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Inseguridad, desencanto y economía: Javier Milei y el efecto contagio en Bolivia

El panorama político desvía la mirada de muchos en el país andino hacia el ultra que acaba de ganar las primarias en Argentina

Javier Milei
Javier Milei habla durante un mitin de campaña en Buenos Aires, Argentina.Anita Pouchard Serra (Bloomberg)

Poco antes de hablar por teléfono con este periódico, Antonio Saravia postea una foto desde Las Ventas, la plaza de toros madrileña, junto con este mensaje: “que la tauromaquia no muera nunca”. El llamado “Milei boliviano” está paseando por Europa, contento por lo sucedido en las primarias en Argentina, donde el libertario Javier Milei obtuvo la primera mayoría. “¡Triunfazo espectacular! ¡Las encuestas no lo ponían ni en broma en ese puesto! Remezón para todo el mundo. Es de lo que está hablando toda la región”, se alegra. Este economista, que enseña en la Universidad estadounidense de Mercer University, es una de las figuras visibles del ultraliberalismo boliviano, un fenómeno que ha estallado en las redes sociales y que, animado por el ejemplo argentino, tiende a desbordarse hacia la política.

Saravia coincide con Milei en todo y considera aplicable a Bolivia todo lo que el líder de La Libertad Avanza propone para Argentina. “Milei quiere reducir el tamaño del Estado y eso es muy necesario en Bolivia. Aquí el Estado controla el 80% del producto interno bruto. Gasta a manos llenas”, afirma. También es provida, “igual que la mayor parte de la gente”; está de acuerdo con el matrimonio homosexual, que en Bolivia no está permitido, y cree que los derechos humanos son argucias para lograr que alguien pague por el bienestar de otros. Incluso siente que la dolarización que Milei ofrece para detener la inflación en su país ya ocurrió en Bolivia. “El tipo de cambio fijo ancla el boliviano al dólar”, dice. El amor por el dólar, según Saravia, es un rasgo común de la psiquis colectiva de bolivianos y argentinos.

No todos los libertarios comparten esta última opinión. Otro sofisticado economista, Mauricio Ríos, que en enero de 2020 organizó una conferencia de Milei en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, declaró en un programa de televisión que era “escéptico” respecto a la posibilidad de que Milei dolarizase la tercera economía más grande de Latinoamérica. “Solo tiene una bala de plata, la dolarización. Si falla, fracasa y con él las ideas de la libertad”, se preocupó.

Saravia, Ríos y otros libertarios tienen miles de adherentes en las redes sociales. En junio, el primero realizó la “Gira de la libertad”, una exitosa serie de conferencias por todo el país. Son fuertes antagonistas del Gobierno del Movimiento al Socialismo, pero también chocan con los partidos de oposición. Ven su tarea como una “batalla de ideas”. “Hay que leer a Adam Smith”, recomienda Ríos. “En Bolivia, la gente por fin habla del liberalismo; se está moviendo el tablero y la aguja gira”, apunta Saravia, pero no sabe si esto cuajará en una opción electoral libertaria, como ha ocurrido en Argentina. Para Ríos, el cambio debe ir de abajo arriba y no a la inversa. Mientras tanto, ideas como la privatización del agua o el antifeminismo gozan hoy de inusitada popularidad.

Para el experto en encuestas Julio Córdova, “los ingredientes del surgimiento de la extrema derecha en Bolivia están dados”. Primero, existe un sector de la población, un 8 a 10% del electorado, que rechaza a todos los políticos “tradicionales”, sean de derecha o izquierda. Está formado por jóvenes de clase media. En otro estudio, Córdova encontró que la aspiración de estos jóvenes ya no es obtener puestos en el Estado, que encuentran muy difíciles de conseguir y al cabo volátiles, ni enrolarse en las compañías privadas, que pagan mal y no tienen vacancias. El deseo general, ahora, es formar un negocio propio en el que el Estado no se meta, es decir, al que no se le pueda cobrar impuestos ni hacer cumplir procedimientos burocráticos.

Otro ingrediente de la receta ultra, que remite menos a Milei que al presidente Nayib Bukele de El Salvador, es la preocupación por la inseguridad, que ahora es la segunda inquietud más importante de la población. Al mismo tiempo, el 55% de la gente pide un líder fuerte, que eche del poder a los viejos políticos y que defienda la patria y la familia. Las condiciones para el ascenso ultra, entonces, están dadas, según Córdova, “lo que no existe es quien pueda encarnarlas”. Los teóricos del libertarismo aparecen como muy intelectuales y elitistas para hacer eso en un país donde existe una larga tradición estatista, pero también se observa un fuerte deseo de cambio.

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