Portugal rescata a la aerolínea TAP con 3.200 millones de ayudas públicas y su nacionalización total
La Comisión Europea da luz verde al plan de reestructuración del Gobierno luso a cambio de recortes de salarios y ‘slots’ en Lisboa
Portugal vuelve a poseer una compañía aérea de bandera, tras la decisión del lunes de la Comisión Europea de aprobar el plan de reestructuración de la TAP presentado en diciembre de 2020 por el Gobierno luso, que supone la inyección de 3.200 millones de euros de dinero público hasta 2024 y la nacionalización total de la empresa. Aparte de despejar el futuro de la aerolínea, Bruselas ha calmado la ansiedad política de los gobernantes socialistas, que temían que el rechazo de la CE pudiese estallar a las puertas de la campaña para las elecciones legislativas del 30 de enero. “No será una tapzinha”, resumió el ministro de Infraestructuras y Habitación, Pedro Nuno Santos, que consideró un “éxito negociador” el acuerdo.
“El plan de reestructuración aprobado para la TAP garantiza el camino de la compañía aérea para su viabilidad a largo plazo. El significativo apoyo público se acompañará de salvaguardas para limitar distorsiones en la competencia”, señaló en un comunicado la comisaria europea de la Competencia, Margrethe Vestager. La Comisión calcula que las ayudas públicas serán de 2.550 millones de euros (una parte ya prestada en 2020), a las que se suman otros 569 millones de euros como compensaciones por el impacto catastrófico causado por el coronavirus en las cuentas de la empresa y alguna otra cantidad pendiente de aprobación. Nuno Santos estimó en unos 3.200 millones el importe total de la inyección pública en la TAP. En una entrevista a CNN Portugal, el ministro explicó que esta nacionalización total de la aerolínea debe ser transitoria y que, en el futuro, deberá plantearse la entrada de algún grupo privado para garantizar su supervivencia en el mercado aeronáutico. Tras el millonario desembolso, Nuno Santos advirtió que el Estado no podrá aportar más fondos a la empresa.
El plan aprobado por Bruselas tiene algunas contrapartidas exigentes, como los contundentes recortes salariales, que van del 25% al 50% según los ingresos de los trabajadores. La plantilla, que ha sido rebajada en más de 3.000 empleados en estos años, no tendrá que disminuir, como tampoco la flota, que ahora mismo es de 96 aviones. El segundo tijeretazo que impone la Comisión Europea afectará al negocio aéreo. La TAP perderá 18 slots (franjas horarias de aterrizaje y despegue) en el aeropuerto de Lisboa, que irán a parar a sus competidoras. En 2019 la compañía portuguesa concentraba más de la mitad de los slots del aeropuerto de la capital lusa. “La TAP se ha comprometido a disponibilizar slots en el congestionado aeropuerto de Lisboa, donde cuenta con un poder de mercado significativo. Esto dará a las competidoras la oportunidad de expandir sus actividades en ese aeropuerto”, destacó Vestager.
Una de ellas, Ryanair, denunció ante el Tribunal General de la Unión Europea las ayudas concedidas por el Gobierno portugués a la TAP, dentro de la ofensiva jurídica que desplegó la compañía irlandesa contra los gobiernos europeos que habían otorgado ayudas a grandes aerolíneas tras la hecatombe pandémica en sus negocios. La victoria inicial de Ryanair dilató la negociación del plan de reestructuración entre Bruselas y Lisboa. Antes de la pandemia la aerolínea tenía 14.000 empleados y 108 aviones. Tras el parón provocado por el coronavirus, el Estado compró la participación de Neeleman y se hizo con el control del 72,5% de la empresa en julio de 2020 para evitar su insolvencia. El portugués Humberto Pedrosa y los empleados conservaron respectivamente el 22,5% y el 5% de las acciones, que ahora pasarán a estar en manos del Estado luso.
La TAP se había privatizado en noviembre de 2015 mientras el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho estaba en funciones. Poco después, tras la llegada al Ejecutivo del Partido Socialista, apoyado entonces en dos formaciones más a la izquierda como el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués, se frenó la privatización total y se dejó en manos del consorcio Atlantic Getaway, liderado por el empresario brasileño David Neeleman y el portugués Humberto Pedrosa, solo el 45%, mientras que el Estado se hizo con el 50% y la plantilla de la aerolínea, el 5% restante.
En su cuenta de Twitter, el primer ministro António Costa destacó la importancia estratégica de la compañía, creada hace 76 años, y consideró el plan de reestructuración “determinante” para contribuir a la recuperación económica de Portugal, muy dependiente del sector turístico. Además del interés económico, la aerolínea ejerce un papel simbólico de puente cultural entre la lusofonía. “La TAP asegura la conexión con las comunidades y países de lengua portuguesa, la continuidad territorial con las Azores y Madeira y afirma Lisboa como hub transatlántico”, tuiteó.
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