Karabaj siempre ha estado apoyado por Armenia —la anexión a su territorio ha flotado en el fondo del conflicto—, país que desde la caída de la URSS optó por la órbita rusa, pero que recientemente, para disgusto del Kremlin, ha realizado maniobras militares con EE UU. La llamativa pasividad de Putin ante la ofensiva azerbaiyana ha sido determinante para la claudicación de los alzados. Por su parte, Azerbaiyán —país rico en petróleo— estrechó tras su independencia los lazos con Washington y encontró un importante aliado en Turquía. Pero con la guerra de Ucrania y las dificultades que implican las sanciones económicas, Rusia necesita vías alternativas de importación y exportación. Y tanto Turquía como Azerbaiyán se han convertido en importantes rutas. Este panorama contribuye a explicar el giro en unos acontecimientos que tienen implicaciones estratégicas que van más allá del terreno en disputa.

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