EE UU acusa a Rusia de sumar otros 40 millones de hambrientos a la crisis alimentaria mundial
Representantes de 50 países piden en una conferencia internacional en Berlín que Moscú abra los puertos y permita la exportación de los cereales retenidos en Ucrania
“No podemos aceptar el hambre masiva y la muerte por inanición en el siglo XXI”. Las palabras de António Guterres, el secretario general de la ONU, resonaron este viernes en la cumbre del hambre organizada por el Gobierno alemán en Berlín en vísperas del encuentro de jefes de Estado del G-7 en el castillo de Elmau, en Baviera. La crisis alimentaria global, exacerbada por la invasión rusa de Ucrania, se ha convertido en una prioridad en la agenda internacional. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, pidieron más aportaciones financieras para lidiar con esta crisis humanitaria, el problema mundial más urgente para los representantes de 50 países reunidos este viernes en Berlín.
La guerra añadirá “al menos otros 40 millones de personas más a las filas de los hambrientos”, pronosticó, citando datos del Banco Mundial, Blinken, que culpó a Rusia de estar provocando la crisis alimentaria mundial. Los líderes reunidos en Berlín se han propuesto encontrar rutas de transporte fiables para exportar el grano que sigue bloqueado en Ucrania y luchar contra la propaganda y la desinformación del Kremlin. Moscú asegura que no está bloqueando las exportaciones y culpa a las sanciones europeas de las dificultades para sacar los cereales de Ucrania. “Las sanciones no afectan a la seguridad alimentaria global; el comportamiento de Rusia, sí”, aseguró el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, durante un receso de la conferencia. El ministro de Agricultura alemán, Cem Özdemir, acusó al presidente ruso, Vladímir Putin, de estar “chantajeando” al mundo.
“Nuestro mensaje como G-7 es claro: no permitiremos que la guerra de agresión rusa hunda al mundo en la hambruna. Como países más industrializados tenemos una especial responsabilidad”, aseguró Baerbock, que acusó a Moscú de “provocar deliberadamente que los precios de los alimentos se disparen para desestabilizar países enteros”. La situación es muy delicada. Según las cifras del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, 345 millones de personas están amenazadas por el hambre, 200 millones más que hace dos años. Desde el comienzo de la guerra, los puertos ucranios están bloqueados, las tropas rusas han bombardeado silos, y, además, se ha perdido parte de la cosecha de este año. Zonas de África y de Oriente Próximo son las más afectadas: algunos países del norte de África solían cubrir sus necesidades de trigo casi exclusivamente a través de las importaciones de Ucrania.
El Programa Mundial de Alimentos necesita más recursos para atender la emergencia, recordó Blinken en Berlín. Washington ha invertido ya 2.800 millones de euros en ayuda alimentaria y el presidente, Joe Biden, tiene previsto anunciar más ayuda en la cumbre del G-7, adelantó el secretario de Estado estadounidense. Guterres, que participó por videoconferencia, calificó la situación de “crisis sin precedentes”. Alemania prevé destinar 4.000 millones de euros este año para combatir el hambre, pero el dinero no es suficiente. Es necesario que los cereales retenidos en Ucrania puedan salir hacia los países afectados.
Los ministros de Exteriores del G-7, reunidos en paralelo en la capital alemana, pidieron a Rusia en un comunicado que abra los puertos del Mar Negro y permita la exportación. También agradecieron los esfuerzos de la ONU y el plan de acción de la Comisión Europea que, mediante las llamadas Rutas de solidaridad UE-Ucrania, está intentando transportar cereales por carretera, ferrocarril y barco. España participará en una de esas iniciativas, que pretende sacar el cereal en tren hasta la frontera con Polonia y allí cargarlo en otros trenes con destino a puertos españoles del Mediterráneo para almacenarlo hasta que Ucrania decida a dónde lo exporta. Se calcula que hay unos 20 millones de toneladas de cereales bloqueados en el país, que se encamina a los cuatro meses de guerra.
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