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Thelma Aldana: “Lo mejor de Washington es dormirse en el metro”

La exfiscal general de Guatemala exiliada en EEUU mantiene la esperanza de regresar a un país donde la democracia se abra paso

Thelma Aldana Guatemala
Thelma Aldana, exfiscal general de Guatemala, en la Casa América, en Madrid, donde participa en el festival Centroamérica Cuenta. SAMUEL SÁNCHEZSamuel Sánchez
Berna González Harbour

Para los vecinos que se cruzan en su camino cada día, Thelma Aldana es una señora guatemalteca instalada en un apartamento de la capital de EE UU que dedica su tiempo a trabajar con migrantes. Pero ella esconde muchísimo más. Exfiscal general de Guatemala, Aldana se tuvo que exiliar de allí en 2018 ante el peligro de atentado por sus investigaciones contra la corrupción. Más de 40 juristas como ella han tenido que huir. Aldana, de 67 años, participa en Madrid en el Festival Centroamérica Cuenta para hablar, precisamente, de democracia.

Pregunta. ¿Cómo vive el exilio?

Respuesta. En el exilio tocas fondo como ser humano: desprenderte de tu familia, de tu casa, de tus amigos, amigas, de tu clima, de tu país, de tu futuro y de tu trabajo te lleva a la soledad y la angustia. EE UU es un país maravilloso, pero el inglés es un obstáculo. Si a eso le agregas la criminalización y las campañas de desprestigio que me siguen llegando... Consuelo Porras, la actual fiscal general, sigue atacándonos. Somos 42 operadores de justicia anticorrupción de Guatemala en el exilio, todos perseguidos por el pacto de corruptos de Guatemala. Pero tienes que sacar lo positivo, intentar ser feliz y conocer la resistencia de la misma forma en que has conocido la desesperación, el miedo, la incertidumbre y todos los sentimientos que nunca tenido. Todo al final te va haciendo una mejor persona porque entiendes la realidad de mucha gente, por ejemplo de los cuatro millones de guatemaltecos que están en EE UU. Mi reto es ser feliz y caminar hacia la resiliencia, cada día trabajo para eso. Ni siquiera me pude despedir de mis hijos, que tienen 29 y 26 años. Es muy duro.

P. ¿Hay esperanzas para Guatemala?

R. Claro. Ahorita tenemos la esperanza de que el presidente electo Arévalo tome posesión en enero.

P. Pero su partido, Semilla, ha sido suspendido.

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R. Vivimos un golpe de Estado en proceso contra el presidente electo y su partido porque no es del agrado del status quo. En Guatemala están acostumbrados a mover todos los hilos cada cuatro años para que dos afines pasen a la segunda vuelta. Y en esta ocasión, sorpresa, no fue lo que tenían diseñado. Por eso la fiscal general dirige el golpe de Estado.

P. ¿En qué basa entonces su esperanza?

R. Si el presidente electo no toma posesión el 14 de enero será un fracaso para la democracia guatemalteca, pero también para Centroamérica y para la comunidad internacional por no apoyar suficientemente la lucha que libra el pueblo en las urnas y en las calles ante el ataque del ministerio público.

P. ¿Le sorprendió la victoria de Arévalo?

R. Fue sorpresivo, especialmente ver que su voto está entre los 18 y los 35 años. La juventud guatemalteca se informó, votó y está apoyando a Arévalo para que tome posesión. Me encanta que las juventudes hayan tomado conciencia del país que tienen. Semilla es un movimiento progresista que nació en la plaza en 2015 en el hartazgo de la gente por la corrupción y eso es lo que han apoyado los jóvenes.

P. Usted ha liderado muchas investigaciones contra los corruptos. ¿Lo volvería a hacer?

R. Claro que lo volvería a hacer, ¡tiempo nos ha faltado! A pesar de todo lo que me ha costado y del sufrimiento personal, valió la pena.

P. ¿A qué atribuye el retroceso democrático que vive Centroamérica?

R. Hay un fenómeno general de debilitamiento del sistema de justicia. Los actores corruptos están concentrados en ello para procurar su impunidad y ese es el gran reto. Cuando el sistema de justicia se pone del lado de los corruptos, el pueblo queda indefenso. Es lo que estoy viendo en muchos países.

P. Hace pocos días Lydia Cacho, periodista mexicana también exiliada, me dijo que ha resistido con terapia. ¿Usted cómo logra resistir?

R. Yo tuve una alerta de la DEA y salí hacia El Salvador. Llegué a EE UU a una entrevista con la CNN y nunca volví, sin entender nada. No sabía que iba al exilio y tuve la suerte de que unos amigos migrantes guatemaltecos me llevaron a una iglesia. La Biblia fue mi terapia. La he leído de principio a fin cada año de exilio. Completo. Leo cuatro o cinco páginas al día, la medito y me ha ayudado muchísimo. No he tenido necesidad de psicólogo. Jesucristo es mi psicólogo y me ha ayudado muchísimo.

P. ¿También a perdonar?

R. Eso lo aprendí en la Biblia. Para que yo esté bien no debo tener odio en mi corazón, me hagan lo que hagan. Estoy bien.

P. ¿Cómo es su vida en Washington?

R. Vivo en un estudio, un cuarto pequeñito. He trabajado con WOLA (Oficina de Washington para asuntos de Latinoamérica), voy en metro, autobuses y lo disfruto plenamente porque en Guatemala no tenemos metro y no puedes subirte al autobús. Me conozco todo el trayecto de metro de Washington, de Virginia, de Maryland, voy a Nueva York, visito a migrantes… trato de vivir mi día a día en paz.

P. ¿Y qué es lo que más le gusta de allí?

R. Lo que me gusta es la institucionalidad. Admiro estos países como España o EE UU que tienen instituciones, libertad de expresión, seguridad… uno puede caminar por las calles. En Guatemala iba de mi casa al carro y de mi carro a casa con los señores de seguridad respirándome en el cuello. En Washington ¡me duermo en el metro! Cuando regreso todos vamos dormidos o viendo el celular, se respira esa paz y una seguridad que yo no conocía.

P. Y sin embargo volvería a Guatemala en cuanto pudiera.

R. ¡Claro! Tengo trabajo y mucha credibilidad en Washington pero todos queremos volver. El arraigo es el arraigo.

P. Si logra regresar, ¿se dedicaría a lo mismo, a investigar la corrupción?

R. No. Me gustaría regresar a la docencia. Di clases en dos universidades y es lo que quería hacer tras terminar como fiscal general. Espero hacerlo al volver.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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