Rusia despliega una flota para sabotear el tendido submarino de Occidente, según una investigación periodística
Medios públicos de los países nórdicos denuncian que Moscú espía los cables eléctricos y de telecomunicaciones en el lecho del mar del Norte, ante un posible enfrentamiento con la OTAN
La Armada rusa mantiene una actividad frenética de cara a un hipotético enfrentamiento directo con la OTAN. Una investigación periodística conjunta de los países nórdicos denuncia que Rusia sondea secretamente desde hace una década las redes de cables submarinos de los aliados desde el Báltico a la costa británica para sabotearlas en caso de producirse una escalada. La pesquisa de las televisiones públicas de Dinamarca, Noruega, Finlandia y Suecia se ha encontrado con militares armados a bordo de un supuesto barco científico ruso que acechó en noviembre instalaciones eólicas clave del Reino Unido, y ha registrado al menos otro medio centenar de embarcaciones que navegaron de forma sospechosa por otros puntos estratégicos en la última década. Mientras, al otro lado del mundo, en el mar de Japón, la flota del Pacífico de Rusia lleva a cabo por sorpresa unas maniobras masivas para las que ha contado con el apoyo de bombarderos estratégicos capaces de portar armas nucleares.
La televisión danesa DR estrena este miércoles el primer capítulo de la investigación. En uno de sus fragmentos, los periodistas se acercan a bordo de una lancha al supuesto navío científico ruso Admiral Vládimirski. Se trata de un barco civil en aguas tranquilas. “Puedo ver miembros de la tripulación andando por la cubierta, creo que nos vigilan”, dice el periodista, a medida que se aproxima a una embarcación que había apagado su sistema de geolocalización y fue interceptada gracias a la detección de varios mensajes enviados a una base en tierra. Después exclama una palabrota, al presenciar la aparición de varios hombres armados con fusiles y con pasamontañas.
El Admiral Vládimirski partió de Kronstadt, en las inmediaciones de San Petersburgo, el 1 de noviembre de 2022, y llegó a la costa escocesa la noche del 10 de noviembre, junto a un área donde se encuentran dos grandes parques eólicos marinos y sus conexiones con tierra. “El barco permaneció aquí [durante dos días] zigzagueando por la zona [de los parques]”, señala la investigación. “La velocidad del navío se encuentra varias veces por debajo de un nudo, en alrededor de un kilómetro por hora. Por la noche, la embarcación está básicamente en la misma posición”.
La embarcación se dirigió a continuación a la región donde se está construyendo el mayor parque eólico marino escocés, capaz de suministrar energía a millón y medio de personas. Volvió a parar en esa zona otros dos días antes de reanudar su marcha, y detenerse en otros dos complejos eólicos ingleses situados cerca de la desembocadura del Támesis y un tercero danés junto a la isla de Anholt, antes de volver al enclave ruso de Kaliningrado.
Este barco científico apagó su Sistema de Identificación Automática (AIS, en sus siglas en inglés) para no compartir su ubicación, pero los medios nórdicos trazaron su ruta de vuelta gracias a sus informes de posición a bases rusas en tierra —sin especificar cómo tuvieron acceso a estos— y lo interceptaron en el estrecho de Kattegat, entre Suecia y Dinamarca.
50 navíos sospechosos
Los medios nórdicos han localizado, además, alrededor de 50 navíos sospechosos más en la última década gracias a los datos abiertos de los transmisores AIS. “Y estos son solo una muestra de la flota que Rusia puede desplegar para sabotear los tendidos submarinos de internet, energía, gas y otras infraestructuras occidentales”, advierte el profesor de la Academia de Defensa Noruega Stale Ulriksen.
Según la inteligencia nórdica, las embarcaciones, desde pequeños pesqueros camuflados hasta enormes navíos, envían toda la información recopilada a la Dirección Principal de Investigación en Aguas Profundas (conocida como GUGI) del Ministerio de Defensa ruso. La misión de este programa sería golpear a la logística rival. Ni el ministerio ni las embajadas rusas en los países nórdicos, salvo la noruega, respondieron a las preguntas de los periodistas. “Hay demanda de los buques de investigación y se lleva a cabo en pleno cumplimiento del derecho internacional. Ese trabajo se coordina a través de canales diplomáticos”, afirmó el embajador ruso en Oslo, Teimuraz Ramishvili.
Además de estas operaciones, la inteligencia noruega advirtió en febrero de que la flota del norte rusa ha sido equipada con armamento nuclear por primera vez desde la desaparición de la Unión Soviética, debido a que las fronteras bálticas se han debilitado al trasladar tropas a la invasión de Ucrania.
Ecos del Nord Stream
La revelación de estos cuatro países ha molestado al Kremlin. El portavoz del presidente ruso, Vladímir Putin, Dmitri Peskov, reiteró una vez más que las acusaciones vertidas contra Moscú son una persecución contra su país. “Prefieren culpar a Rusia por todo de nuevo, sin fundamento. Preferiríamos que prestaran más atención al ataque terrorista contra Nord Stream, un sabotaje sin precedentes que necesita una investigación internacional transparente, urgente y de gran alcance”.
La voladura de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 en septiembre del año pasado ha reabierto el debate sobre la debilidad estratégica en torno a la logística submarina. La autoría de aquel ataque se desconoce y circulan todo tipo de versiones mientras se desarrollan las pesquisas oficiales en secreto: el Ministerio de Defensa ruso apuntó en un primer momento a un equipo de saboteadores británicos, y después apostó por la cuestionada versión del periodista Seymour Hersh de que detrás estuvieron Estados Unidos y Noruega. Algunos medios estadounidenses atribuyen la acción a grupos proucranios que actuaron sin conocimiento del Gobierno de Volodímir Zelenski.
El secretismo de esta acción ha puesto de relieve la importancia de la guerra submarina, un escenario para el que Rusia se prepara desde hace años. El minisubmarino AS-31 Losharik sufrió en 2019 un accidente que se saldó con 14 muertos. Según la versión oficial del Ministerio de Defensa ruso, el navío llevaba a cabo investigaciones de aguas profundas en el momento del incidente. Sin embargo, la prensa rusa recogía en aquella época de menor censura que este buque estaba “diseñado para desempeñar operaciones a una profundidad de hasta seis kilómetros. En particular, el despliegue de una gran variedad de sensores y el corte de cables submarinos”, según una crónica de entonces del diario Lenta.
El AS-31 Losharik ejecutó su primera misión en 2012, cuando partió hacia las aguas del Polo Norte acoplado al submarino nuclear BS-136 Orenburg. Por entonces, Vladímir Putin ya había puesto los ojos en aquella región clave. “El Ártico no solo tiene reservas de hidrocarburos y otras materias primas; también es la ruta más corta desde el oeste hacia el océano Pacífico. Todo el mundo está interesado en nuestra Ruta Marítima del Norte, la cual será más navegable a partir de ahora por el cambio climático”, afirmó el presidente ruso en 2013.
La proyección naval es clave para el Kremlin para proteger estos intereses económicos. Aunque todos los ojos están puestos en los campos de batalla de Ucrania, Moscú ha enviado recientemente un aviso en el océano Pacífico. El Ministerio de Defensa ha organizado esta semana unas maniobras navales masivas en el mar de Japón, justo después de que su principal socio hoy, China, hiciese ejercicios militares para ensayar un bombardeo a Taiwán.
Las fuerzas armadas que dirige Serguéi Shoigú anunciaron este miércoles que la flota del Pacífico ha contado con el apoyo de ocho bombarderos estratégicos Tu-22M3, capaces de portar tanto misiles hipersónicos como armas nucleares, y de otras aeronaves que practicaron la lucha antisubmarina. Estos ejercicios militares se llevaron a cabo en torno a las islas Kuriles y Sajalín, reclamadas por Japón.
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