El jefe de Frontex presenta su dimisión por las devoluciones en caliente de migrantes
Una comprometedora investigación de la oficina antifraude de la UE desencadena la decisión de Fabrice Leggeri, al mando de la agencia de fronteras europea desde 2015
El director ejecutivo de la agencia de fronteras europeas (Frontex), el francés Fabrice Leggeri, ha decidido presentar su renuncia al puesto. Cercado por diversos escándalos relacionados con las devoluciones en caliente de migrantes y la opacidad de su gestión, tras una concienzuda investigación de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) sobre su conducta al frente de la agencia, Leggeri ha decidido descabalgarse de la cúpula del organismo con sede en Varsovia. “Devuelvo mi mandato al Consejo de Administración [de Frontex]”, dice en una misiva redactada este jueves, a la que ha tenido acceso EL PAÍS.
En la carta, dirigida a Alexander Fritsch, presidente del consejo de la agencia, Leggeri constata la pérdida de confianza depositada en él: “Parece que el mandato de Frontex por el que he sido elegido y renovado en junio de 2019 ha sido modificado de forma silenciosa pero efectiva”, lamenta. La misiva fue redactada tras una durísima audiencia ante el consejo celebrada también el jueves en la que el director ejecutivo pudo exponer sus argumentos. En la reunión hubo auténticos “hachazos”, según una fuente con acceso a ella.
La renuncia ha sido finalmente aceptada en una reunión del Consejo celebrada este viernes, como era de esperar dado el tono bronco del día previo. En la carta de dimisión, el director ejecutivo incluso solicitaba —si esta era aceptada, como así ha sido— poder disfrutar de sus vacaciones anuales restantes, “que ascienden a 61 días”.
“La Comisión está comprometida con la mejora continua de la agencia”, ha detallado el Ejecutivo comunitario en un comunicado emitido este viernes, en el que toma nota de la renuncia y propone a la vicedirectora ejecutiva de Frontex más experimentada, Aija Kalnaja, para asumir el mando hasta que sea nombrado un nuevo director ejecutivo.
Leggeri, un alto funcionario francés de 54 años, curtido en la elitista Escuela Nacional de Administración, arrancó su andadura al mando de Frontex en 2015. Cabalgó la gran crisis de refugiados de Siria y, durante su mandato, se ha multiplicado casi por cuatro el presupuesto de la agencia (hasta los 543 millones de euros) y se ha aprobado la creación de un cuerpo policial propio que llegará a contar con 10.000 efectivos desplegados en las fronteras: la primera fuerza armada de la UE.
Leggeri fue renovado en 2019, pero poco después, a lo largo de 2020, comenzó a planear la guadaña sobre su puesto, a medida que iban siendo publicadas en la prensa internacional numerosas evidencias sobre devoluciones ilegales en las fronteras europeas y la falta de control sobre ellas por parte de Frontex y su cúpula directiva.
La renuncia de Leggeri llega después de que el consejo del organismo decidiera, a finales de marzo, suspender temporalmente los poderes del director ejecutivo para tomar decisiones sobre piezas clave del organigrama de Frontex, un primer golpe contra el francés cuyo objetivo era evitar movimientos que socavaran las posibles consecuencias de la comprometedora investigación de OLAF.
Comportamientos abusivos
Las pesquisas de la oficina antifraude arrancaron en 2021 y han estrechado el cerco en torno a Leggeri y su equipo más cercano por sospechas de acoso, mala conducta y por posibles devoluciones en caliente de migrantes. El informe de OLAF aún no es público, pero existen numerosos indicios de su dureza. El 28 de febrero, por ejemplo, el director general de la oficina antifraude, Ville Itälä, presentó sus resultados a miembros del Parlamento Europeo de forma confidencial. “El informe acredita que los altos cargos de Frontex (incluido Leggeri) sabían y cubrieron devoluciones en caliente en Grecia, incluso el caso de una balsa que dejaron a la deriva llena de gente y sin motor, que es una práctica muy común en Grecia”, explica una fuente de la Eurocámara presente en la comparecencia.
En un acta de la decisión del consejo de Frontex tomada en marzo contra Leggeri, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, consta que ya entonces varios países reclamaron suspender provisionalmente al director ejecutivo. Otros insistieron en sugerirle que se tomara una baja por enfermedad, al considerar que el cerco en torno a su figura le impedía actuar correctamente ante una de las mayores crisis humanitarias de la historia reciente de la UE, con la entrada hasta la fecha de más de cuatro millones de refugiados de Ucrania en territorio comunitario. Finalmente, ha optado por la renuncia.
En el encuentro de marzo, Leggeri trató de armar una última defensa de su legado. Justificó sus decisiones al frente de la agencia, argumentando que para ejecutarlas tuvo en cuenta la defensa de un socio comunitario, como Grecia, y aseguró que concibe a Frontex como un organismo cuyas actuaciones afectan a la seguridad nacional, como demuestra el hecho de que existen terceros países como Turquía o, recientemente, Bielorrusia, que usan a migrantes y refugiados como un arma híbrida contra la UE, según el acta.
En un correo electrónico de despedida enviado este viernes a los empleados de Frontex, Leggeri hace referencia a las acusaciones que involucran a la agencia en la participación o encubrimiento de “devoluciones en caliente”. “Las indagaciones e investigaciones han concluido en 2021 que no había pruebas de ello”, justifica en el correo, al que ha tenido acceso EL PAÍS. “Me he enfrentado personalmente a estas acusaciones y he podido rebatirlas todas”, añade, haciendo notar que el Consejo del organismo no ha iniciado un procedimiento disciplinario contra él.
En su carta de adiós achaca su persecución a una nueva narrativa que “ha invadido” el entorno de la agencia “de forma discreta pero eficaz”. En sus palabras: “Esta narrativa cuenta la historia de que el mandato principal de Frontex debe transformarse en la práctica en una especie de Organismo de Derechos Fundamentales que supervise lo que hacen los Estados miembros en sus fronteras exteriores”, algo que, según él, no se corresponde con el mandato que le fue encomendado.
Leggeri ha ido perdiendo golpe a golpe la confianza de la mayoría de los miembros del Consejo de Administración de Frontex, en el que se sientan los 26 Estados que participan en el espacio Schengen, además de la Comisión Europea. La investigación de OLAF ha sido la puntilla final de una andanada de escándalos relacionados con presuntos comportamientos abusivos y violaciones de derechos humanos en las fronteras europeas de los que la cúpula de Frontex tuvo conocimiento, pero de los que, según se sospecha, no informó ni investigó debidamente.
Leggeri se ha enfrentado en los últimos meses a numerosas denuncias y evidencias publicadas en la prensa. Desde la Defensora del Pueblo Europeo a la Eurocámara han arrancado pesquisas sobre la gestión del responsable de Frontex y las posibles vulneraciones de derechos humanos en las fronteras de la UE. El propio organismo, con sede en Varsovia, se vio obligado a poner en marcha una investigación interna.
Los argumentos esgrimidos una y otra vez por el director ejecutivo dejaron de ser convincentes desde hace tiempo en Bruselas. A principios de 2021, mientras la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, le reclamaba mayor “transparencia”, la directora general de Migración de la Comisión le acusaba, en una misiva, de presentar explicaciones “de manera engañosa” ante el Ejecutivo de la UE y en sus comparecencias ante la Eurocámara.
Las evidencias han ido creciendo en su contra. Cuando a finales de 2020 la Comisión Europea exigió a la agencia que le detallara una relación de posibles incidentes susceptibles de ser calificados como retornos ilegales, Frontex respondió con un escrito en el que se enumeraban más de 30 casos sospechosos ocurridos entre los meses de abril y noviembre de 2020 en las aguas del mar Egeo, todos ellos en el marco de la operación conjunta de vigilancia de Frontex con la guardia costera de Grecia. Once de los episodios reseñados en el escrito contaban con algún tipo de evidencia sobre una posible devolución en caliente, incluidas imágenes de vídeo, y en lugar de esclarecer puntos de oscuridad parecían arrojar aún más sospechas sobre la gestión de Leggeri y la conducta de Frontex.
En su carta de renuncia, Leggeri tiene unas palabras de reconocimiento final para los compañeros: “Gracias especialmente a los colegas tan dedicados con los que he trabajado durante estos años”. Y concluye con una última reflexión: “Siempre estaré agradecido por esta inestimable experiencia en Frontex”.
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