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La imputación de Trump agudiza la polarización en Estados Unidos

La situación procesal del expresidente, que comparecerá ante el juez el martes, marcará el ciclo electoral del próximo año y medio hasta las presidenciales de 2024

Donald Trump gesticula desde la parte trasera de su limusina, este sábado en Palm Beach.Foto: CHANDAN KHANNA (AFP) | Vídeo: EPV
Miguel Jiménez

Hace unos días, una multitud se agolpó en la escalinata del Tribunal Supremo de Nueva York, en el sur de Manhattan. Bajo un fuerte despliegue policial, los gritos de partidarios y detractores se repetían una y otra vez. La violencia parecía a punto de estallar. Hasta que el director de la secuela de la película Joker tuvo suficientes tomas, dio por cerrada la sesión de rodaje y los extras pudieron irse. En esa misma calle, solo un poco más al norte, Donald Trump tiene una cita el próximo martes. El primer expresidente de Estados Unidos imputado por un presunto delito ha llamado a protestas masivas y ha advertido del riesgo de “muerte y destrucción”. De momento, la decisión del gran jurado ha provocado menos protestas en la calle que la escena protagonizada estos días por Lady Gaga, pero los partidarios de Trump empiezan a movilizarse para el martes y la policía tratará de blindar la zona. En la memoria está el violento asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, que Trump no duda en homenajear.

La imputación de Trump marca un antes y un después en la política y la justicia de Estados Unidos. La investigación del fiscal Alvin Bragg de los pagos para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels ha polarizado aún más un país ya profundamente dividido, supone una prueba para las instituciones y marcará el año y medio largo de carrera electoral que queda hasta las presidenciales de 2024.

Ante una imputación por parte del gran jurado, el siguiente paso es la detención o entrega del acusado. El fiscal quería que el expresidente se entregase el pasado viernes, pero por razones logísticas y de seguridad, el servicio secreto, los abogados de Trump y la Fiscalía han pactado que la entrega sea este martes. Trump saldrá desde su mansión de Mar-a-Lago este lunes, volará a Nueva York en su avión privado y pasará la noche en su ático de la Trump Tower, en la Quinta Avenida. Desde allí, una caravana lo trasladará al número 100 de la calle Centre, donde están los juzgados de lo penal y la Fiscalía.

Tiene cita en la planta 15ª a las 14.15 horas (20.15 en la España peninsular), ante la sala de vistas donde le espera Juan Merchan, un juez nacido en Colombia y educado en Estados Unidos contra el que Trump ya ha arremetido, pues llevó el caso en que se demostró el fraude fiscal cometido durante años por la Organización Trump. Antes de comparecer, el expresidente será fichado: le tomarán las huellas dactilares y las fotografías de imputado, pero no le esposarán para su traslado ante el juez.

A Trump le informarán de sus derechos. En el tribunal se procederá a la lectura de los cargos contra él. Podrá declararse inocente o culpable y Merchan decidirá si establece una fianza o alguna otra medida cautelar. El expresidente planea volver a Mar-a-Lago esa misma tarde.

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Los cargos se han mantenido en secreto hasta ahora. A Trump se le investiga por haber ordenado a su abogado Michael Cohen, en las semanas previas a las elecciones que lo llevaron a la Casa Blanca en 2016, un pago de 130.000 dólares (unos 120.000 euros) para comprar el silencio de Stormy Daniels sobre una supuesta relación extramatrimonial de años antes y de luego reembolsarle ese dinero a Cohen haciendo pasar los desembolsos falsamente por minutas legales.

Ese engaño, una especie de falsedad o fraude mercantil, está considerado una falta con penas menores, pero sube de grado si ha servido para la comisión de un delito más grave como financiación ilegal de la campaña o de conspiración para influir en una elección o impedirla. Según fuentes citadas por la agencia AP, hay al menos un delito grave (felony) entre la treintena larga de cargos por los que el gran jurado ha decidido imputar a Trump

A la espera de las acusaciones concretas y de las pruebas de que dispone el fiscal, Lanny Davis, abogado de Michael Cohen (que ya fue condenado a la cárcel por ese pago por delito electoral y ahora es el testigo clave contra el expresidente) aseguró este viernes en una entrevista en la CNN que en la instrucción del caso hay “mucho más” de lo que se conoce. Davis citó documentos sobre el pago para comprar el silencio de la actriz, llamadas telefónicas, mensajes de texto, correos electrónicos y otros testigos.

A diferencia de los jurados que deciden en un juicio sobre la culpabilidad o inocencia en un juicio con acusación y defensa, el gran jurado solo tiene que decidir si hay indicios suficientes de delito. En este caso, el gran jurado estaba compuesto por 23 personas y bastaba la mayoría simple para imputar. Solo escucha las pruebas y testimonios propuestos por la acusación, lo que le concede una clara ventaja. Hay un dicho legal, cuyo autor fue un juez de Nueva York en la década de 1980 que sostiene que los fiscales de distrito pueden convencer a un gran jurado para que “impute a un sandwich de jamón”. Mike Pence, que fue el vicepresidente de Trump, lo recordó el jueves en una entrevista en la CNN. El congresista republicano por Alabama Barry Moore fue más allá e invitó a bocadillos el viernes en el Capitolio.

Trump recibió la noticia en Mar-a-Lago, personas de su entorno difundieron en Twitter y en Instagram fotos en que se le ve con la ex primera dama, Melania, cenando esa noche en el restaurante del club. Al expresidente y su equipo el anuncio les pilló por sorpresa, pues se había publicado que el gran jurado no se volvería a reunir para tratar el caso hasta unas semanas después. En todo caso, Trump tenía su respuesta preparada y no tardó en disparar: “Es un ataque a nuestro país”, “persecución política”, “interferencia electoral al más alto nivel”, “Estados Unidos es ahora un país del tercer mundo”, “caza de brujas”. Luego estuvo publicando mensajes en su red social hasta altas horas de la madrugada.

Pese a no conocerse siquiera las acusaciones, hubo un cierre de filas casi completo en las filas republicanas, que se convirtieron en eco de las expresiones de Trump. Entre los silencios, el más significativo fue el del líder republicano del Senado, Mitch McConnell, enemigo declarado del expresidente. “Se trata más de venganza que de justicia”, tuiteó Nikki Haley, rival oficial de Trump en las primarias.

Pence salió asimismo en defensa de su antiguo jefe pese a que aspira también a presentarse y competir con él. El exvicepresidente suscribió la tesis de la “persecución política” y dijo que era un “escándalo”. Más aún, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que pareció distanciarse de Trump hace dos semanas cuando el expresidente pronosticó su detención, no solo proclamó en Twitter que la imputación es “antiamericana” sino que incluso amenazó con saltarse la ley e incumplir su obligación de extraditar a Trump si se lo solicitaban, acaso conocedor de que este se presentaría voluntariamente al juzgado.

“Un intento de interferir en nuestra elección presidencial”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. Trump se dio prisa en presentar oficialmente su candidatura y ahora alega interferencia electoral. “Caza de brujas”, señalaron los congresistas George Santos, Lauren Boebert y Matt Gaetz, entre otros. También Marjorie Taylor Greene (conocida por sus iniciales como MTG), una de las más cercanas al expresidente, pero con palabras malsonantes: “Basta de esta mierda de caza de brujas”.

MTG es una de las muchas republicanas que ha reclamado de una forma u otra venganza y también de las que ha anunciado que irá a Nueva York el martes a apoyar a Trump. Ha pedido un proceso político (impeachment) contra el presidente, Joe Biden. Otros han pedido investigar al fiscal o a Hunter Biden, hijo del presidente. O a los demócratas en general: “Cuando Trump gane, ESTA GENTE LO PAGARÁ”, tuiteó el representante por Texas Ronny Jackson.

En los medios de comunicación de derechas se ha instalado una retórica guerracivilista que no es del todo nueva. En la misma semana en que se conocía que la FOX iría a juicio por difamación por su descarada y voluntaria manipulación informativa tras las elecciones de 2020, su presentador estrella, Tucker Carlson, declaraba que con la imputación a Trump el Estado de derecho estaba suspendido y añadía: “Probablemente, no sea el mejor momento para renunciar a tu [fusil de asalto] AR-15″.

Mensajes guerracivilistas

Carlson llevó como invitado a Glenn Beck, autor superventas y fundador de The Blaze, otro medio extremista, que fue más allá: “Voy a hacer una predicción. Para 2025 vamos a estar en guerra, vamos a tener un nuevo dólar y (...) un colapso de la moneda y vamos a vivir en un Estado policial virtual. Sé que puede sonar loco para mucha gente. No está muy lejos. La Declaración de Derechos ha desaparecido”. Esos son los mensajes que recibe estos días la audiencia del canal informativo líder en su horario estelar.

En las primarias republicanas, ese clima de polarización favorece a Trump. Como decía hace unos meses Charlie Cook, analista político y experto en tendencias electorales, fundador del Cook Political Report, “cerca del 50% de los votantes de las primarias republicanas saltarían del Gran Cañón si Trump se lo pidiera”. Para los potenciales rivales de Trump, criticarle por la imputación sería ponerse del lado de los demócratas, lo que explica el cierre de filas.

Trump lo sabe y utiliza su papel de víctima y mártir. Dedicó a sus problemas judiciales la mayor parte de su primer mitin de campaña, la semana pasada, y nada más ser imputado lanzó una ofensiva de mensajes para recaudar fondos con gran éxito. En 24 horas, según afirmó la campaña de Trump en un comunicado el viernes, logró donaciones por cuatro millones de dólares, con una media de 34 dólares por persona.

Eso implica cerca de 120.000 simpatizantes que aflojaron el bolsillo. “Este increíble aumento de las contribuciones populares confirma que el pueblo estadounidense ve la acusación contra el presidente Trump como una vergonzosa instrumentalización de nuestro sistema judicial”, decía el comunicado de la campaña. “Lo más destacable es que más del 25% de las donaciones procedían de donantes primerizos a la campaña de Trump, lo que consolida aún más el estatus del presidente Trump como claro favorito en las primarias republicanas”, añadía.

Pero ser favorito en las primarias republicanas no implica serlo para las presidenciales. Muchos republicanos temen que se repita la decepción de las legislativas de mitad de mandato, cuando Joe Biden parecía contra las cuerdas y acabó reteniendo el control del Senado y logrando el mejor resultado de un presidente en el cargo en 20 años. Todos señalaron entonces a Trump, sus mensajes apocalípticos y los candidatos más extremistas del Partido Republicano como el factor que ahuyentó a los votantes independientes y moderados.

Así lo cree Michael Duhaime, que fue asesor de George W. Bush, John McCain y otros dirigentes republicanos, y ahora es jefe de la consultora MAD Global: “Ser imputado puede consolidar a los partidarios de Trump, pero recupera absolutamente cero votantes que lo dejaron entre 2016 y 2020. Ninguno. Ningún independiente que haya votado a Biden cree que Trump sea un mártir o una víctima digna de apoyo”, tuiteó este viernes.

La imputación de Trump marcará el año y medio largo de ciclo electoral que falta hasta las elecciones presidenciales de 2024. El gran beneficiado puede resultar Biden. La popularidad del presidente sigue siendo muy baja y su avanzada edad siembra dudas entre algunos dirigentes demócratas, pero está dispuesto a presentarse a la reelección, no se atisban alternativas viables y tener a Trump como rival es quizá el mejor escenario que puede imaginar. La postura de los demócratas ha sido que la imputación del expresidente demuestra que nadie está por encima de la ley.

Biden ni siquiera ha llegado a ese punto. Prefiere mantenerse al margen y no alimentar su imagen de víctima. El viernes se acercó intencionadamente a los periodistas al salir de la Casa Blanca y le preguntaron hasta cinco veces.

—Señor presidente, ¿alguna reacción a la acusación contra Trump?

—No.

—¿Le preocupa que esto divida aún más a nuestro país, la imputación?

—No tengo ningún comentario al respecto.

—¿Le preocupan las posibles protestas a raíz de la acusación?

—No, no voy a hablar de la imputación de Trump”.

—¿Qué significa para el Estado de derecho que el expresidente Trump haya sido acusado?

—No tengo ningún comentario sobre Trump.

—¿Cree que las acusaciones contra Trump tienen motivaciones políticas?

—No tengo nada que decir sobre Trump.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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