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Lula reconstruye los puentes entre Portugal y Brasil tras la etapa de desdén bolsonarista

El primer ministro luso António Costa quiere recuperar las reuniones bilaterales, suspendidas desde 2016, y apoyará la celebración de la Cumbre del Clima en la Amazonia en 2025

Lula da Silva
El primer ministro portugués, António Costa, observado por su esposa Fernanda Tadeu, hace el gesto de apoyo a Lula a la llegada del político brasileño al palacio de São Bento acompañado de su esposa Rosangela da Silva.Armando Franca (AP)
Tereixa Constenla

Jair Bolsonaro nunca visitó Portugal desde que llegó a la presidencia brasileña en 2019 y estuvo a punto de convertir en una tradición plantar al presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, cada vez que este visitaba Brasil. En 2021, canceló a última hora su presencia en la ceremonia de reapertura del Museo de la Lengua Portuguesa de São Paulo, a la que asistía el Jefe del Estado luso, porque prefirió irse a dar una vuelta en moto, según desveló el gobernador de São Paulo, João Dória. Este año volvió a desairarle durante una visita oficial de Rebelo de Sousa para participar en la Bienal del Libro de São Paulo, dedicada a Portugal. Aunque estaba anunciado un encuentro entre ambos en el palacio Itamaraty, en Brasilia, seguido de un almuerzo, Bolsonaro lo suspendió para mostrar su irritación por la reunión que el portugués había tenido con Lula da Silva, por entonces candidato a la presidencia brasileña.

Este viernes, a mes y medio de asumir la presidencia, Lula da Silva se detuvo 48 horas en Lisboa, aprovechando su viaje de retorno de la cumbre del clima celebrada en Egipto, en un gesto claro de acercamiento hacia Portugal. En un tuit, el presidente electo de Brasil escribió: “Portugal es un país hermano y socio importante de Brasil en Europa. Vamos a retomar el diálogo en beneficio de nuestros pueblos”.

Después de almorzar con empresarios, su primer encuentro institucional fue en el palacio de Belém con el presidente de la República, al que le siguió una entrevista, a última hora del día, con el primer ministro, António Costa, que le había mostrado su apoyo explícito durante la campaña electoral. Costa pretende recuperar las cumbres bilaterales entre los dos países, suspendidas desde 2016, cuando ocupaba la presidencia Michel Temer. Desde entonces no se celebró ninguna, ni siquiera durante la etapa de Dilma Rousseff.

Que las instituciones portuguesas celebran el giro político de Brasil es evidente incluso en lenguaje no verbal. António Costa, que recibió acompañado de su esposa, Fernanda Tadeu, a Lula y Florangela da Silva en la escalinata de la residencia oficial de São Bento, hizo para las cámaras el gesto con los dedos pulgar e índice que señalan la L que tanto se repitió durante la campaña electoral. La presencia de Tadeu, que no suele prodigarse en actos públicos, también añadió un toque excepcional. Costa subrayó poco después su apoyo: “Portugal tenía mucha añoranza de Brasil y yo, personalmente, tenía mucha añoranza del presidente Lula”. “Hacía cuatro años que Brasil estaba totalmente aislado del mundo por culpa del propio Gobierno brasileño”, abundó el brasileño.

Portugal tenía mucha añoranza de Brasil y yo tenía mucha añoranza del presidente Lula
António Costa

Al final el encuentro, Costa y Lula resaltaron las zonas de intereses comunes en las que irán de la mano: el apoyo portugués a la celebración de la próxima Cumbre del Clima de 2030 en la Amazonia, la reactivación de la decaída Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y la reforma de la ONU para acabar con los derechos de veto y la ampliación del Consejo de Seguridad con nuevos países, incluido Brasil. Portugal será de nuevo un aliado incondicional de la política exterior del antiguo líder sindicalista que ya presidió el país en el pasado.

Un inesperado paso para comenzar a revivir la CPLP se dio en la tarde del viernes en la sede de la Presidencia de la República, cuando Lula da Silva visitaba a Rebelo de Sousa y coincidió con el presidente de Mozambique, Filipe Jacinto Nyusi, también de visita oficial a Portugal, lo que llevó a improvisar una reunión a tres bandas.

Los presidentes de Mozambique, Filipe Nyusi, y Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el presidente electo de Brasil, Lula da Silva, en el Palacio de Belém.
Los presidentes de Mozambique, Filipe Nyusi, y Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el presidente electo de Brasil, Lula da Silva, en el Palacio de Belém. RODRIGO ANTUNES (REUTERS)

Este sábado está previsto un encuentro de Lula con 200 representantes de entidades creadas por la colonia brasileña en Portugal, que no ha dejado de crecer en los últimos años. La emigración hacia el país europeo se disparó especialmente durante los años de Bolsonaro. De los 105.423 de 2018, antes de la etapa bolsonarista, se ha pasado a los 205.000 actuales, según datos del Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF). Portugal se ha convertido en el país europeo con la principal colonia brasileña, que en las últimas elecciones apoyó a Lula da Silva de forma mayoritaria. En estas 48 horas de estancia en el país, la división vivida durante la campaña se trasladó a algunas calles de Lisboa, donde se concentraron partidarios y detractores del presidente electo.

Lula da Silva se comprometió a regresar a Portugal para participar el próximo año en la entrega del Premio Camões (el equivalente en importancia al Cervantes español) al músico y escritor brasileño Chico Buarque, otorgado en 2019 y que fue aplazado por la pandemia. Y destacó su satisfacción cuando firme el decreto de este galardón, que rubrican los presidentes de Brasil y Portugal para reconocer a un escritor en lengua portuguesa. Bolsonaro se negó a hacerlo con Buarque, que cuenta con un historial de lucha contra la dictadura militar brasileña y de apoyo al Partido de los Trabajadores, en sus cuatro años de mandato.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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