La UE teme que Rusia use el incidente del dron en el Kremlin para otra escalada en Ucrania
Diplomáticos y analistas creen que Moscú va a capitalizar el suceso para inflamar su retórica antioccidental, pero también para lanzar otra andanada represiva contra sus propios ciudadanos
Fueron dos estallidos pequeños pero poderosos por la imagen y la simbología: dos drones sobre el Kremlin. Rusia culpó primero a Ucrania y luego a Estados Unidos de lanzar un ataque el pasado miércoles. Kiev y Washington han negado tajantemente su implicación y no hay pruebas de quién está tras lo sucedido. Mientras fuentes de inteligencia inciden en que es pronto para saberlo, analistas y diplomáticos se muestran divididos sobre si se trata de una operación de falsa bandera orquestada por Rusia para alimentar el sentimiento antioccidental, de un ataque de Kiev o de los grupos de partisanos antiguerra. En un momento en el que todos esperan la contraofensiva ucrania y movimientos en las tropas del Kremlin, con el escenario de fondo de una Rusia que cada vez percibe más profundamente el impacto de su guerra en Ucrania, hay una conclusión compartida: el temor a que Moscú utilice el incidente de los drones para otra ofensiva en Ucrania.
Una diplomática occidental que estuvo destinada en Rusia opina que el ataque es “otra maniobra” más de Moscú para incendiar su retórica sobre el Gobierno de Kiev y que lo utilizará como cobertura para otra escalada, con nuevos ataques en Ucrania contra objetivos políticos y civiles. También empleará lo sucedido para blindarse aún más y lanzar otra andanada represiva contra sus ciudadanos mientras prepara el terreno para una nueva movilización, sostiene. De momento, aunque los canales estatales rusos no han hecho demasiado ruido sobre lo sucedido, el presidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, ha reclamado la “eliminación de [Volodímir] Zelenski y su camarilla”.
Estos días son especialmente sensibles para el Kremlin, en vísperas de la conmemoración de la victoria del Ejército rojo sobre los nazis —el día de la Victoria, 9 de mayo— que Rusia suele celebrar con grandes fastos, pero que este año se anticipa con enorme nerviosismo. De momento, las autoridades de Moscú han prohibido el uso de drones en toda la ciudad, han desplegado nuevos equipos de vigilancia de los cielos y también inhibidores para interferir las señales de GPS.
Sin embargo, en la misma semana que la UE se ha movido para desbloquear 1.000 millones de euros para suministrar obuses a Kiev, otras fuentes europeas sostienen que Rusia no sale bien parada por el incidente de los drones y que, por tanto, no es demasiado plausible que esté detrás. Analistas expertos en temas rusos como Mark Galeotti o Anton Barbashin, de Riddle Rusia, sostienen que más que una operación de falsa bandera (un ataque realizado con la intención de responsabilizar a otro y crear así el pretexto para una escalada), el incidente fue obra de grupos ucranios o proucranios.
El episodio del dron se suma, además, a otros sucesos recientes en los que tampoco está clara la autoría. Como el asesinato el pasado agosto de Daria Dugina, hija del ultranacionalista Aleksandr Dugin, del que Rusia acusa a Ucrania, del asesinato el 2 de abril del comentarista ultranacionalista Vladlen Tatarsky o del ataque este sábado al escritor y paramilitar Zajar Prilepin. Los tres, sucesos muy similares por los objetivos y, en cierta manera, por la fórmula empleada.
A estos se puede añadir también, señalan los analistas, un buen puñado de sabotajes a trenes, centros de reclutamiento, aeródromos, almacenes y fábricas que pueden ser una mezcla de la obra de los servicios secretos ucranios y de grupos opositores rusos, que en los últimos tiempos estén recibiendo más ayuda desde el exterior. Este domingo, las autoridades rusas han asegurado que frustraron un ataque con drones a un aeródromo militar del centro del país.
Lo ocurrido ha expuesto vulnerabilidades en el corazón de la capital rusa y es algo embarazoso para las defensas aéreas y para la propia protección del Kremlin, de la que se ocupa una agencia de seguridad específica, el SVR. Esta agencia se encarga de proteger al presidente, Vladímir Putin, y a otros miembros de la cúpula de poder. Para cumplir su cometido cuenta con drones e incluso con una brigada de aves de presa que sobrevuelan las cúpulas durante el día para alejar otras aves que puedan dañar el edificio. Las imágenes del incidente no dejan claro si los drones llegaron a explotar o fueron derribados sobre el Kremlin. “Sea lo que sea, Moscú lo va a capitalizar” dice una alta fuente comunitaria.
En Ucrania, las autoridades impuestas por Moscú en los territorios ocupados de la región de Zaporiyia han ordenado a la población civil de varios pueblos que deje sus casas. Aunque fuentes de inteligencia ucranias señalan que el movimiento se debe más a los preparativos para la contraofensiva que prepara Kiev que a una reacción al incidente del dron.
Mientras, esta semana la OTAN ha elevado las advertencias de que Rusia, que está analizando los sistemas de infraestructura crítica de los países de la Alianza Atlántica, puede estar planeando ataques a los cables submarinos esenciales para las telecomunicaciones y el suministro de gas. El riesgo es “significativo”, ha comentado el secretario general adjunto de inteligencia y seguridad de la OTAN, David Cattler. Moscú está aumentado las patrullas en el océano Atlántico, en el mar del Norte y alrededor del Báltico, y la Alianza está poniendo cada vez más esfuerzo en el centro de coordinación para proteger la infraestructura submarina esencial que creó en febrero y al que ahora ha asignado más barcos de vigilancia.
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