Israel debate introducir la pena de muerte en el caso de asesinatos a judíos por motivos políticos
La propuesta, aprobada por el Parlamento en lectura preliminar, busca ampliar la pena capital, solo aplicada por la justicia civil del país al nazi Adolf Eichmann en 1962
Una propuesta de ley para castigar con la pena de muerte el asesinato de israelíes judíos por motivos políticos ha pasado este miércoles su primer trámite parlamentario. La iniciativa, que abandera el partido ultraderechista Poder Judío y apoya el primer ministro Benjamín Netanyahu, ha recibido 55 votos a favor, nueve en contra y cero abstenciones en su lectura preliminar. El pleno del Parlamento (120 diputados) estaba medio vacío porque un sector de la oposición ha boicoteado la sesión, al votarse también parte de la polémica reforma judicial promovida por el Gobierno, contra la que miles de israelíes han salido este miércoles a las calles tras dos meses de manifestaciones multitudinarias.
La propuesta pretende ampliar la pena de muerte ―nunca aplicada a palestinos― a “quien intencionadamente o por indiferencia cause la muerte de un ciudadano israelí cuando el acto se cometa por un motivo racista o de odio a un determinado colectivo [...] y con la intención de dañar al Estado de Israel y el renacimiento del pueblo judío en su patria”, lo que de facto significa el asesinato de israelíes judíos por motivos políticos.
La pena capital figura en la legislación nacional como una herencia legal del Protectorado británico sobre Palestina. Nunca fue derogada, pero en 1954 se circunscribió a delitos muy excepcionales por una mezcla de consideraciones legales, éticas y religiosas. En los tribunales civiles, solo se ha aplicado a un oficial nazi, y en los militares, que rigen para los palestinos bajo ocupación castrense, requiere la decisión unánime de tres jueces. Según la nueva propuesta, si el delito se comete en el territorio ocupado de Cisjordania, la justicia militar podría aprobarla por mayoría simple, sin opción de revisión a la baja.
Israel lleva un cuarto de siglo sin pronunciar condenas capitales y los fiscales militares apenas las piden porque asumen que causan más mal que bien. Las escasas sentencias han acabado tumbadas por el Supremo o conmutadas por cadena perpetua. Solo se ha aplicado en dos ocasiones, la última en 1962. Fue el ahorcamiento del nazi Adolf Eichmann, secuestrado por el Mossad en Buenos Aires y transportado en secreto a Israel. Su juicio es particularmente famoso porque inspiró el ensayo Eichmann en Jerusalén, en el que la filósofa Hannah Arendt acuñó el concepto de “la banalidad del mal”. En 1948, durante la primera guerra árabe-israelí, un judío, Meir Tobianski, fue ejecutado por espionaje, por decisión de una corte castrense improvisada. Un año más tarde, fue exonerado a título póstumo.
La enmienda es una de las propuestas estrella de Poder Judío, el partido del ultraderechista Itamar Ben Gvir, que solía animar en campaña a sus seguidores a corear “¡Muerte a los terroristas!”. El pasado domingo, cuando el comité ministerial de legislación aprobó la medida, Netanyahu y Ben Gvir quisieron mostrar unidad con un comunicado conjunto en el que defendían que la ley “cortará el terrorismo de raíz y creará una gran disuasión”. También recordaron que “la mayor democracia del mundo”, en referencia a Estados Unidos, aplica la pena capital.
En realidad, según la prensa local, Netanyahu prefería retrasar la votación hasta el final, en abril, del mes sagrado musulmán de Ramadán y la festividad judía de Pesaj, en las que las fuerzas de seguridad israelíes temen un estallido de violencia. Pero Ben Gvir, que ha amenazado con dimitir si sus propuestas son orilladas, remitió a una cláusula del acuerdo de coalición y forzó la votación de este miércoles.
Limor Son Har-Melej, diputada de Poder Judío que perdió a su primer marido en un atentado palestino, presentó la propuesta en la Knesset. La definió como “ética y justa”, además de “una reparación personal y nacional”. “Hemos olvidado cómo combatir al enemigo”, lamentó tras recordar que varios miembros de la célula que mató a su marido fueron excarcelados en el canje, en 2011, de más de mil presos palestinos por el soldado israelí cautivo en Gaza Guilad Shalit. Ben Gvir también tomó la palabra para defender el texto: “A veces queremos mostrarnos morales o humanos, pero en este caso, si no la aprobamos, no seremos morales ni humanos hacia nuestros hijos”.
El texto ha contado con el apoyo de un partido de oposición: Israel Nuestro Hogar, de Avigdor Lieberman, que llevó al Parlamento en la década pasada una propuesta similar, cuando estaba en el Gobierno con su hoy némesis Netanyahu. Lieberman defendió este miércoles que, si democracias como Estados Unidos o Japón aplican la pena capital, más derecho a hacerlo Israel que vive en “peligro existencial”.
Un camino complicado
La propuesta, sin embargo, tiene complicado salir adelante por dos motivos. El primero es que, pese a su defensa pública, no entusiasma a Netanyahu. En sus anteriores 12 años como primer ministro (2009-2021), no la promovió, consciente de lo poco que gusta en la cúpula de las fuerzas de seguridad. En 2017, en una conversación con familiares de víctimas de un atentado, pidió que se aplicase a los autores, pero en la práctica frenó al año siguiente una iniciativa para facilitarlo. Este año, ya al frente de la coalición más derechista de la historia de Israel, apoyó la propuesta de Poder Judío con el argumento que hay “casos extremos de personas que han cometido crímenes abominables” y “no merecen vivir”.
El segundo motivo es que solo saldrá adelante si los dos partidos judíos ultraortodoxos que integran la coalición, Shas y Judaísmo Unido de la Torá, se abstienen o votan a favor. Históricamente, se oponen a la pena de muerte por motivos religiosos. Su apoyo no está garantizado más adelante.
La consejera jurídica del Gobierno, Gali Baharav-Miara, ya advirtió la semana pasada de que la iniciativa vulnera la Ley Básica (por la que se rige el país al carecer de Constitución), adolece de efecto disuasorio y va a contracorriente de la tendencia universal a la abolición. Tras la votación, Adalah, una ONG que representa a la minoría palestina con ciudadanía israelí, la ha tildado de “ley inmoral” que busca “establecer dos sistemas legales separados basados en la raza”.
También ha habido críticas desde el extranjero. La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, manifestó este martes su “firme oposición”. “Los Estados están abandonando esta práctica cruel, en parte porque se ha demostrado su inefectividad como elemento disuasorio”, agregó en una rueda de prensa en Berlín con su homólogo israelí, Eli Cohen. Ben Gvir respondió poco después aludiendo, sin nombrarlo, al Holocausto: “Los alemanes son los últimos que nos deberían dar lecciones. Deberían pensárselo mil veces antes de hablar sobre el derecho de Israel a defenderse”.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional ve en el enunciado de la propuesta “un intento de crear una distinción con una base nacionalista-étnico-política”, lo que “la convierte en una ley de apartheid, que es un crimen contra la humanidad”.
Netanyahu compara las manifestaciones contra la reforma judicial con un ataque de colonos radicales a palestinos
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha comparado este miércoles las manifestaciones en Tel Aviv contra la polémica reforma judicial que promueve el Gobierno con el “pogromo” —como lo ha definido el jefe del Comando Central del ejército israelí, Yuval Fuchs— que efectuó un grupo de colonos judíos radicales el pasado domingo en Cisjordania. Los ultranacionalistas mataron a un palestino e incendiaron decenas de sus casas y vehículos en la localidad de Huwara en represalia por la muerte poco antes de dos israelíes en un atentado.
El ministro de Finanzas israelí, el ultraderechista Bezalel Smotrich, ha pedido este miércoles "borrar" Huwara, aunque luego ha matizado que se refería "solo a los terroristas" y de mano de las fuerzas de seguridad. Cinco personas han sido detenidas este miércoles por aquellas acciones.
Netanyahu ha hecho el símil en una alocución extraordinaria a última hora de la tarde del miércoles, después de que miles de israelíes marchasen en distintos puntos del país. El primer ministro ha insistido en que “el derecho a la manifestación no es el derecho a llevar al país a la anarquía” y que “hay líneas rojas que no se pueden cruzar”, en referencia al corte de carreteras y los incidentes violentos, que han sido anecdóticos.
Algunos policías han resultado heridos en enfrentamientos con manifestantes, según el responsable del cuerpo, Kobi Shabtai. Los agentes han empleado por primera vez cañones de agua y granadas aturdidoras para disolver la protesta, motivada por la votación en el Parlamento de una parte de la reforma, contra la que cientos de miles de israelíes se manifiestan desde hace dos meses. Un grupo se ha manifestado a decenas de metros de su residencia en Jerusalén, que ha sido acordonada.
Netanyahu también ha acusado a “actores extranjeros” —sin especificar— de promover las manifestaciones. Además, ha dedicado buena parte de su discurso a comparar la “irresponsable” actitud de la oposición, liderada por el ex primer ministro Yair Lapid, con la que mostraron en 2005 quienes rechazaban la retirada de colonos y soldados de Gaza, que ejecutó Ariel Sharón y a la que se oponía Netanyahu. “No vimos entonces lo que vemos ahora”, dijo, pese a que durante la Desconexión (su nombre oficial) hubo enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y llamamientos a la desobediencia civil.
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