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Terremoto en el aparato sandinista por el arresto del jefe de la inteligencia política de Daniel Ortega

Adolfo Marenco fue relevado de su cargo a finales de 2022 y ahora se encuentra en la cárcel El Chipote, la peor mazmorra del régimen sandinista

Policías hacen guardia al exterior de la cárcel El Chipote, en una fotografía de 2018.
Policías hacen guardia al exterior de la cárcel El Chipote, en una fotografía de 2018.Alfredo Zuniga (AP)

Todo empezó con un cambio de nombramiento el 16 de noviembre de 2022, o más bien un relevo, si se toma en cuenta que el comisionado general Adolfo Marenco –un alto cargo considerado intocable en el esquema represivo del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo– fue removido de su cargo como jefe de investigación y de inteligencia política de la Policía Nacional. El oficial fue reubicado en otro de menor envergadura, en una comisión de servicio en el Instituto de Seguridad Social y Desarrollo Humano (Issdhu), instancia que administra las pensiones policiales. En el nuevo puesto duró sólo nueve días: el diario oficial La Gaceta anunció su sorpresivo retiro y en la primera quincena de enero se conoció que fue apresado en la Dirección de Auxilio Judicial, la prisión mejor conocida como El Chipote, donde el régimen mantiene encerrados a los presos políticos en condiciones “inhumanas y degradantes”, según las denuncias.

El encarcelamiento de Marenco provocó una sacudida en la policía, una institución hermética, señalada de cometer crímenes de lesa humanidad y sometida directamente al dictado de la pareja presidencial. El comisionado general era parte del “círculo de hierro” de los Ortega-Murillo al ocupar un puesto clave en la persecución de opositores. Dada su vasta experiencia en inteligencia era temido por su eficacia. Marenco es un agente que operaba en las sombras: de todos los altos mandos policiales, era el que tenía el perfil más bajo y el único que no ha sido sancionado por el Gobierno de los Estados Unidos.

Por eso, cuando el 15 de enero el comisionado en retiro fue sacado de su casa por los oficiales que antes comandaba, y trasladado a El Chipote donde lleva más de dos semanas y media recluido, rondaron en los pasillos policiales diferentes versiones sobre su caída. El medio digital Confidencial publicó que el exjefe de inteligencia está detenido porque quería fugarse del país y por negarse a cumplir las órdenes de los dictadores sandinistas. Por otro lado, 100% Noticias informó de que desconocían si la detención estaba ligada a la política, negocios, corrupción o narcotráfico. Otras dos versiones extraoficiales apuntan a que el encarcelamiento de Marenco estuvo motivado por una supuesta investigación que realizaba a integrantes del Ejército de Nicaragua. Las pesquisas que realizaba el exsubdirector de la policía no cayeron bien en el seno del cuerpo castrense que informó inmediatamente a Ortega, quien supuestamente ordenó la detención del comisionado general en retiro.

Según esta tesis, la investigación fue una iniciativa de Marenco para “quedar bien” con Rosario Murillo y entregarle en bandeja de plata los entresijos de algunos militares que realizan negocios a espaldas del régimen sandinista. Esta versión, sin embargo, no pudo ser corroborada por este medio. Es conocido que el alto mando militar responde estrictamente a Ortega y la relación que la vicepresidenta mantiene con el cuerpo castrense es tensa. La última versión es que Marenco “pasaba información a los Estados Unidos”, algo que tampoco ha podido ser confirmado: el comisionado en prisión era, de acuerdo con esta hipótesis, el enlace permanente de la Administración de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) en Nicaragua.

El secretismo genera rumores

El Gobierno de los Ortega-Murillo no ha dicho ni una sola palabra del arresto de Marenco, hecho que varias fuentes ligadas a la policía han confirmado a EL PAÍS. Este silencio sepulcral ha dado paso a estas versiones. En las últimas semanas también han sido arrestados funcionarios del poder judicial, como el vocero Roberto Larios, un fiel sandinista. Ha habido interrogatorios en El Chipote contra la magistrada Ileana Pérez y el alcalde sandinista de El Tuma-La Dalia, quien luego dijo que no lo habían destituido, sino que “renunció por motivos de salud”. Otros supuestos arrestos de altos comisionados también han rondado, pero en estos casos los oficiales han sido reincorporados a la institución.

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Para la experta en seguridad y socióloga Elvira Cuadra, es difícil contrastar estos “movimientos” porque no hay acceso a información oficial. “Mucho menos comprender la intención de los cambios. En la Policía se maneja con mucho hermetismo, porque de conocerse eso, tendría impacto en el resto de los efectivos de la institución”, explica Cuadra y añade que la única certeza es en el caso de Marenco, debido a la “forma en que se ha manejado la institución”. “Hay una reconfiguración del círculo de confianza y lealtad más cercano a los Ortega-Murilo”, resalta.

El exdiputado opositor en el exilio, Elíseo Núñez, dijo que después del arresto de Marenco vino una “oleada de desinformación” soltada por el mismo régimen. La razón, explicó a EL PAÍS, ha sido soltar rumores de que otros comisionados están presos y luego han aparecido. “Tratan de ocultar lo que realmente está detrás, que es la destitución del jefe de inteligencia, su captura y que Marenco sigue detenido”, analizó.

“Definitivamente eso no es poca cosa: lo que ellos [el Gobierno] han tratado de hacer es generar una serie de rumores, la mayoría de ellos falsos, para tratar de quitarle credibilidad al hecho de que tienen preso a el más importante oficial que dirigió la represión después de las protestas sociales de 2018″, continúa Núñez, en referencia a que el comisionado arrestado dirigió las capturas y seguimiento de opositores, entre ellos todos los precandidatos presidenciales, antes de las elecciones generales de 2021 en las que Ortega y Murillo se atornillaron en el poder.

“Adicionalmente, creo también que el tema de Marenco tiene que ver con que la Policía está siendo sacudida por Ortega para quitar a quienes le pueden resultar caro por todos los servicios, entre comillas, prestados por los asesinatos y la represión”, dice Núñez. “Eso le crea una cúpula de inmunidad a muchos policías que no le conviene a Ortega, porque no va a favor del control férreo que necesita tener”.

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