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“La última escalada en Gaza no acabó en guerra abierta porque Hamás no quiso”

Los dirigentes del movimiento de resistencia islámica, que se mantuvieron al margen de la batalla librada por Israel y la Yihad Islámica, giran hacia la contención ante la grave crisis económica de la Franja

Una familia palestina observa los restos de su casa, destruida por bombardeo israelí, el martes en Gaza. Foto: DPA VÍA EUROPA PRESS (DPA VÍA EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Juan Carlos Sanz

La decisión de Hamás, que gobierna de facto en Gaza, de mantenerse al margen de la escalada bélica entre las Fuerzas Armadas israelíes y las milicias de la Yihad Islámica ha marcado un giro en el movimiento hegemónico en la Franja palestina, que hace poco más de un año había librado su cuarta guerra contra Israel desde que se hizo con el poder en el enclave hace 15 años.

“Antes incluso de la última ofensiva israelí, la situación en Gaza ya era muy mala a causa del bloqueo, de la falta de electricidad o la contaminación del agua, y de la pobreza y el desempleo. Ahora es todavía peor. Estábamos aún pendientes de reparar los daños de la contienda de mayo de 2021″, reconocía este martes Basem Naim, responsable de las relaciones internacionales de Hamás en su oficina de la capital gazatí. “La situación es además muy frágil. La próxima explosión solo es cuestión de tiempo, y no va a producirse en una fecha muy lejana”, advertía este médico de 60 años formado en Alemania, que fue ministro de Sanidad en la Franja. “Gaza no puede seguir en esta situación, agonizando cada día”.

Mientras la Yihad Islámica, un aliado de Irán, apenas tiene peso político en el enclave, Hamás controla una Administración civil que dirige la vida de 2,3 millones de habitantes, de los que un 80% sobreviven gracias a la ayuda internacional. “No se están produciendo esfuerzos serios para encontrar una salida duradera a este conflicto”, asevera Naim. “En Israel no tenemos con quién negociar una solución política. Los principales partidos creen que solo existe un Estado judío entre el río [Jordán] y el mar [Mediterráneo], sin dejar espacio para un Estado palestino. Solo ofrecen mejorar las condiciones de vida de los palestinos”, aclara, “pero en la campaña electoral [para las legislativas israelíes adelantadas a noviembre] solo están hablando de sus propios problemas, sin mencionar los nuestros”.

―El primer ministro israelí, Yair Lapid, asegura que ha ofrecido una “paz económica” para Gaza.

―Nuestra lucha no es económica sino política. ¿Qué tiene que ver el conflicto sobre el recinto de la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén con las condiciones de vida de los palestinos?, replica el responsable de Hamás.

Cree que ya han pasado tres décadas desde los Acuerdos de Oslo (de los que surgió la Autoridad Palestina), que también tenían una vertiente económica, y que las propuestas de “paz económica” del Gobierno de Lapid no se corresponden con la realidad: “Bloquean las fronteras y asfixian a Gaza. Siguen confiscando tierras y expandiendo los asentamientos en Cisjordania”.

―¿Y por qué Hamás se ha mantenido al margen en el último conflicto y no ha apoyado a sus aliados de la Yihad Islámica?

―Tenemos un centro de coordinación militar donde se decide quién lucha y cuándo. Ahí están representados todos los grupos palestinos, que han apoyado la respuesta de la Yihad Islámica, aunque no hayan combatido a su lado. Nosotros pensamos que la escalada no debía llegar al máximo, a una guerra abierta. Y hemos tratado de contener la situación desde el principio­, explica Naim.

Tras 15 años en el poder, Hamás se ha convertido en el Gobierno de facto en la Franja, pero Estados Unidos y la Unión Europea lo siguen considerando como un grupo terrorista. El jefe de relaciones internacionales replica que dicha calificación refleja un “doble rasero”: dado que los palestinos viven bajo un régimen de ocupación, según la legislación internacional, tienen derecho a ejercer la resistencia en sus propios territorios.

“Europa ha apoyado con dinero y armas la lucha de los ucranios contra la invasión rusa. Nosotros también luchamos por un Estado soberano. Y muchos países reconocen nuestro derecho”, argumenta. “Fatah (el partido nacionalista que controla la Autoridad Palestina), también fue considerado un grupo terrorista por Israel hasta 1993″, recuerda.

Naim no menciona, sin embargo, el lanzamiento de cohetes por sus milicias, de forma indiscriminada sobre localidades israelíes. Está siendo investigado como presunto crimen de guerra por el Tribunal Penal Internacional, con sede en La Haya, al igual que los bombardeos de las fuerzas de Israel contra la población civil gazatí.

Sí resalta, en cambio, que su organización dio un giro hace cinco años, cuando anunció que aceptaba la creación de un Estado de Palestina en las fronteras anteriores a la guerra de 1967 (la franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este), aunque sin reconocer al Estado de Israel.

Tras la revisión de la Carta Fundacional de Hamás, Ismail Haniye asumió la dirección global del movimiento y fue sustituido en el cargo máximo dirigente de la Franja por Yahya Sinwar, excomandante del brazo militar. La revisión estatutaria destacó entonces que el conflicto con Israel tienen un carácter “político” y carece de “base religiosa” frente al pueblo judío.

Desde Washington, el investigador de origen palestino Gait al Omani sostiene que Hamás ha sido, junto a Israel, uno de los claros vencedores del último conflicto, frente a la Yihad Islámica ―que ”ha aceptado un humillante alto el fuego”, dice­― y la Autoridad Palestina ―que ”ha quedado relegada”―. Ambos serían los derrotados. Este experto del Instituto para Oriente Próximo de la capital estadounidense, sostuvo el martes por videoconferencia ante un grupo de corresponsales en Israel y Palestina que “Lapid ha salido claramente reforzado en sus expectativas electorales”, mientras el movimiento de resistencia islámico se ha consolidado como “gobierno efectivo en Gaza”.

Bassem Naim, jefe de Relaciones Internacionales de Hamás, el martes en su oficina de Gaza.
Bassem Naim, jefe de Relaciones Internacionales de Hamás, el martes en su oficina de Gaza.J.C.S.

“Hamás ha enviado muchos mensajes a la comunidad internacional con los documentos políticos de su revisada Carta Fundacional”, advierte en la capital de la Franja el responsable de relaciones internacionales. “Es una clara señal de que estamos dispuestos a una solución política”. Naim asegura que Hamás apoya un amplio proceso electoral en Palestina y se compromete a acatar los resultados.

―¿Quieren seguir los pasos del partido del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que se inscribe en el islamismo político?

―No se puede comparar nuestra situación con la de otros países. Nosotros estamos hablando de territorios bajo ocupación. Y ningún palestino puede aceptar vivir bajo ese régimen.

Naim estima que la comunidad internacional ha puesto a prueba a Hamás y superado los exámenes. “Ahora hemos aceptado el alto el fuego y estamos contribuyendo a preservarlo”, precisa. “Contamos con un liderazgo político maduro. Por ejemplo, el pasado mes de mayo demostramos contención cuando miles de israelíes ultranacionalistas desfilaron por el barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén en la llamada Marcha de las banderas. Todo el mundo esperaba entonces una escalada de Hamás”, puntualiza.

“Muchos diplomáticos están comprobando con su propia experiencia que somos una organización responsable que no solo busca su propia agenda política. Hay que entender que hoy en Gaza se están realizando intensos esfuerzos”, enfatiza el responsable de relaciones internacionales. “En la última escalada, en la que no estuvimos directamente involucrados, no se fue a una guerra abierta con Israel porque Hamás no quiso expandir la batalla”, concluye Naim.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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