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Javier Milei, el político argentino inclasificable

El economista que encarna el trumpismo sudamericano avanza en las sondeos electorales despotricando contra “la casta política” y el Estado

El diputado Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, en las oficinas de su agrupación en Buenos Aires (Argentina), el 9 de febrero de 2023.
El diputado Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, en las oficinas de su agrupación en Buenos Aires (Argentina), el 9 de febrero de 2023.Erica Canepa (Bloomberg)
Federico Rivas Molina

Anarcocapitalista, ultraderechista, minarquista, ultraliberal doctrinario. El economista Javier Milei revoluciona la política argentina y crece en los sondeos con un combo de ideas difíciles de clasificar. ¿Qué tiene Milei en la cabeza? Los políticos son “ratas” que forman una “casta parasitaria” que solo piensa en enriquecerse; el Estado debe dedicarse solo a la seguridad y la justicia; la venta de órganos es una transacción comercial consensuada y el aborto supone un problema de derechos de propiedad; los “zurdos de mierda” mataron a millones de personas durante el siglo XX; lo peor que le pasó a Argentina es el peronismo en su versión kirchnerista. Milei lanza ideas como granadas, espera que estallen y pesca entre los cadáveres. Su discurso seduce a un votante sub 30 que vivió la crisis del corralito de 2001 siendo niño y está harto del estancamiento económico, la falta de oportunidades y, sobre todo, de los políticos. Los sondeos le dan un 17% de los votos para presidente, muy cerca del gobernante Frente de Todos (25%) y del opositor Juntos por el Cambio (27%).

“Milei es una máquina de guerra contra la casta, un ladrillo lanzado contra la vitrina de una joyería”, resume Pablo Touzón, politólogo y director de la consultora Escenarios. Andrés Malamud, investigador principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, dice que el discurso de Milei es anarcocapitalista, porque “se limita a intereses e incentivos: bajar impuestos, reducir la intervención estatal, liberalizar incluso el tráfico de órganos”. “Técnicamente es también un minarquista. Un ultraliberal doctrinario sería lo más comprensible”, dice Malamud, a modo de síntesis. Touzón coincide: “Combina una especie de ortodoxia ultraliberal, desde [Milton] Friedman y [Friedrich] Von Hayek, y se ve a sí mismo como un guerrero contra el Estado tal como se lo conoce. Pero combina esa ideología hiperliberal y de la libertad con elementos de la derecha extrema”. Se lo ha comparado con Donald Trump, pero en una versión local que, a diferencia del presidente de EE UU, “no defiende la industria nacional”, agrega Touzón.

En una entrevista reciente, consultado sobre sui ideología, se consideró un “anarcocapitalista, porque el Estado es el enemigo. Pero uno vive en un mundo real y tiene que tener los pies sobre la tierra. En ese contexto, yo soy un minarquista, es decir, alguien que considera que el Estado solo debe estar a cargo de la seguridad y la justicia. La gente se da cuenta de que cada vez somos más pobres y que los únicos que progresan son los políticos, los parásitos que integran la casta”. Y aquí se vuelve a “la piedra contra la vidriera de la joyería”, el grito de protesta que hace 20 años hubiese sonado desde la izquierda. “Si tiene tantos votos no es porque es liberal, es que interpreta el espíritu anticasta, lo que Podemos hizo en España desde la izquierda, acá se hace por la derecha”, explica Touzón. Aquellos jóvenes que en la década pasada eran kirchneristas, hoy apoyan el grito de protesta de Milei, aunque no adhieran a sus ideas económicas.

El secreto está en apelar a los instintos más bajos, bajo banderas simples: libertad, vida y propiedad. Por eso, Milei adora los set de televisión, donde grita, insulta y clava su mirada como cuchillos sobre cualquiera que lo critique. Su pelo negro ensortijado es el icono de su campaña. Sobre los escenarios viste de cuero negro y el fuego se enciende en el clímax de sus discursos. “Milei es un vitalista: no viene ‘a guiar corderos sino a despertar leones’, como él mismo dice. De aquí derivan sus agregados valorativos conservadores, como nacionalismo y antiabortismo”, explica Malamud. En cuestiones económicas acusa a John Keynes de ser el padre de todos los males de la sociedad. Si se trata de Argentina, rescata los años noventa, cuando el modelo de convertibilidad del peso con el dólar dispuesto por el presidente Carlos Menem terminó de cuajo con la hiperinflación.

“La convertibilidad se lanzó el 1 de abril de 1991, en enero de 1993 éramos el país con menos inflación del mundo. Yo propongo la libre competencia de monedas, reforma del sistema financiero. Así, lo más probable es que los argentinos elijan el dólar y ahí dolarizas”, suele repetir Milei. El final abrupto de aquel modelo en 2001, con un estallido social que dejó una treintena de muertos y una seguidilla de cinco presidentes en menos diez días, trae malos recuerdos a muchos argentinos.

¿Puede ganar Milei las elecciones de octubre próximo? Es pronto para una respuesta. La coalición opositora Juntos por el Cambio, encabezada por el expresidente Mauricio Macri, espera que a la hora de la verdad el voto bronca antikirchnerista vaya a parar a su sector. El Frente de Todos, la alianza peronista en el Gobierno, tiene la esperanza de que Milei le quite votos a la oposición, al menos en la primera vuelta. Pero en cualquier caso, Milei ya ha ganado. “El impacto de su candidatura es que se empieza a hablar de sus temas”, dice Touzón. Nunca antes los argentinos habían discutido sobre la libre portación de armas o reivindicado como exitosos los años de Menem en la Casa Rosada.

Las ideas de Milei tendrán también un refugio en el Congreso. Si se confirman los sondeos, su partido La Libertad Avanza será la tercera fuerza, con poder de veto en un parlamento que ya no tendrá mayorías. Menos de dos años han pasado desde que era solo un vociferante economista de ideas alocadas que ponía pimienta al espectáculo televisivo. Milei llegó para quedarse.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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