_
_
_
_
_

La visita del hermano de Petro a presos por corrupción enreda la campaña de Colombia

El líder en las encuestas se desliga de la reunión que Juan Fernando mantuvo con reclusos y que ha levantado una enorme polvareda

Juan Diego Quesada
Gustavo Petro
Gustavo Petro, candidato presidencial en Colombia, el pasado 5 de abril en Bogotá.RAUL ARBOLEDA (AFP)

Gustavo Petro ha teorizado a menudo con la idea de un perdón generalizado en Colombia, una especie de amnistía en un país que ha vivido durante décadas pequeñas guerras que se solapan unas a otras. Cuando expone esta teoría, que no especifica cómo se podría llevar a la práctica, cita a Jacques Derrida, un filósofo posmoderno, elegante y atractivo, que alcanzó una gran notoriedad en vida por su concepto de deconstrucción, una forma de desmontar ideas e instituciones desde su interior. Derrida fue respetado por la intelectualidad de su tiempo, imitado por toda una generación, y llegó a ser tan popular como Slavoj Zizek lo es ahora. Quizá por eso también fue caricaturizado, y algo parecido le ha ocurrido a Petro estos días al invocar su nombre. El candidato de izquierdas a la presidencia se ha enredado de tal forma a la hora de explicarse que sus contrincantes han aprovechado para difundir la idea de que Petro quiere abrir las cárceles para liberar a todo el mundo.

La secuencia de hechos en la que Derrida ha puesto en apuros a Petro tiene un punto inexplicable. La semana pasada, Juan Fernando, un hermano dos años menor que Gustavo, que tiene 61, visitó como miembro de una comisión la cárcel de La Picota, en Bogotá. Allí se vio con una serie de presos entre los que se encontraba Iván Moreno, un político condenado por corrupción. Formaba parte de un negocio mafioso que se conoce como carrusel de la contratación, comisiones millonarias para torcer contratos de obras públicas. El propio Petro denunció a miembros del carrusel, como años atrás había perseguido como senador a los políticos que tenían relación con el paramilitarismo. De hecho, Petro pertenecía al mismo partido de Iván Moreno, y este fue uno de los motivos por los que lideró una escisión.

El caso es que Moreno, según el propio Juan Fernando, le dio una carta para que se la hiciera llegar al hermano, inmerso en la campaña electoral de cara a la primera vuelta de las elecciones. Cuando se supo todo esto se dispararon las especulaciones. La derecha interpretó que el candidato, favorito a día de hoy en las encuestas, buscaba algún tipo de favor político. Fico Gutiérrez, su principal rival, grabó un vídeo durísimo en el que le acusaba de buscar aliados corruptos para tratar de vencer en las urnas. No queda claro qué tipo de poder tiene alguien como Moreno para influir en un proceso electoral, pero la sospecha quedó ahí. Empezaron a lloverle las críticas desde muchos sectores. Petro contestó citando el perdón social, y fue una respuesta tan ambigua que generó más dudas todavía.

Quien no da explicaciones a tiempo las tiene que dar dos veces, y esto le ha ocurrido a Petro. En lugar de ser cristalino con lo ocurrido en prisión, dejó a Juan Fernando que tomara la palabra. El hermano apareció en varios medios de comunicación en bata de gasa azul, tumbado en la cama de un hospital. “Me picó un alacrán”, dijo. Dio rodeos, se atrabancó, no quedó claro qué hacía allí. Mientras hablaba se tenía que colocar la bata en su lugar para no dejar el pecho al descubierto. La persona que sostenía el móvil que le grababa tapaba a veces la cámara con los dedos. El audio iba y venía. El espectador no podía estar más confundido. Nadie entendía nada.

Certificado el fracaso, a Petro, que está de vacaciones en Sincelejo, el pueblo de su esposa, no le quedó otra que aclarar todo en Twitter. Contó que él no envió a su hermano a hablar con Iván Moreno, sino que fueron los presos los que se quisieron hablar con Juan Fernando, como miembro de la comisión intereclesial de Justicia y Paz. Iván Moreno representa a los presos en materia de derechos humanos y entregó una carta en la que proponía a diversas instituciones un diálogo nacional sobre una reforma de la justicia y un debate sobre la reconciliación y el perdón. Ahí se conecta el asunto con Derrida, y al parecer en ningún punto más. Asegura Petro que en ningún caso está pidiendo un favor electoral de parte de los Moreno a cambio de impunidad. “Quienes pregonan que el perdón social es un pacto para rebajarle penas a los corruptos, que estamos agenciando a cambio de votos, simplemente nos están calumniando y pasaremos al terreno judicial para defendernos”, escribió en un tuit.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La campaña no ha avanzado ni un centímetro en los días siguientes y todo sigue girando alrededor de este tema. Esta es la primera ocasión desde que empezó este largo proceso que lleva a los políticos a la presidencia en la que Petro ha creado un clima generalizado de opinión en contra. Por eso ha tenido que salir a explicarse de nuevo este miércoles, esta vez a través de un vídeo. “Rechazo la torpe idea de vincular la búsqueda de la reconciliación social a una rebaja de pena para corruptos. ¡Ni en pesadilla se nos ocurre rebajar la pena a los corruptos, los queremos tener a todos en la cárcel”, explica en el vídeo. Añade que otros sí tienen a estos operadores políticos “de aliados y listos para ejercer el poder”, en referencia a Fico y su relación con el clan Char, una familia de Barranquilla ligada a negocios sucios y a la compra de votos.

Reniega además de su hermano, de quien dice que no pertenece a su campaña ni tiene ninguna responsabilidad. Petro estuvo en una guerrilla sin llegar a ser un hombre de armas, después fue un activista, más tarde un político y a continuación un gobernante. En su camino a la presidencia coquetea con ser además un intelectual, como Derrida, aunque igual que él sea parodiado y malinterpretado. Por ahora la filosofía solo le cuesta disgustos.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región


Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_