La dimisión del ministro de Infraestructuras abre una crisis política en el Gobierno portugués
Pedro Nuno Santos, principal aspirante a suceder a António Costa, dimite por una indemnización que pagó la aerolínea pública TAP tras ser salvada de la quiebra
Una indemnización pactada hace un año en la compañía aérea portuguesa TAP se ha llevado por delante al ministro más político del Gobierno de António Costa y uno de los más serios aspirantes a sucederle. Pedro Nuno Santos, de 45 años, dimitió el miércoles como ministro de Infraestructuras y Vivienda por la polémica compensación de 500.000 euros entregada a Alexandra Reis, antigua administradora de la aerolínea tutelada por su ministerio. Reis fue indemnizada por salir antes de tiempo de su cargo y pocos meses después fue fichada para otro cargo público del mismo ministerio. Sin embargo, no se ha sabido hasta ahora, después de que Reis fuese nombrada secretaria de Estado del Tesoro en el Ministerio de Finanzas, un cargo del que ha sido destituida tras el escándalo.
La TAP, que atravesaba una situación tan delicada que recibió una inyección de 3.200 millones de euros en ayudas públicas para evitar su quiebra, accedió a indemnizar en enero a Reis, que pocos meses después fue nombrada presidenta ejecutiva de Navegación Aérea de Portugal (NAV), un organismo público dependiente del Ministerio de Infraestructuras y Vivienda. Las dos operaciones, la indemnización y el fichaje, fueron bendecidas por el secretario de Estado de Infraestructuras, Hugo Santos, mano derecha del ministro. En un comunicado, Pedro Nuno Santos asegura que desconocía el pacto retributivo suscrito con Reis pero que asume la responsabilidad política “ante la percepción pública y el sentimiento colectivo general creado por este caso”. En otro comunicado, el primer ministro, António Costa, le agradece los siete años de trabajo en el Gobierno y, en especial, “su contribución decisiva para la creación de condiciones de estabilidad política como secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios”.
La polémica ha ido creciendo en intensidad desde que la indemnización fue desvelada por el Correio da Manhã poco después de que Reis fuese nombrada secretaria de Estado del Tesoro. La fulgurante carrera de Reis se truncó este martes, cuando tuvo que renunciar a su nuevo cargo ante el escándalo que provocó entre la oposición y la prensa portuguesa que recibiese medio millón de euros de una empresa pública a la que el Estado había tenido que salvar in extremis.
En los días en que Reis negociaba su salida de la TAP, Costa vivía uno de los momentos más felices de su carrera política. Contra viento y marea, el primer ministro logró en las urnas una mayoría absoluta que hacía prever un tiempo de estabilidad. Sin embargo, desde la formación del nuevo Gobierno se han sucedido episodios y crisis que han desembocado en la salida de dos ministros y nueve secretarios de Estado. El último caso es también el de mayor trascendencia política, ya que Pedro Nuno Santos era uno de los ministros con más proyección tanto dentro como fuera del Partido Socialista. Era también uno de los más izquierdistas en un Gobierno donde Costa ha sentado a delfines más moderados y más de su agrado como el ministro de Finanzas, Fernando Medina.
La crisis muestra varias paradojas. La primera es que el Gobierno creado por Costa a partir de la mayoría absoluta conoce una inestabilidad política mayor que los que dependían de los acuerdos en la Asamblea de la República con los socios de la geringonça, la alianza parlamentaria de los socialistas con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués, que le permitió a Costa convertirse en primer ministro en 2015 pese a no haber ganado las elecciones. Muñidor de la solidez de este entendimiento político fue Pedro Nuno Santos como secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios. La convivencia se truncó en la segunda legislatura abruptamente, cuando el rechazo de los antiguos socios a los Presupuestos del Estado de 2022 provocó el adelanto de las elecciones.
La segunda paradoja es que la salida del ministro debilita más al Gobierno que al dimisionario. El Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha) ha solicitado un debate de urgencia para que Costa dé explicaciones, mientras que Iniciativa Liberal, cuarta fuerza parlamentaria, anunció una moción de censura. Sin embargo, nadie da por enterradas las opciones de Pedro Nuno Santos como sucesor de Costa. Tiene un profundo conocimiento de la estructura interna del Partido Socialista y un notable apoyo de la militancia, aunque también suscita rechazos importantes por su estilo vehemente y a veces radical. Durante la crisis de la troika llegó a aludir a la posibilidad de no pagar la deuda pública que corroía al país a la banca alemana y francesa.
La tercera es que Pedro Nuno Santos dimite por responsabilidad política en este caso, donde parece haber fallado más por omisión que por acción. El ministro, sin embargo, se había resistido a abandonar el cargo en dos controversias anteriores. Pedro Nuno Santos causó la primera crisis política del Gobierno, la única considerada “grave” por el primer ministro, cuando publicó un decreto que decidía la ubicación del nuevo aeropuerto de Lisboa, un asunto que se arrastra desde hace más de medio siglo. La reacción fulminante de Costa, que lo desautorizó de inmediato, hizo pensar que saldría del Gobierno, fuese por destitución o por dimisión. Tras una entrevista entre ambos, no ocurrió ninguna de las dos cosas.
La siguiente controversia que envolvió a Pedro Nuno Santos tuvo que ver con su participación en la empresa familiar que gestiona su padre y que había firmado varios contratos con organismos del Estado. El ministro, que tenía un 1% de las acciones, se escudó en un informe que había solicitado a la Procuradoría General de la República en 2019, que concluyó que no había incompatibilidades. La ley en vigor prohíbe realizar contratos públicos a las empresas que cuenten en su accionariado con miembros del Gobierno que posean más del 10% de las participaciones.
La salida de Pedro Nuno Santos, principal valedor de la nacionalización de la TAP para salvarla de la quiebra y de la apuesta por el ferrocarril como transporte del futuro, se produce cuando está abierto el proceso de reprivatización de la aerolínea lusa. Hace pocos meses presentó el Plan Nacional Ferroviario, que contemplaba cuatro conexiones internacionales con España, incluidas las de alta velocidad entre las dos capitales ibéricas (Lisboa-Madrid) y el corredor atlántico (Oporto-Vigo).
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