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Elon Musk se reúne en Brasil con Bolsonaro, que lo alaba como un “mito de la libertad”

El empresario pretende llevar Internet a 19.000 escuelas de Brasil y monitorear la Amazonia con sus satélites

Naiara Galarraga Gortázar
El presidente Bolsonaro y el empresario multimillonario Elon Musk
El presidente Bolsonaro y el empresario Elon Musk en el acto Conecta Amazonia este viernes en Porto Feliz, a una hora de São Paulo.KENNY OLIVEIRA (AFP)

El empresario Elon Musk ha hecho un breve viaje a Brasil este viernes pese a que está inmerso en varias crisis, con la compra de Twitter en suspenso y una denuncia de acoso sexual que niega. Durante su visita, el hombre más rico del mundo se ha encontrado con el presidente Jair Bolsonaro en un acto sobre Amazonia en un hotel de lujo en Porto Feliz, a una hora de São Paulo. Musk ha ofrecido al Gobierno brasileño sus satélites para llevar Internet a 19.000 de escuelas en regiones remotas y también para monitorear el mayor bosque tropical del mundo. Bolsonaro ha aprovechado la presencia de Musk para alabarlo como símbolo de libertad, una de sus banderas electorales.

El multimillonario ha explicado, ante un puñado de hombres de negocios y estudiantes, que venía a Brasil a ver de cerca el potencial económico del país. El encuentro entre ambos es fruto de los contactos que el Gobierno de Bolsonaro mantiene con Musk desde hace tiempo respecto a la posibilidad de implantar Internet vía satélite gracias a la tecnología de SpaceX, de Musk, a través de la empresa Starlink. El empresario busca clientes y ha desembarcado en Brasil en un momento en que Bolsonaro busca la reelección frente a un Luiz Inácio Lula da Silva, que lidera las encuestas, pero por un margen que se ha encogido.

La Agencia Nacional de Telecomunicaciones brasileña (Anatel) autorizó a comienzos de este año la operación de Starlink, que pretende colocar satélites a baja órbita que lleven Internet hasta los lugares más inaccesibles, adonde no llegan la fibra óptica ni las empresas que suministran Internet. La idea del empresario, según ha dicho en Twitter antes de aterrizar, es llevar la red hasta 19.000 colegios. El problema, según la prensa brasileña, es el precio.

Bolsonaro también quiere aprovechar la colaboración con Musk para neutralizar las críticas a su política hacia Amazonia y su imagen de villano ambiental: “Contamos con Musk para que la Amazonia sea conocida por todos en Brasil y el mundo, para mostrar la exuberancia de esa región, cómo es preservada y el daños que nos causan quienes difunden mentiras sobre esa región”.

Pocos detalles han ofrecido sobre el proyecto de llevar Internet a las escuelas o el monitoreo de la Amazonia que los satélites harían. El mayor bosque tropical del mundo y la deforestación que lo mina se vigilan con potentes satélites desde hace años, una labor que desarrolla un organismo oficial brasileño, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Musk presenta su oferta por Twitter como una batalla a favor de la libertad de expresión, algo que casa como un guante con los intereses del presidente brasileño. Como ha declarado Bolsonaro, “lo más importante de su presencia es algo inmaterial. Hoy en día, podríamos llamarlo el mito de la libertad”. Lo que no ha dicho, pero todo brasileño sabe es que al propio Bolsonaro sus seguidores lo apodan “mito”. Y es que para el mandatario, convertido en un paria en múltiples foros internacionales, el encuentro público con el empresario multimillonario vale oro a cinco meses de las elecciones presidenciales.

El ultraderechista estaría encantado con que Musk comprara definitivamente Twitter y levantara el veto impuesto a Donald Trump, como ha planteado, porque él mismo ha tenido ya varios encontronazos con las tecnológicas que han suspendido o eliminado mensajes suyos en algunas ocasiones.

El magnate ha aterrizado en un vuelo privado horas después de publicarse que SpaceX pagó 250.000 dólares para acallar a una azafata que le acusó de acoso sexual, algo que él ha negado de plano en un tuit.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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