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El presidente de Israel recuerda al Congreso de EE UU que las críticas a su país no deben negar su derecho a existir

Herzog marca como líneas rojas la seguridad y la defensa frente a Irán mientras el legislativo aprueba una resolución de apoyo “incondicional” que desautoriza las críticas de los demócratas progresistas

El presidente de Israel, Isaac Herzog, se dirige al Congreso, este miércoles en Washington.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, se dirige al Congreso, este miércoles en Washington.MICHAEL REYNOLDS (EFE)

Mientras la mayoría de los legisladores aplaudían con entusiasmo su discurso, un puñado de demócratas progresistas han boicoteado este miércoles la presencia de Isaac Herzog, presidente de Israel, ante el Congreso de EE UU, reunido en sesión conjunta. Herzog, segundo mandatario del país que se dirige al legislativo estadounidense tras su padre, Jaim, en 1987, ha dicho entender las críticas a su país pero marcado una línea roja, la del derecho a la seguridad y la defensa, en referencia tanto a los palestinos como a la amenaza que para la región supone Irán.

Israel, ha declarado Herzog, ha dado “pasos claros” hacia la paz con Palestina, pero “la paz verdadera no puede estar anclada en la violencia”, que “socava cualquier posibilidad de una paz futura”. Sobre las aspiraciones regionales de Irán, y su intención de “borrar a Israel del mapa”, el mandatario ha reclamado la colaboración bilateral “para impedir la amenaza de Irán a la seguridad internacional”. “Cuanto más fuerte sea Israel, más seguridad tendrá EE UU”, ha añadido.

Como hiciera la víspera en su encuentro con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca, Herzog ha tratado de tranquilizar al gran aliado de Israel sobre el estado de la democracia en el país y la fortaleza de la relación bilateral, en un discurso que oficialmente marcaba la celebración del 75º aniversario de la fundación del Estado judío y en el que reconoció el “intenso y doloroso debate” sobre las acciones del Gobierno de Benjamín Netanyahu, en especial la controvertida reforma del Tribunal Supremo. La oposición a este proyecto ―que busca socavar en gran medida su independencia y supeditarlo en la práctica al Ejecutivo― ha sacado a la calle durante las últimas 28 semanas a decenas de miles de personas. La movilización ha crecido este mes ante la perspectiva de aprobación, la próxima semana, de una ley clave.

El profundo malestar existente en la Administración de Biden y entre los legisladores demócratas por dicha reforma judicial y por la expansión de los asentamientos judíos en la Cisjordania ocupada no ha sido óbice para que este martes el Congreso aprobara con masivo respaldo bipartidista ―412 votos a favor y solo nueve en contra― una resolución de apoyo “incondicional” a Israel. La iniciativa representa una clara desautorización de la congresista demócrata Pramila Jayapal, que el sábado calificó a Israel de “Estado racista” y se mostró partidaria de la autodeterminación de los palestinos, si bien el “sueño” de la solución de los dos Estados, dijo, “ya no parece posible”. La resolución del Congreso, promovida por los republicanos, reitera su apoyo “incondicional” a Israel y subraya que no es un Estado “racista” ni con un régimen de apartheid. El texto no menciona a Jayapal, pero es una clara condena de sus declaraciones.

“La crítica a Israel no debe cruzar la línea de negación del derecho del Estado de Israel a existir. Cuestionar el derecho del pueblo judío a la autodeterminación no es legítima diplomacia, sino antisemitismo”, ha dicho Herzog en su discurso. “No soy ajeno a las críticas entre amigos, incluidas algunas expresadas por respetables miembros de esta Cámara. Respeto las críticas, aunque uno no tiene por qué aceptarlas”, ha añadido.

División demócrata

Jayapal, presidenta del Caucus Progresista del Congreso, se retractó de sus comentarios al día siguiente, insistiendo en que iban dirigidos al “Gobierno de extrema derecha” de Netanyahu y no a Israel. La también demócrata Rashida Tlaib, la única congresista palestino-estadounidense del Capitolio, boicoteó el discurso de Herzog y criticó la resolución de sus pares por “normalizar la violencia” contra quienes viven en la Cisjordania ocupada, en alusión a los planes de ampliación de los asentamientos. Tlaib sí denominó apartheid a la política israelí sobre los palestinos. Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez y Jamaal Bowman, del ala más progresista de los demócratas, y el referente de la izquierda Bernie Sanders también se ausentaron durante el discurso. Pese a la resolución de apoyo, la visita de Herzog ha dejado de manifiesto la división cada vez más profunda entre los demócratas sobre el grado de respaldo a Israel, o incluso sobre la conveniencia de apoyar a su tradicional aliado en Oriente Próximo, junto con Egipto.

Tras comparecer ante el Congreso, Herzog regresó a la Casa Blanca, donde la víspera mantuvo un encuentro con el presidente, Joe Biden, para reunirse con la vicepresidenta, Kamala Harris. Ambos líderes tenían previsto anunciar una inversión de 70 millones de dólares en cinco años para lanzar programas de agricultura sostenible.

La de Herzog es una visita de alto nivel político, pese al papel ceremonial de su cargo. De hecho, hasta este mismo lunes era vista como un desaire a Netanyahu. Pero el martes la Casa Blanca formuló una invitación oficial al primer ministro, aún sin fecha ni lugar concretos, que ha suavizado meses de tensiones con el jefe del Gobierno y le franquea las puertas de Washington por primera vez desde que este reasumió el poder, en diciembre. La invitación revertía la última decisión de Biden, en marzo pasado, de evitar cualquier reunión con Netanyahu “a corto plazo”.

Este martes, antes de que Biden y Herzog se reunieran a puerta cerrada durante unos 40 minutos, el presidente israelí, que lleva meses tratando de atajar la crisis desatada por la controvertida reforma judicial, señaló que “algunos enemigos” comunes “a veces confunden el hecho de que podamos tener algunas diferencias con un daño a nuestro vínculo inquebrantable”. Biden empleó el mismo calificativo para definir la relación bilateral. “Mi corazón y mi alma están también en Israel, en el acalorado debate que estamos viviendo como sociedad. Es un debate acalorado, pero también es una virtud y un tributo a la grandeza de la democracia israelí. Permítanme reiterar que la democracia israelí es sólida y resistente. Estamos viviendo situaciones dolorosas, debates acalorados, momentos desafiantes, pero creo sinceramente (…) que siempre debemos tratar de encontrar un consenso amistoso”, concluyó Herzog, según la transcripción difundida por su oficina.

Isaac Herzog (izquierda) y Joe Biden, este martes en la Casa Blanca.
Isaac Herzog (izquierda) y Joe Biden, este martes en la Casa Blanca.SHAWN THEW / POOL (EFE)

La polémica reforma del Supremo, la ampliación de los asentamientos en Cisjordania y la autorización con carácter retroactivo de colonias que se levantaron en ese territorio sin aprobación, como Eviatar —uno de los denominados outpost, ilegales tanto para Israel como por el derecho internacional— constituyen motivos de preocupación y crítica para Biden. Funcionarios de la Casa Blanca declinaron el lunes referirse directamente a los motivos que habían llevado al presidente a cursar la invitación, si bien matizaron que la perspectiva de una reunión no implica que el mandatario abandone sus objeciones a algunas de las medidas más extremas de Netanyahu. El propio Biden ha calificado el actual Gobierno israelí como “una de las coaliciones israelíes más extremistas” que ha visto desde que comenzaron sus relaciones con el país, en la década de los setenta.

El anuncio pone fin a una anomalía: Netanyahu es el primer jefe de Gobierno israelí desde 1969, cuando Richard Nixon recibió a Golda Meir, que no ha visitado Washington oficialmente a estas alturas, casi siete meses después de regresar al poder. El comunicado no especifica, no obstante, que la invitación sea a la Casa Blanca, solo a EE UU.

Protestas

Mientras Biden y Herzog se reunían, decenas de miles de israelíes se manifestaban en distintos puntos del país contra la reforma judicial. Ha sido uno de los denominados “Días de la Resistencia”, con decenas de protestas en distintos puntos del país que complementan a las multitudinarias manifestaciones que efectúan cada sábado, con Tel Aviv como epicentro, desde el pasado enero. Este tipo de jornadas era habitual hasta el pasado marzo, cuando Netanyahu se vio obligado a paralizar temporalmente la reforma e iniciar un proceso de diálogo, con la mediación precisamente del presidente, que se ha venido abajo. Este miércoles, el exministro de Defensa y líder del partido Unidad Nacional, Benny Gantz, exhortó a Netanyahu a acordar unas líneas maestras sobre la reforma, a fin de unir el país ante la “situación de seguridad más desafiante desde la Guerra del Yom Kippur”, en 1973.

La policía dispersa con cañones de agua una protesta contra la reforma judicial en Tel Aviv, este martes.
La policía dispersa con cañones de agua una protesta contra la reforma judicial en Tel Aviv, este martes.AMMAR AWAD (REUTERS)

El fracaso de las negociaciones y la voluntad de Netanyahu de seguir adelante con la reforma han llevado a sus detractores a retomar este tipo de protestas y pisar el acelerador en las últimas semanas, con acciones como tratar de bloquear el principal aeropuerto del país (Tel Aviv), carreteras y estaciones de tren. Especialmente ahora que el Gobierno está decidido a sacar adelante la ley que despojaría al Supremo de la capacidad de anular aquellas decisiones del Gobierno, ministros o cargos públicos electos que considere “irrazonables”. La Knesset, el Parlamento nacional, tiene previsto votar la próxima semana las dos últimas lecturas (generalmente, en el mismo día) necesarias para que el texto se convierta en ley, tras su aprobación la pasada semana en primera lectura.

La contestación a la reforma tiene una importante derivada en el ejército, donde cientos de reservistas e incluso soldados en activo ya habían amenazado con dejar de cumplir determinadas órdenes si la reforma seguía su curso. Desde el martes, cientos de reservistas de la Fuerza Aérea, entre ellos varios mandos, e integrantes del cuerpo médico militar (doctores, enfermeros y expertos en salud mental) han comunicado que dejarán de acudir a sus puestos, que son voluntarios, como medida de presión para detener la anulación parlamentaria de la cláusula de razonabilidad.

Dentro de este pulso contrarreloj, los manifestantes han salido de nuevo a las calles este martes. La Policía ha arrestado a 45 personas ―un número similar al de jornadas similares previas― y empleado cañones de agua para dispersar a la multitud que bloqueaba una avenida en Tel Aviv. Los organizadores han anunciado además el inicio de una marcha a pie, de unos 60 kilómetros de distancia, de Tel Aviv a Jerusalén, sede del Gobierno y el Parlamento.

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