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Comienza el juicio contra el empresario acusado de impulsar en 1994 el genocidio en Ruanda

El fiscal responsabiliza a Félicien Kabuga, de 87 años, de esparcir el discurso de odio contra los tutsis a través de la emisora de la Radio y Televisión Libre de las Mil Colinas

Juicio Kabuga
Félicien Kabuga, acusado de genocida en Ruanda, en La Haya en una imagen difundida el 29 de septiembre por el Mecanismo Residual Internacional de los Tribunales Penales.HANDOUT (AFP)
Isabel Ferrer

El juicio contra Félicien Kabuga, acusado de haber conspirado e incitado el genocidio perpetrado en Ruanda en 1994, ha dado comienzo este jueves en Países Bajos, que alberga la sede del Mecanismo Residual Internacional de los Tribunales Penales. Esta es la corte que se ocupa de los casos pendientes del extinto Tribunal Penal Internacional para Ruanda.

Arrestado en París en 2020 tras una fuga de dos décadas, Kabuga, que según los documentos del tribunal tiene 87 años, ha rechazado comparecer ante los jueces. La vista, que ha seguido adelante, ilustra el esfuerzo de la justicia para no dejar impune el exterminio de la población tutsi y de miembros moderados de la etnia hutu por parte del Gobierno hutu. Según la acusación, entre abril y julio de 1994 perecieron unas 800.000 personas. Kabuga, de etnia hutu, mayoritaria en su país, alimentó el odio racial contra los tutsis a través de la propaganda transmitida por la Radio y Televisión Libre de las Mil Colinas, que presidía. También proporcionó armas a grupos milicianos.

Cadáveres de refugiados sorprendidos en plena huida yacen a lo largo de una carretera, a unos 70 kilómetros al norte de la frontera entre Ruanda y Tanzania, el 8 de mayo de 1994.
Cadáveres de refugiados sorprendidos en plena huida yacen a lo largo de una carretera, a unos 70 kilómetros al norte de la frontera entre Ruanda y Tanzania, el 8 de mayo de 1994.CORINNE DUFKA (REUTERS)

Kabuga está acusado de genocidio, incitación al genocidio y conspiración para cometerlo, así como de persecución, exterminación y asesinato. Este jueves no ha acudido al tribunal aduciendo que la corte le impide elegir a su abogado, y desconfía de los que le representan. Iain Bonomy, el juez presidente de la sala encargada del caso, ha señalado que Kabuga “se encuentra bien esta mañana, pero ha decidido no asistir a la vista o seguirla por videoconferencia”. “El proceso debe continuar”, ha añadido. En ausencia del que llegó a ser uno de los empresarios más poderosos de Ruanda, los fiscales han descrito las masacres “perpetradas en 100 días de espanto en 1994″ en los que “Kabuga animó las muertes, financió a las milicias Interahamwe [de etnia hutu, mayoritaria en Ruanda] y les dio personalmente armas”.

El fiscal Rashid S. Rashid, ha abierto la lectura de los cargos diciendo que “hubo una campaña para destruir del todo o en parte a la comunidad tutsi de Ruanda”. Ha añadido que el acusado, junto a otras personas, “utilizó la emisora de la Radio y Televisión Libre de las Mil Colinas para esparcir un discurso de odio contra los tutsis: se señalaba su ubicación pidiendo que fuesen aniquilados en función de su etnia o afiliación política”. Miles de mujeres tutsi fueron violadas porque, según las soflamas vertidas desde la empresa radiofónica, “se dedicaban a quitarle fuerza a los hutus, y se animaba a que fuesen ´saboreadas´ por los tutsis”. Kabuga, ha subrayado Rashid, “tuvo un papel vital en la financiación del genocidio sin necesidad de empuñar un arma o tomar un micrófono” para cometer en persona los asesinatos que se le atribuye haber instigado.

Las masacres dieron comienzo en Ruanda en abril de 1994, cuando la minoría tutsi fue señalada como la causante de la muerte del presidente Juvénal Habyarimana, entonces presidente del país. El líder político era hutu, y viajaba en un avión que estalló al aterrizar en el aeropuerto de Kigali, la capital. Iba acompañado de Ciprien Ntaryamira, presidente de la vecina Burundi, y ambos habían participado en una reunión regional celebrada en Dar Es Salam, entonces la capital de Tanzania. Una de las hijas de Kabuga estaba casada con un hijo de Habyarimana.

Pescadores ugandeses amontonan cadáveres en el pueblo de Kasensero, el 20 de mayo de 1994.
Pescadores ugandeses amontonan cadáveres en el pueblo de Kasensero, el 20 de mayo de 1994.STRINGER (REUTERS)

Kabuga hizo su fortuna con las plantaciones de té y mantenía estrechos lazos con el Movimiento Republicano Nacional para la Democracia y el Desarrollo, que gobernó Ruanda entre 1975 y 1994. Llevaba ya cuatro años huido del país cuando fue acusado de genocidio en 1998 por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, y pasó por África y Europa hasta que se perdió su pista durante dos décadas. Mientras, el tribunal seguía buscándole. El pasado 16 de mayo de 2020, la policía llamó a su puerta en un barrio cercano a París. Vivía allí con ayuda de sus hijos y para sorpresa de sus vecinos. La detención fue posible gracias a la colaboración de varios países e Interpol, y acababa así la larga fuga del hombre que fue apodado “el banquero del genocidio” ruandés.

Este junio, los jueces consideraron que estaba en condiciones de afrontar el proceso en su contra una vez analizados los informes médicos que habían solicitado. Para evitar los rigores de un traslado muy difícil a África en 2020, en plena pandemia, se decidió celebrar el juicio en Países Bajos. Dada la avanzada edad de Kabuga, habrá seis horas de sesiones a la semana, divididas en dos días hábiles y en las fechas que se decida. El Mecanismo Residual Internacional de los Tribunales Penales es un órgano judicial creado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Asume las funciones del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, y también del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, ambos ya cerrados. El Mecanismo tiene dos divisiones, una en Arusha (Tanzania) y otra en la ciudad holandesa de La Haya, y estará activo hasta que así lo decida la ONU.

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