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La crisis económica en Argentina revive el fantasma de la dolarización

La inflación disparada y la falta de dólares alimentan el debate sobre eliminar el peso, una propuesta que seduce a la población desencantada de la política

José Pablo Criales
La marcha del Día del Trabajador
La marcha del Día del Trabajador, el pasado 1 de mayo en Buenos Aires.MARIANA NEDELCU (REUTERS)

Las restricciones a las divisas extranjeras y la devaluación diaria del peso han elevado el dólar a categoría de fetiche en Argentina. Los diarios y las televisoras monitorean todas sus cotizaciones minuto a minuto; los cambistas callejeros discriminan billetes por diseño, color y antigüedad; y tiktokers y youtubers enseñan a limpiarlos con lavandina para mantener el papel en buen estado. La dolarización del ahorro es regla, y se ha extendido ya a la compra de inmuebles, a algunos alquileres y a otras transacciones más pequeñas. Argentina es un país bimonetario que guarda, si puede, sus dólares bajo el colchón. Pero estas semanas el debate ha ido más allá. A seis meses de las elecciones presidenciales, una de las propuestas de campaña de la ultraderecha alimenta el fuego del descontento: ¿podría Argentina salir de la crisis si se olvida del peso y dolariza de una vez toda la economía?

Javier Milei, el mediático diputado libertario que se alza en las encuestas repartiendo tercios con el peronismo gobernante y la derecha moderada, está convencido de que sí. Milei ha pasado en menos de tres años de los platós de televisión a liderar encuestas presidenciales con su estridencia: desde sus llamados a “quemar” el Banco Central, o recortar “con motosierra” el gasto público, a volver a prohibir el aborto o legalizar la venta de órganos, sus propuestas copan la agenda pública. En las últimas semanas, Argentina se ha dedicado a debatir la viabilidad de una dolarización, a pesar de que el resto del arco político ha terminado por decantarse en contra y casi el 60% de las personas consultadas por las encuestadoras tampoco está de acuerdo.

“Argentina no está en condiciones de hacer una dolarización. Los únicos dólares supuestamente disponibles deberían ser las reservas del Banco Central, donde no hay dólares”, explica el economista Julián Zícari. “Intentarlo generaría una licuación salarial y jubilatoria total”, agrega. Según este economista, autor del libro Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri, el planteo de la dolarización es una “medida muy radical y desesperada” que proviene de “sectores muy fanáticos que piensan que lo mejor es que explote todo”.

Casa de cambio en Buenos Aires
Una casa de cambio en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, el pasado 27 de abril.Sarah Pabst (Bloomberg)

La propuesta con la que Milei se ha paseado por los canales de televisión tiene como eje eliminar el Banco Central, la privatización de las empresas públicas y un ajuste fiscal que recorte 13 puntos del PIB. El economista está convencido de que una dolarización que no escape al tipo de cambio en el mercado paralelo (469 pesos por dólar esta semana) es posible si se toma la totalidad de activos y pasivos del Banco Central. El resto de los economistas tienen menos esperanzas: los cálculos en el peronismo, la oposición más moderada y distintas organizaciones independientes, prevén una hiperinflación que dispararía el precio del dólar hasta los 8.000 pesos.

“Las logística sería muy compleja si un futuro gobierno pretende dolarizar. Para empezar, habría que tomar todos los pesos en circulación por una cantidad bajísima de dólares”, explica Emiliano Libman, economista e investigador de la organización Fundar. El analista no niega que se podría hacer algún día, aunque el único ejemplo de su factibilidad toma como antecedente un trauma: en 1990, la inflación llegó a 2.314%, el plan de convertibilidad llevó a una paridad entre el dólar y 10.000 australes de la época, que para 1992 pasaron a ser un peso convertible que circuló a la par con el dólar estadounidense. El Gobierno de Carlos Menem sostuvo el régimen de convertibilidad con deuda externa y la privatización de empresas públicas, aunque empezó a hacer agua hacia 1997. La convertibilidad estalló finalmente en diciembre de 2001 en la crisis del corralito.

“La pregunta sobre la dolarización se habilita porque se toma como opción ante lo que tenemos los argentinos ahora, que no es nada bueno. Quizá hay un poco de irrealidad en pensar que la dolarización es una salida mágica. Pero es una política que te deja sin instrumentos en circunstancias externas desfavorables”, analiza Libman. “El proceso de ajuste de una economía, cuando caen los precios en dólares y no tienes la posibilidad de modificar el tipo de cambio, solo se puede hacer con una recesión. Y ya nos bancamos una que no alcanzó para salvar la convertibilidad”.

Zícari es taxativo. “La dolarización es un delirio que te terminaría convirtiendo en una colonia de otro país que define tu política monetaria”, afirma sobre depender del dólar estadounidense y de su Reserva Federal, que intenta cubrir su propia crisis bancaria con subidas del tipo de interés. “Te quedarías sin política cambiaria y con una muy limitada la política fiscal. Y ni hablar con la posibilidad de tener un proyecto de desarrollo industrial”.

El consenso sobre la inviabilidad de una dolarización ha sido casi unánime, pero su discusión revela la efectividad que ha tenido la ultraderecha en empezar a definir la agenda de cara a las elecciones. El ejemplo más claro se reveló el fin de semana pasado. Cristina Kirchner volvió a organizar un mitin en el que sus partidarios esperaban alguna definición electoral de su parte., pero la vicepresidenta prefirió hacer un repaso histórico por la crisis de la convertibilidad. No dijo nunca su nombre, pero se subió al ruedo contra el discurso de Javier Milei. “Estamos todos discutiendo lo que fracasó hace 20 años”, acusó. “¿A quién le van a hacer creer los políticos hoy, cualquiera sea el origen o la idea, que van a poder controlar a los que hacen poder económico concentrado y van a poder solucionar los problemas de los argentinos en este estado de las cosas? Que no me jodan más con esas fantasías”.

La fantasía, en todo caso, ha hecho mella en los argentinos. Sea con el dólar bolsa, el paralelo que se vende en la calle, o la dolarización en alza de algunas transacciones, que van de inmuebles hasta electrónicos usados, el dólar ya es una moneda que regula la vida diaria. “El ahorro en dólares es tan común como pensar en cuántos argentinos pueden ahorrar. O sea, decime cuántos argentinos tienen capacidad de ahorro y yo te digo cuánto es el ahorro en dólares en el país”, analiza Libman. “Las condiciones alimentan este debate, pero también están dadas para fortalecer el peso”.

“No estaríamos inventando la rueda”, afirma el investigador, que desde la organización Fundar ha aprovechado el debate para proponer una salida a ese bimonetarismo que recupere la moneda nacional. “Puede tomar décadas, pero algunos de nuestros vecinos lo han logrado. Tener una macroeconomía ordenada, una inflación baja y estable, es no financiar los presupuestos con emisión monetaria todo el tiempo. No abusar de ese instrumento. Es algo que en Argentina no hemos probado todavía”.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.

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