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¿Qué tiene Javier Milei en la cabeza?

El ganador de las elecciones primarias en Argentina rechaza el aborto y promueve la portación de armas. Pero al mismo tiempo defiende la libertad de género y la legalización de las drogas

El candidato presidencial de La Libertad Avanza Javier Milei el 14 de junio de 2023 en Buenos Aires, Argentina.Foto: Tomas Cuesta/Getty Images | Vídeo: epv
Federico Rivas Molina

Javier Milei, el ganador de las elecciones primarias celebradas el domingo 13 de agosto en Argentina, despliega un combo de ideas difíciles de clasificar. Cuando se le pide una definición se proclama “anarcocapitalista”, porque “el enemigo es el Estado”. Pero también dice que es “minarquista, alguien que considera que el Estado solo debe estar a cargo de la seguridad y la justicia”. Milei no oculta su aire de familia con otros líderes extremistas de la región, como el brasileño Jair Bolsonaro o el chileno José Antonio Kast. Fuera de América Latina, se ha acercado al partido español Vox, desde donde ha recibido efusivas felicitaciones, y a Donald Trump.

Los principios de “vida, libertad y propiedad” estructuran un pensamiento que promueve sin matices de su partido La Libertad Avanza, a veces a costa de caer en contradicciones que dificultan encasillarlo. Mientras se opone al aborto, promueve la libre portación de armas o niega el cambio climático, defiende el derecho individual a la elección de género, el matrimonio homosexual y la legalización de las drogas. Es también anticlerical. Considera al papa Francisco una encarnación del comunismo y suele decir que está listo para pasarse el judaísmo. Milei es, en resumen, un personaje de ideas fluidas que ha calado muy profundo en un ejército de desencantados, dispuestos a dinamitarlo todo para empezar de nuevo.

Pero ¿qué tiene Milei en la cabeza? Hacemos un recorrido por sus ideas acerca de temas como las drogas, la dolarización, el uso de armas, la homosexualidad y el Estado.

El Estado “enemigo” y la “aberración de la justicia social”

La base del modelo económico que propone Milei para Argentina es la reducción del Estado a su mínima expresión, la única forma, dice, de reducir el gasto de la política y el déficit fiscal. Si los políticos son una “casta parasitaria y corrupta”, es en el Estado donde hacen sus negocios sucios y roban el dinero “al ciudadano”. El candidato ya adelantó que, en caso de ganar, eliminará los ministerios de Educación, Salud y Desarrollo Social, las “cajas negras” que usan los políticos para enriquecerse.

En la noche del domingo, cuando ya sabía que había ganado las elecciones primarias, celebró ante sus seguidores que estaban “frente al fin del modelo de la casta, esa que dice esta atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, sin tener en cuenta que alguien tiene que pagarla”. “O esa aberración de la justicia social, porque se traduce en un fuerte déficit fiscal”, lanzó, como disparo al modelo de Estado que propone el peronismo.

Para Milei, la función del Estado debe limitarse, según la visión de Milei, a la seguridad interior y la administración del sistema judicial. “Yo considero al Estado como un enemigo; los impuestos son una rémora de la esclavitud. El liberalismo fue creado para liberar a las personas de la opresión de los monarcas; en este caso sería del Estado”, dice Mieli. Sin Estado, las relaciones sociales son contratos entre privados. Este principio es relevante en la estructuración del pensamiento del candidato.

Matrimonio entre personas del mismo sexo

“Para mí, el matrimonio es un contrato” entre privados, dice Milei, y, por lo tanto, el Estado no debe intervenir. Las personas pueden casarse con quien deseen, ya sean de distinto o del mismo sexo. Milei da un paso más allá y dice que está en contra del “matrimonio como institución” reglada por el Estado. Él mismo no está casado y no se le conoce pareja alguna.

Homosexualidad

Si el individuo es un ser que no puede ser condicionado por el Estado, la forma en que se vive la sexualidad “es una elección personal”, dice Milei. “No estoy para nada de acuerdo con que la homosexualidad sea una enfermedad”, dice.

Venta de órganos

La venta de órganos por necesidades económicas merece la atención de Milei. Debería regularse, dice, por la oferta y la demanda, sin intervención de autoridad alguna. “Mi primera propiedad es mi cuerpo. ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo? Hay 7.500 personas sufriendo, esperando los trasplantes, hay algo que no está funcionando bien. Lo que propongo es buscar mecanismos de mercado para resolver este problema”, dice. En el inicio de la campaña extendió el razonamiento a la venta de niños, por ser “propiedad de los padres”. Ante la espuma que levantó, no volvió a referirse al asunto.

Aborto

Los beneficios de la libertad individual encuentran en Milei un límite en el tema del aborto. Es un asunto al que le da mucha importancia, atento que buena parte de sus votantes son “celestes”, el color que idéntica a los grupos católicos que hicieron campaña contra la ley de interrupción voluntaria del embarazo aprobada por el Congreso en diciembre de 2020. Su oposición no es moral. “Soy liberal y el liberalismo es el respeto al proyecto de vida del prójimo. Si vas contra la vida no hay propiedad ni libertad que valga. Y la vida humana arranca desde la concepción. Es un problema de matemática: la vida es un continuo con dos saltos discretos: la concepción y la muerte. ¿En qué semana es correcto el aborto? ¿14 semanas? ¿14 semanas menos un segundo no tenés derechos y 14 semanas y un segundo tenés derechos? La mujer puede elegir sobre su cuerpo, pero lo que tiene dentro del vientre no es su cuerpo y el aborto violenta el principio de no agresión”, dice Milei.

La relación con la Iglesia Católica

Milei dice que profesa la fe católica, pero su relación con la Iglesia no es la mejor. Suele cargar contra el papa Francisco, al que en distintas ocasiones ha llamado “jesuita que promueve el comunismo”, “personaje impresentable y nefasto” o “representante del maligno en la Tierra”. La Conferencia Episcopal Argentina ha repudiado en más de una oportunidad el “maltrato injusto” que el candidato da al Pontífice argentino. Milei es además un admirador del judaísmo y de Israel, país al que considera un potencial aliado, junto a Estados Unidos, en caso de ganar la presidencia en octubre.

“Soy católico y todos los días me arrodillo frente a un judío”, escribió una vez en Twitter. Consultado por ese periódico si estaba dispuesto a cambiar de fe dijo que lo estaba “estudiando”, aunque advertía ciertas limitaciones prácticas. “Si soy presidente y cae Shabat ¿qué hago? ¿Te vas a desconectar del país desde la primera estrella del viernes a la primera del sábado? Hay algunas cuestiones que lo harían incompatibles. El rabino que me ayuda a estudiar dice que yo debería hacer la lectura de la Torah desde el punto vista del análisis económico”, respondió.

Legalización de las drogas

Milei está a favor de la legalización de las drogas. El consumo es una acción individual en la que el Estado y el sistema judicial no tienen por qué meterse, siempre que la adicción no genere un gasto para el Estado. “Si vos te querés suicidar no tengo ningún problema, pero no me pidas que yo pague la cuenta. Si no te vas a hacer cargo de tus decisiones me parece injusto”, sostiene el candidato.

Identidad de género

El mismo argumento que Milei aplica a la defensa del consumo de drogas lo usa para defender la identidad de género. “¿Querés percibirte como un puma? Hacelo, a mí me da lo mismo mientras no me hagas pagar la cuenta. No me lo impongas desde el Estado, no le robes guita [dinero] a la gente para imponerle las ideas de otros”, dice.

Cambio climático

Milei es un negacionista del cambio climático, como dos de los dirigentes que más admira: Donald Trump y Jair Bolsonaro. “El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo”, dice Milei. “Hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar. Ahora discuten que se calienta. Aquellos que conozcan cómo se hacen esas simulaciones van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados parámetros a propósito para generar miedo”, sostiene el candidato.

Memoria histórica

Milei no es un defensor de la dictadura militar argentina (1973-1983), al menos en público. Deja esa función a su candidata a vicepresidenta, Victoria Villaroel, hija de militares y promotora de una “verdad histórica” que tenga en cuenta no solo la versión de las víctimas civiles, sino también de los uniformados condenados por delitos de lesa humanidad. En caso de llegar al Gobierno, Villarroel tendrá un rol clave, ya lo adelantó Milei, en cuestiones de seguridad y defensa nacional.

Seguridad y portación de armas y “bukelización”

Para resolver el tema de la seguridad ciudadana, Argentina necesita que las fuerzas “vuelvan a tener autoridad”, sostiene Milei. Está a favor de reducir la edad de imputabilidad de menores y de “desregular el mercado legal de armas”, que en Argentina está muy restringido. “¿Cuál sería el problema si pudiera usar un arma? La tenencia, además, le quita poder relativo al Estado, que es el que tiene el monopolio de la violencia. No tendría por qué estar regulado por el Estado”, dice Milei.

Consultado por este periódico sobre la política de mano dura emprendida por el Nayib Bukele en El Salvador, el candidato argentino tomó una prudente distancia, aunque sin descartar de plano el modelo. “En principio, decimos que lo tenemos que estudiar y lo que hizo Nahuel [Sotelo, diputado] fue ir a estudiarlo [a El Salvador]. Lo estamos estudiando porque fue sumamente exitoso”, respondió.

Dolarización

Este es el caballito de batalla de Milei para terminar con la inflación, el mal que desde hace un siglo devasta la economía de Argentina. Entre sus propuestas están la de “incendiar el banco central” para que el país no pueda emitir moneda, “una estafa que lleva a la pérdida del poder adquisitivo”. “Cuando le saquen la máquina de imprimir billetes a los políticos se terminará la inflación, porque la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario generado por un exceso de dinero”, dijo Milei a este periódico. El paso siguiente es dolarizar la economía, una versión radical de la convertibilidad del peso con el dólar que en los años noventa, durante la presidencia de Carlos Menem, llevó el IPC a un dígito. “A partir de 1993, Argentina fue el país con menos inflación del mundo. Fue el programa más exitoso de la historia argentina”, dice Milei.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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