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Las amistades cada vez más peligrosamente ultras del Partido Republicano

Antisemitas y supremacistas blancos ganan terreno desde los márgenes del partido de la mano de Donald Trump y Elon Musk

Donald Trump
Steve Bannon, Elon Musk y Donald Trump, durante una reunión del entonces presidente con empresarios en la Casa Blanca, en 2017.Evan Vucci (AP)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Primero fue el rapero Kanye West, con sus declaraciones antisemitas. Luego, el jugador de baloncesto Kyrie Irving, por publicitar en sus redes una película que niega el Holocausto. En vísperas de Acción de Gracias, una cena de Donald Trump en su residencia de Florida sirvió para descubrir a Nick Fuentes, para algunos el más descarado antisemita del país, que se sentó a la mesa del magnate junto con West para escándalo incluso de la plana mayor republicana. Esos mismos días la policía desarticulaba en Nueva York una trama para atentar contra varias sinagogas. Este fin de semana, la Gran Manzana, uno de los bastiones demócratas de EE UU y con la mayor población judía fuera de Israel, acogerá un encuentro de ultras. Los incidentes antisemitas se han incrementado un 125% en el último año en la ciudad, según la policía.

En el programa de la gala anual del veterano Club de Jóvenes Republicanos de Nueva York, en un lugar de Manhattan no revelado por cuestiones de seguridad, aparecen Steve Bannon, exasesor de Trump e ideólogo de la internacional populista; la congresista Marjorie Taylor Greene (a la que el programa presenta como “esposa, madre y patriota nacionalista cristiana”) y Rudolph Giuliani, exabogado de Donald Trump, entre otros muchos representantes de la facción más ultra del Partido Republicano. También el intoxicador Jack Posobiec, cercano al supremacismo blanco y a grupos neonazis, así como políticos en la órbita del Partido de la Libertad de Austria (FPO, en sus siglas alemanas), entre ellos Gerald Grosz, además de otros invitados europeos.

Posobiec, exoficial de la Marina reconvertido en teórico de la conspiración, es uno de los más prolíficos difusores de desinformación del país, a la zaga de Alex Jones, condenado por la justicia por negar la veracidad del tiroteo de Sandy Hook en 2012 y que esta misma semana se ha declarado en quiebra para eludir la multa de casi mil millones de dólares por su mentira. El propio presidente del Club de Jóvenes, Gavin Wax, apoyó públicamente en el pasado al grupo Proud Boys, que desempeñó un papel fundamental en el asalto al Capitolio en enero de 2021.

“No se debe legitimar a los supremacistas blancos ni a las personas asociadas con los neonazis, punto”, señala el presidente del condado de Manhattan, Mark Levine. “Esto es un entorno tóxico que está normalizando el antisemitismo. Es indignante que el Club de Jóvenes Republicanos de Nueva York esté alimentando esto”, subraya el político demócrata, que no se cansa de denunciar el creciente número de incidentes antisemitas en la ciudad: 45 ataques sólo en noviembre. En uno de ellos, un padre y su hijo, tocados con la kipá, fueron tiroteados la semana pasada en Staten Island. Fuentes del Ayuntamiento aseguran que vigilarán de cerca el acto, en coordinación con el Departamento de Policía y el servicio de seguridad del mismo, ante posibles protestas.

La presencia de Fuentes, junto al rapero West, en la mansión de Trump provocó una airada reacción de la plana mayor republicana, desmarcándose de tan peligrosas amistades e instando al magnate a tomar distancia, dado que, de momento, es el único aspirante republicano declarado a la presidencia en 2024. “Trump se equivocó al sentar a su mesa a un nacionalista blanco, un antisemita y un negacionista del Holocausto”, criticó quien fuera su número dos en la Casa Blanca, Mike Pence. Pero la proliferación de los mensajes de odio en las redes contra afroamericanos, judíos, asiáticos y la comunidad LGTBIQ, especialmente desde la compra de Twitter por Elon Musk, parece haber homologado -cuando menos entre la opinión pública más ruidosa- a la jauría conservadora.

“Extremistas se sientan a cenar con el expresidente. QAnon, los Proud Boys y otros resurgen de las sombras después de que Elon Musk flexibilizara las normas en Twitter. Ye [nombre actual de Kanye West] aparece en el programa Infowars de Alex Jones, que difunde conspiraciones, para alabar a Hitler y a los nazis y cuestionar la existencia del Holocausto”, denunciaba este lunes Jonathan Greenblatt, director ejecutivo de la Liga Antidifamación (ADL, en sus siglas inglesas), al presentar un informe sobre la creciente visibilidad de los extremistas en Twitter desde el cambio de titularidad. En el listado de nombres reseñados en el estudio aparecen los habituales portavoces de la desinformación en un país cada vez más polarizado y en abierta campaña electoral.

Una campaña en la que seguro se hablará del veinteañero Fuentes, un supremacista blanco y misógino rabioso que participó en la manifestación Unite the Right el 12 de agosto de 2017 en Charlottesville, en la que un joven arrolló con su coche a manifestantes antifascistas, matando a una mujer e hiriendo a una docena de personas. Fuentes ha difundido repetidamente teorías de la conspiración racistas y antisemitas. Por sus credenciales y su creciente protagonismo público, lidera el relevo generacional del movimiento surgido del Tea Party, y consagrado definitivamente por la presidencia de Donald Trump. Apenas una década mayor que Fuentes es Posobiec, con casi dos millones de seguidores en Twitter y que estos días ha criticado la liberación del traficante de armas ruso Viktor Tout a cambio de la baloncestista Brittney Griner. Varias fuentes, entre ellas el observatorio de derechos civiles Southern Poverty Law Center, relacionan a Posobiec con dos individuos vinculados según el FBI a la masacre perpetrada en 2018 contra la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh, con 11 víctimas mortales. Fue el ataque más mortífero contra la comunidad judía en la historia de EE UU.

Ye, que anunció su candidatura a la presidencia dos días después de cenar con Trump, lleva semanas envuelto en la polémica por sus numerosos comentarios incendiarios. Su actividad en redes fue bloqueada brevemente y perdió millonarios contratos de publicidad con Gap, Adidas y Balenciaga. Irving, por su parte, ha vuelto a jugar con los Brooklyn Nets tras una suspensión cautelar por varios partidos tras compartir en sus redes un vínculo a una película negacionista y, lo más grave a juicio de su esquipo, rechazar retractarse.

La convocatoria del club republicano podría haber pasado sin pena ni gloria como uno más de los cientos de actos que se celebran cada día en Nueva York. Si llama la atención es porque representa la creciente centralidad en el discurso republicano de voces antes marginales y porque además se celebra en la segunda ciudad con mayor población judía del mundo. Un discurso amenazante que amenaza con fagocitar el estándar y una población, la judía, pero también la de otros muchos colectivos, incluido el LGTBIQ, con miedo palpable a una violencia que se extiende como una mancha de aceite. Como recordaba este lunes Greenblatt, de la ADL, “Jason Kessler, uno de los organizadores del mortífero mitin de Charlottesville, ha utilizado su recién verificado estatus en Twitter para abogar por que el miembro del Ku Klux Klan David Duke también regrese [a la red social]. Y los Proud Boys han abierto cuentas de Twitter para su sección de Nueva York”. Los Proud Boys están particularmente activos en redes contra la población LGTBIQ, recordaba Greenblatt. La atrabiliaria joint venture de Trump y Musk amenaza con morir de éxito, y Nueva York, ser escenario de ello.

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