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Leslie Morgan Steiner, escritora: “El envejecimiento puede ser glorioso”

Esta experta estadounidense en género, víctima de violencia machista en su juventud, rompe estereotipos y combate la invisibilidad de la mujer pasados los 50

Leslie Morgan Steiner
La escritora estadounidense Leslie Morgan Steiner en Madrid, a principios de febrero.Jaime Villanueva
Lucía Abellán

El rostro luminoso y la vitalidad de Leslie Morgan Steiner (Washington, 57 años) ocultan una durísima experiencia como víctima de violencia machista que la escritora ha logrado transformar en un ejemplo de superación. Cuatro décadas después de haber vivido en España como estudiante, esta experta en asuntos de la mujer y excolumnista del diario The Washington Post regresó recientemente a Madrid para una breve estancia en la que constató “cuánto ha avanzado España en derechos de las mujeres y cuánto ha retrocedido Estados Unidos en los últimos cinco años”. Su balance es rotundo: “El cambio es posible, pero también muy frágil; hay que luchar por mantenerlo”.

Pregunta. Su último libro, The naked truth (La verdad desnuda), aborda el fenómeno del envejecimiento y la sexualidad en la mujer. ¿Cuál es su verdad desnuda sobre este asunto?

Respuesta. Lo que se escucha y se lee sobre el envejecimiento de la mujer es extremadamente negativo. Pero yo no tuve esa experiencia. Me divorcié del padre de mis hijos cuando tenía 49 años y fue un renacimiento. Empecé a salir con hombres mucho más jóvenes. Y me encantó. Es exactamente lo que hace un hombre de mediana edad en esas circunstancias: se cita con mujeres más jóvenes para alimentar su ego. Yo me había pasado la vida ridiculizando a ese tipo de hombres. Sin embargo, lo hice y me encantó. Quise escribirlo. El envejecimiento puede ser glorioso.

P. Y llega a esas conclusiones después de una vivencia impresionante como víctima de violencia de género. Choca cómo lo cuenta: con calma, incluso con humor. Pero habla de una experiencia tan dura como tener una pistola cargada sobre su cabeza.

R. Más veces de las que puedo recordar.

P. ¿Cómo se sentía en esos momentos?

R. Fue tan gradual que me insensibilicé. En aquel momento nunca tuve miedo. Él ponía la pistola cargada contra mi sien y a la cuarta o quinta vez incluso me decía a mí misma: ‘oh, venga ya’. Me podía haber matado en cualquier momento, pero entonces estaba bloqueada porque tenía que sobrevivir. Ahora me aterroriza pensarlo. Al día siguiente de esos episodios, él volvía a ser divertido, encantador y cariñoso. Ese era uno de los motivos que hacían tan difícil dejarlo. Hasta que no pude más. En la última paliza estaba tan agresivo y vi tan claro que iba a matarme que se rompió toda mi estrategia de negación. Entonces, me asusté mucho. Aún me estremece pensarlo. No lo he vuelto a ver en 30 años.

P. Entonces rompió el silencio, algo que usted considera crucial para acabar con ese tipo de situaciones.

R. Me llevó mucho tiempo. Cinco años en total. Al principio, no podía pensarlo ni hablarlo. Pero cinco años después me había vuelto a casar y había tenido mi primer hijo. Me sentía segura y con ganas de intentar comprender qué me había pasado. Empecé a escribir Crazy love [Amor loco], se publicó y comencé a hablar de ello. Creo que es clave romper el silencio, pero también hacerlo de forma que los demás lo oigan. Si hubiera estado llorando o muy negativa respecto a mi experiencia, no creo que la audiencia hubiera podido captarlo. Por eso traté de usar el humor.

P. Lo ha seguido empleando. Ahora su discurso ha evolucionado hacia mensajes del tipo: “Sí, tengo más de 50 años y llevo biquini”.

R. [Ríe]. Sí, trato de ser accesible y de romper estereotipos.

P. Además de su trabajo como columnista en el diario, fue directora gerente de la revista de The Washington Post durante cinco años. ¿Cómo debería ser el modelo de negocio periodístico para resultar sostenible hoy?

R. [Se lo piensa]. Ojalá tuviera soluciones. Lo que creo, muy fervientemente, es que necesitamos a los periodistas. No hay sociedad que pueda funcionar sin una prensa libre e independiente. La solución de The Washington Post siempre ha sido tener propietarios muy ricos. Eso ha funcionado. Hay otros modelos, como el de medios públicos subvencionados. No me gustaría vivir en una sociedad que no tenga libertad de prensa. Si viniera y te dijera: ‘voy a tener periodistas y escritores bien pagados en todos los lugares del mundo y vamos a hacer un periódico diario’, tú dirías: ‘no voy a invertir en eso, es un negocio ridículo desde el punto de vista del beneficio’. Sí, pero es esencial para la humanidad.

P. ¿Cómo evoluciona la situación de las mujeres en Estados Unidos?

R. No hay nada que admita más un análisis de blanco y negro que la situación entre Obama y Biden, por un lado, y Trump, por otro. Biden es un campeón para las mujeres. Ya con Obama se pusieron las bases para la protección de las mujeres víctimas de violencia de género. Trump hizo todo lo que pudo para socavarla. Se retiró toda la protección contra los delitos sexuales, además de los nombramientos en el Supremo… He votado a los republicanos en el pasado, pero ahora no los respeto nada. Da miedo y es asqueroso.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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