Bailes, toros y procesiones: Ortega enmascara su persecución a la Iglesia con fiestas “tradicionales y religiosas”
La pareja presidencial promueve celebraciones en todo Nicaragua mientras los ataques contra la Iglesia católica persisten
Las fotos en las que el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes aparece junto a la alcaldesa sandinista de Managua, Reyna Rueda, en la parroquia Las Sierritas han suscitado controversia. La razón es que el jerarca católico sonríe y conversa con funcionarios del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el mismo que mantiene una feroz persecución religiosa contra el catolicismo. A las partes las convoca las fiestas de Santo Domingo de Guzmán, el patrono de Managua, una pequeña imagen que es venerada con una de las celebraciones religiosas más populosas y estridentes de este país centroamericano.
Desde 2018, tras el estallido de las protestas que fueron brutalmente reprimidas en Nicaragua, la Iglesia católica no le ha otorgado a los alcaldes de Managua el reconocimiento de la mayordomía de Santo Domingo, rompiendo así una tradición bien asentada. Aunque la alcaldesa Rueda y su par, el vice edil Enrique Armas, tampoco fueron mayordomos este 2023, lo llamativo fue su presencia en la iglesia de Las Sierritas, muy publicitada por los medios oficialistas. El régimen sandinista ha permitido en las últimas semanas manifestaciones religiosas y tradicionales en el país, luego de haber vetado miles de procesiones católicas desde Semana Santa.
Pero se trata de un levantamiento del veto a medias. El Gobierno de Ortega y Murillo ha permitido en otras ciudades de Nicaragua la realización de bailongos, encierros de toros, hípicas y una serie de actividades “tradicionales” que componen las fiestas patronales de cada localidad, pero sin permitir las procesiones de corte devocional, como ocurrió en Nandaime y Chinandega con las imágenes de Santa Ana y San Joaquín. Sin embargo, con Santo Domingo sí han permitido la histórica procesión que baja de las sierras hacia los barrios orientales de la capital nicaragüense. Una tradición mediática y a la que la pareja presidencial le ha sacado un rédito, opina la investigadora Martha Patricia Molina, autora del estudio Nicaragua, una Iglesia Perseguida.
“Las procesiones de Santo Domingo, y estoy segura que las festividades de la Merced en León que se celebrarán el próximo mes, son permitidas por temas culturales y turísticos, no porque los sandinistas sean devotos. Y envían a la policía y las autoridades edilicias también para mandar un mensaje al exterior que no existe la persecución religiosa en el país, pero aún imperan órdenes de expulsión del país a todo religioso extranjero”, ejemplifica Molina.
La investigadora señala a EL PAÍS que todas las procesiones y expresiones religiosas deberían de permitirse y no ser prohibidas, porque “son un derecho constitucional y humano”. “Pero la dictadura ha prohibido más de 3.200 procesiones en 2023, porque para ellos estas actividades reflejan por un lado un peligro que generen protestas en su contra, y por otro porque odian todo lo religioso. Es una venganza en contra del pueblo católico”.
Los ataques persisten
Al mismo tiempo, el Gobierno mantiene abierta una investigación por supuesto lavado de dinero contra la Iglesia católica que, también, alcanza al mismo cardenal Brenes. Actualmente se encuentran presos cinco sacerdotes y tres están bajo “investigación”. El obispo Rolando Álvarez fue capturado desde agosto del 2022 y condenado a 26 años de cárcel en febrero de este año, después de negarse a ser desterrado a Estados Unidos junto a 222 presos políticos.
La pareja presidencial canceló hace menos de un mes la personalidad jurídica de la Fundación Fraternidad Pobres de Jesucristo, que se dedicaba al servicio de los pobres a través del suministro de alimentos, vestuario y oración. A renglón seguido, ordenó expropiar los bienes de la institución religiosa. Las monjas de esta fraternidad fueron inmediatamente forzadas a salir de Nicaragua y huyeron hacia El Salvador. Mientras que hace cinco días Migración y Extranjería le canceló la residencia al fraile italiano Domingo Pepe, quien también fue expulsado del país.
“A pesar de que este primero de agosto, en este momento mientras hablamos, Managua está llena de bailes, risas y cohetes, propias de las festividades de Santo Domingo, la represión hacia la iglesia continúa”, insiste la investigadora Molina. Sin embargo, la masividad de la procesión en Managua no fue similar a la de ediciones anteriores a 2018, pero eso no quitó que varios miles acompañaron la procesión como una actividad carnavalesca, en una explosión de bailes, licor y pólvora.
Rosario Murillo: “La peregrinación de la alegría”
En medio de este contexto represivo, la “copresidenta” Murillo anunció el pasado viernes una serie de festividades “tradicionales y religiosas”, entre ellas las de Santo Domingo, en Managua; las de Santa Ana, en Chinandega, Nindirí y Niquinohomo. Además, dijo que se iba a celebrar a Santiago en Boaco, Nagarote, Santo Tomás, Jinotega, Sébaco y Somoto. En total, Murillo anunció como “una gran celebración” las 13 corridas de toros, las hípicas y cabalgatas durante estas festividades en esas localidades.
“Aquí, de fiesta en fiesta, agradecidos a Dios, celebrando la paz, porque nuestra victoria es la paz…Celebrando la vida, celebrando el cariño, celebrando la hermandad y la solidaridad, celebrando nuestra identidad cultural”, sostuvo Murillo en su alocución diaria, después de enumerar las actividades que están promoviendo, entre ellas festivales de vaqueros, montas taurinas, y la fiesta del tradicional Palo Lucio en Managua.
El cardenal Brenes no ha dicho nada sobre su encuentro con los funcionarios sandinistas de Managua, pero días atrás el párroco de la iglesia de Las Sierritas, el sacerdote Boanerges Carballo, dijo que la festividad de Santo Domingo era posible este primero de agosto “gracias a la capacidad de conversar”. La hermana del sacerdote Carballo, Esther Margarita Carballo, fue nombrada en 2017 por los Ortega-Murillo como embajadora de Nicaragua ante El Vaticano. Mientras que el otro hermano del párroco, el también religioso monseñor Bismarck Carballo, fue víctima en los años ochenta de un montaje de la inteligencia del gobierno sandinista, pero en 2004 se “reconcilió” con el oficialismo y ha sido cercano a la pareja presidencial.
La “copresidenta” Murillo celebró la procesión mientras el diminuto santo bajaba en hombros de sus promesantes a Managua. “Hoy celebramos con alegría nuestras fiestas tradicionales, la peregrinación de la alegría, el baile, ese baile que clama, que pide, que se dedica al santo de los managuas, pidiendo como siempre paz y bien. Porque la paz es nuestra victoria, y de la paz depende el trabajo, la estabilidad, de la paz depende la prosperidad”, se congratuló la mandataria señalada de cometer, junto a su esposo, crímenes de lesa humanidad.
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