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Scholz hace equilibrios tras reunirse con el primer ministro de China: “Reducir el riesgo, sí; desvincularse, no”

El canciller germano pide al primer ministro chino que Pekín use su influencia sobre Rusia para mediar en la guerra de Ucrania: “Tenemos que evitar que el conflicto se congele”

Elena G. Sevillano
Olaf Scholz y Li Qiang
El canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro chino, Li Qiang, a su llegada a la rueda de prensa que han ofrecido este martes en Berlín.TOBIAS SCHWARZ (AFP)

El canciller alemán, Olaf Scholz, ha recibido al primer ministro chino, Li Qiang, en Berlín para celebrar unas consultas intergubernamentales —las séptimas— en las que ambos países, estrechamente ligados por sus relaciones comerciales, quieren hablar de economía y de cambio climático y evitar en la medida de lo posible las cuestiones espinosas. El equilibrio es complicado, puesto que Scholz quiere mantener las buenas relaciones con el mayor socio comercial de Alemania mientras a la vez trata de cumplir el compromiso del G-7 de “desmarcarse” de Pekín.

La relación que Berlín quiere establecer con China se resume en una frase: “Reducir el riesgo, sí; desvincularse, no”. La pronunció el lunes, horas antes de la llegada de la nutrida delegación china, que está formada por ocho ministros del Gabinete de Li. Pueden parecer muchos, pero en tiempos de la canciller Angela Merkel se desplazaban a Berlín hasta 20 para hablar en persona de los más diversos asuntos. En círculos políticos de Berlín se ha comentado que el equipo del canciller sugirió reducir la representación china a una cifra más modesta para rebajar la expectación sobre la cita.

Li, que fue nombrado en marzo pasado, ha elegido Alemania para su primer viaje al extranjero como primer ministro, lo que refleja la estrecha relación entre ambos países. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, declaró la semana pasada que la elección de Berlín como primera escala de Li “refleja la gran importancia que China concede a las relaciones chino-alemanas”.

“El diálogo directo, las conversaciones en persona, son más importantes que nunca en estos tiempos llenos de retos y crisis”, dijo Scholz durante la rueda de prensa conjunta con Li, en la que no aceptaron preguntas. Sobre todo, añadió, porque “permiten hacerse preguntas en cuestiones sobre las que hay diferencias de opinión” y “hay menos lugar para malentendidos”. Scholz aseguró que la pandemia de covid-19, que interrumpió las cadenas de suministro en todo el mundo, demostró que Alemania necesitaba colaborar estrechamente con China en temas de salud o, por ejemplo, en la lucha contra la gripe aviar. Ese diálogo, dijo, debe mantenerse. Alemania no tiene intención de cerrarse a un país, sino que busca “abrirse a otros”, añadió.

Berlín trata de encontrar un equilibrio en esa promesa de “reducir riesgos” sin “desvincularse” de China que no perjudique a las empresas alemanas, que tienen en el gigante asiático uno de sus mercados más potentes. El Gobierno de coalición, formado por los socialdemócratas de Scholz, verdes y liberales, trabaja desde hace meses en una estrategia sobre China que ha puesto sobre la mesa las diferencias entre estos tres partidos. Mientras Los Verdes abogan por reducir las relaciones comerciales con China, los socialdemócratas apuntan a áreas concretas en las que es necesario diversificar, como las tierras raras.

La cumbre germano-china se produce el mismo día en que la Comisión Europea ha lanzado una propuesta para que los 27 Estados miembros acuerden controles más estrictos en la exportación de tecnologías que pueden ser utilizadas militarmente por rivales como China. También este martes, la Oficina para la Protección de la Constitución (los servicios de inteligencia) ha hecho público un informe en el que advierte de que China ha lanzado una campaña que pretende obtener tecnología alemana para reforzar sus fuerzas armadas.

Scholz insistió en esa idea en un acto posterior a la rueda de prensa, el XI Foro Germano-Chino para la Cooperación Económica y Tecnológica. “Será más fácil para todos los países del mundo lograr sus objetivos climáticos si permitimos una competencia justa, un acceso abierto al mercado y un campo de juego nivelado. Al fin y al cabo, la competencia promueve la innovación”, aseguró, pero añadió que para tener éxito es necesario compartir tecnologías “sin tener que temer que se violen los derechos de autor”.

“Para China, la reunión es el mensaje: Pekín quiere demostrar que el diálogo con uno de sus socios comerciales más importantes sigue en pie. Para Alemania, es importante mantener los canales de comunicación, incluso en tiempos difíciles. A Alemania le interesa evitar que se agraven las tensiones geopolíticas con China”, aseguró Mikko Huotari, director ejecutivo del Instituto Mercator de estudios sobre China (Merics). “Los equilibrios del Gobierno alemán son cada vez más difíciles, entre otras cosas porque existe una gran incertidumbre sobre el rumbo que tomará China. Al mismo tiempo, las tensiones en el seno de la coalición con respecto a China se han calmado por ahora, pero pueden surgir problemas en el futuro con Bruselas con respecto a temas clave de seguridad económica, redes 5G o instrumentos de protección comercial en el sector del automóvil”, añadió.

Scholz aprovechó la rueda de prensa, en la que de forma insólita no se permitieron preguntas de los periodistas, para volver a pedir a Li que China use su influencia sobre Rusia para mediar en el conflicto de Ucrania y alcanzar una “paz justa”. “Tenemos que evitar que el conflicto se congele”, le dijo. “He vuelto a apelar al gobierno chino para que ejerza una influencia aún mayor sobre Rusia en esta guerra”, señaló, apelando a la responsabilidad de China como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

En el cara a cara frente a la prensa, Scholz no sacó la cuestión de la postura cada vez más agresiva de China hacia Taiwán. Sí lo hizo el día anterior, antes de que llegara la delegación, cuando instó a Pekín a “no cambiar por la fuerza el statu quo en los mares de China oriental y meridional” y a “acatar las normas internacionales”. También fue más explícito en el camino que debería seguir la economía alemana respeto a su “socio, competidor y rival sistémico” —así lo define la estrategia de seguridad nacional alemana publicada hace unos días—. Dijo que era necesario “evitar dependencias económicas peligrosas” de China y animó a las empresas a reducir el riesgo en ese sentido, sin renunciar al gigantesco y lucrativo mercado chino.

Lo que sí le recordó Scholz en público a Li es que las relaciones comerciales entre ambos países deberían estar equilibradas. “El acceso al mercado chino todavía es difícil y no hay igualdad de condiciones para las empresas alemanas”, señaló frente al mandatario.

Aunque la delegación china llegó a Berlín el lunes, y Scholz invitó a Li a una cena de trabajo, las consultas gubernamentales empezaron oficialmente este martes. Por la mañana Scholz recibió con honores militares a Li y su delegación en la Cancillería. La cita incluye un foro sobre cooperación económica y tecnológica, así como conversaciones sobre la protección del clima y el cambio hacia las energías renovables. Berlín ha reconocido en numerosas ocasiones que los grandes retos mundiales, como el cambio climático, solo pueden resolverse junto con China. El lema oficial de la cumbre es: “Actuar juntos de forma sostenible”.

Ambos gobiernos firmaron varios acuerdos, entre ellos uno de cooperación para crear un mecanismo de diálogo en la lucha contra el cambio climático, en el que reafirmaron su compromiso con el Acuerdo de París y el objetivo de evitar que la temperatura mundial se incremente por encima de los 1,5 grados. El compromiso se materializa en la celebración de un foro medioambiental a nivel de ministerios a principios de noviembre. Alemania y China rubricaron también un memorando de entendimiento sobre movilidad eléctrica e hidrógeno. Berlín tiene como objetivo alcanzar la neutralidad climática en 2045; Pekín cree que lo conseguirá como muy tarde en 2060.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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