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Félix Maradiaga: “Ese tiempo en la cárcel no se lo deseo a nadie, pero era necesario para desenmascarar a Ortega”

El antiguo precandidato opositor nicaragüense arrestado en 2021 reflexiona en entrevista con EL PAÍS sobre su experiencia y la deriva del régimen de Ortega y Murillo

Félix Maradiaga abraza a su hija, Alejandra, al llegar desde Nicaragua a el aeropuerto de Dulles, a las afueras de washington D.C
Félix Maradiaga el 9 de febrero de este año, día que aterrizó en Washington exiliado desde Managua.Jose Luis Magana (AP)
Wilfredo Miranda Aburto

Felix Maradiaga dice que una de las peores torturas que recibió en la prisión de El Chipote fue no tener acceso a una Biblia o material de lectura. Ahora que el precandidato opositor, arrestado por Daniel Ortega y Rosario Murillo en junio de 2021, recapacita en el destierro en Estados Unidos sobre su aislamiento en las celdas, recuerda a Maquiavelo, Cervantes y Marco Polo.

“Una de las cosas que me estaba dando cuenta es que, por ejemplo, el Quijote se empezó a escribir desde la cárcel cuando Cervantes estuvo preso en Sevilla. El príncipe de Maquiavelo igual. Marco Polo también escribió parte de sus obras desde la cárcel… Entonces me llama mucho la atención que estas obras se escribieron en cárceles medievales, casi cuevas, donde esta gente tenía acceso a un papel y un lápiz. Pero nosotros no teníamos ese derecho en El Chipote”, dice Maradiaga. “Los que somos hombres y mujeres de pensamiento, necesitamos de la lectura. La privación extrema de cualquier material de lectura es una de las formas de tortura más inclementes que hay”.

Desde que fue desterrado, Maradiaga ha reactivado su activismo político. Aunque dice que está tratando de dedicar un tiempo al “auto cuidado personal”, lo cierto es que sigue al pie de la política y en esta entrevista con EL PAÍS habla sobre su visión ante un nuevo escenario de totalitarismo en Nicaragua.

Pregunta. ¿Fue de los presos políticos que más maltrato físico recibió antes de que te apresaran? ¿Cómo fue la experiencia en El Chipote?

Respuesta. Realmente la experiencia de la cárcel fue sumamente dura. Yo describo esos 611 días como un desierto. De esos tres meses, pasé 77 días en solitario, a los que después se sumaron otros días adicionales en la celda de castigo. Durante todos los primeros meses yo inicié varias huelgas de hambre exigiendo una llamada con mi familia, una Biblia y acceso a mi abogado. Fueron días muy duros. Pero una cosa que puedo decir es que inconscientemente, sin yo mismo darme cuenta, desde hace años me venía preparando para ese momento.

P. ¿Más allá de las oraciones a qué se aferraba?

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R. En primer lugar a mi espiritualidad, a la oración. En segundo lugar, a la idea firmé de que estaba en ese lugar por mis convicciones. Curiosamente, años antes había leído un libro de Viktor Frankl, El hombre en búsqueda de sentido, en el que narra su doloroso paso por el Holocausto en los campos de concentración. Y si mal no recuerdo, él decía algo así sobre el sufrimiento: lo que te hace madurar y crecer como persona es que el sufrimiento tenga un propósito de vida; un porqué vivir, el por qué soportar lo que estás pasando. Y una vez que vos entendes ese propósito, podés soportar casi cualquier cosa. Yo me refugié en mi mundo interior para poder encontrar serenidad en la oración, en el ayuno, pero también en la indignación de lo que estaba pasando en Nicaragua y en mi propósito de vida con relación a la lucha contra la dictadura. O sea, cada día que estaba pasando ahí, yo sabía que era una forma de protestar, dado que mi voz había sido callada. Yo había estado durante varios meses en arresto domiciliario. Entonces yo siempre miré la cárcel como una forma de lucha cívica.

P. ¿Por qué cree que el régimen decide liberarlos y desterrarlos?

R. El régimen no logró obtener por nosotros el canje que esperaba. La comunidad internacional no dobló el brazo a pesar de los arrestos arbitrarios que hizo con los precandidatos y que después lo fue ampliando. La comunidad no solo no cedió, sino que hubo más sanciones. En segundo lugar, estamos en el ojo internacional y Ortega se ha beneficiado muchísimo de todo lo contrario. Es decir, cuando Nicaragua deja de ser noticia es cuando más arbitrariedades han pasado. Y esos arrestos que se habían dado entre el 2021 e incluso 2022, obviamente creo que lo colocaron en el radar. Y un tercer aspecto que no puedo dejar de mencionar es la incidencia internacional que hizo un montón de gente. Particularmente quiero reconocer el trabajo de Berta [Valle], mi esposa, y de Vicky [Cardenas], la esposa de Juan Sebastián Chamorro, que recorrieron el mundo haciendo una incidencia increíble.

P. El Hobierno se queda sin fichas al desterrarlos... ¿Dónde se sitúan en este nuevo escenario a partir de su destierro?

R. El régimen queda humillado ante su propia gente, porque ese argumento de que nos está mandando a Estados Unidos como mercenarios, ni el nicaragüense más sencillo se lo traga. Nos enviaron a Estados Unidos, un país en donde, queramos o no, se ha visto como la alternativa de migración prioritaria cada vez que hay crisis política o económicas. Incluso mucha gente de origen sandinista ha pasado por grandes periplos en la frontera para poder encontrar nuevas oportunidades. Y de repente ven que aquellos a quienes Ortega se refirió como criminales y terroristas los están sacando como héroes en un avión enviados por Estados Unidos y recibidos en Washington por todas las autoridades. Ante su propia gente jamás va a ser visto como una victoria. Por eso es que él procede, en mi opinión, a quitarnos la nacionalidad. No solamente por las implicaciones jurídicas que tiene en cuanto a las inhibiciones y las confiscaciones, obviamente, sino para darle a su base sustento a esta idea de que está mandando a Estados Unidos a los mercenarios.

P. ¿Qué sucedió en 2001 que impidió que la oposición pudiera hacer un solo bloque para enfrentar a Ortega? Eso creen muchos analistas, aparte de la represión, los volvió más vulnerables…

R. Tengo una lectura diferente a la de los analistas. No soy tan pesimista de lo que estaba pasando y voy a explicar por qué. En primer lugar, en febrero del 2021 los precandidatos con mayor representatividad en los grupos organizados, junto a algunos independientes, habíamos llegado a un acuerdo bastante firme de que no íbamos a ir divididos. Tenía que darse un proceso, sea cual fuese, en el que se escogía a un candidato de oposición. Yo puedo asegurar inequívocamente que íbamos a llegar a esa decisión. La otra cara de la moneda es la crítica. Efectivamente, no habíamos llegado a una unidad de organizaciones, pero sí de personas. Creo que esa es la gran lección aprendida, que la unidad no se puede lograr necesariamente alrededor de sopa de letras, sino alrededor de principios, objetivos y de hombres y mujeres comprometidos con esos principios. Hubo errores de comunicación grandísimos. Para mí el más grande fue dar la imagen de controversias personales cuando entre los principales precandidatos, porque ya no somos, existe una gran amistad y cordialidad. Sin embargo, la forma en que se comunicaba afuera era sobre un proceso competitivo, que es normal en cualquier otro contexto político, pero que más bien dio una imagen de fragmentación. ¿Y cómo se aprende de esos errores? Tratando de simplificar los procesos de construcción de un frente único de oposición, es decir, sin tanta burocracia organizacional alrededor . Pero además de eso con una mayor voluntad de lograrlo, porque yo no nunca me convencí de que todos querían la unidad... Había algunos sectores políticos, que la opinión pública conoce, que realmente se beneficiaban de que no se pudiese construir una unidad o coalición amplia y fuerte.

P. Actualmente algunas voces, en especial las que se auto describen de derecha, persisten en esta discusión ideológica de izquierda y derecha que meten mucho ruido.

R. Te lo voy a decir sin tapujos. Yo soy y he sido siempre anti-sandinista. Vengo de una experiencia anti-sandinista de toda mi vida por la confiscación que sufrió mi familia, etcétera. Pero yo en esa cárcel vi sufrir a mucha gente que no solamente venía del sandinismo histórico, sino también a recientes, a personas que hasta hace muy poco habían sido parte de la Administración pública, de la Corte de Justicia. Eso me lleva a una reflexión que la había compartido en muchos momentos antes de mi encarcelamiento, pero que ahora la quiero ratificar con toda franqueza y firmeza: y es que Ortega no no hace excepción entre nadie que se oponga a sus planes de una dictadura familiar y de un plan de sucesión. Si el que se le pone enfrente es alguien que en algún momento fue su aliado, lo va a desbaratar. Yo creo que todos aquellos con compromiso con los derechos humanos, la libertad, la justicia y la democracia tenemos que mostrar que ese compromiso no es desde lo abstracto, sino que es concreto: formar un frente único. Esta es una lucha entre tiranía y democracia. No es una lucha entre izquierda y derecha.

P. Mientras estuvieron presos, los Ortega-Murillo afianzaron un modelo totalitario. ¿Cómo interpreta este nuevo contexto político?

R. Creo que el régimen está cometiendo un montón de errores y hay que dejarlos que los siga cometiendo. No permitir que Ortega apueste a que la oposición no se va a poder unir. Es todo lo contrario. La oposición tiene que aprovechar este momento en que los ojos del mundo están puestos sobre Nicaragua para pasar a una etapa de presión internacional bastante más concreta. Gran parte de la comunidad internacional se reservó una cantidad de acciones de más presión. Y voy dar un ejemplo concreto con el tema del BCIE (Banco Centroamericano de Integración Económica)… No puede ser que el banco continúe financiando una dictadura. No hay argumento razonable… Parte de la comunidad internacional no estaba totalmente convencida de que en Nicaragua había una plataforma única de oposición en caso de un colapso abrupto de la dictadura. Entonces, en la medida en que nosotros podamos establecer ese frente único de oposición, la comunidad internacional va a tomar próximos pasos.

P. ¿Cómo ve la propuesta Humberto Ortega de una “tregua” y que la salida es la realización de elecciones?

R. Estoy en desacuerdo. Yo siempre he creído que las elecciones libres son fundamentales para toda democracia. Pero para elecciones libres hay precondiciones fundamentales y nosotros estamos en este momento lejísimos de esas condiciones. Que no haya presos políticos y que existan instituciones electorales que puedan ser árbitros reales de una competencia. Nosotros intentamos ir a un proceso electoral bajo el sistema viciado de Ortega porque era parte de la estrategia de quitarle la máscara. Creo que fue correcto llevarlo a cometer todos estos errores. Pero lo hicimos a costa de un precio personal, familiar y humano enorme. Esa carceleada no se la deseo a nadie, pero era necesaria para desenmascarar a Ortega. ¿Por qué nos echó preso Ortega? Precisamente porque él pensaba de que, al no dar condiciones para elecciones libres, nosotros nos íbamos a salir del proceso electoral, dejando un argumento a la comunidad internacional de que Ortega no tenía a nadie que se le opusiera de forma organizada y unificada dentro de Nicaragua. Y esa es mi invitación precisamente a que ahora pasemos a una nueva etapa de lucha cívica, no violenta, de mayor presión internacional, pero que sólo se va a dar si nos ven unidos.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.

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