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Rusia moviliza nuevas tropas ante la ralentización en la invasión y la resistencia de Ucrania

El Kremlin ultima el despliegue de soldados de territorios ocupados en Georgia, mercenarios de Oriente Próximo y más reservas del este del país mientras se ceba en sus ataques con los civiles

Un hombre junto al cadáver de un familiar muerto en el bombardeo a un edificio residencial en Kiev. Foto: THOMAS PETER | Vídeo: EPV
María R. Sahuquillo

El avance de las tropas rusas se ralentiza. La resistencia ucrania ―“firme y bien coordinada”, según la ha definido el Ministerio de Defensa británico en su último informe― retiene en sus manos la mayor parte del territorio del país. Las tropas rusas han avanzado con conquistas en el este y, sobre todo, en el sur, pero en los últimos días sus avances “son mínimos”, según el texto elaborado por el espionaje británico. Kiev ha lanzado una contraofensiva, la invasión está “estancada” y Moscú sigue sufriendo numerosas bajas. Aun así, el precio que paga Ucrania es cada vez más alto, con Rusia cebándose con la población para desgastar la resistencia. En Mariupol, asediada desde hace 13 días, los equipos de rescate buscan a supervivientes del bombardeo de un teatro donde se refugiaban “cientos de civiles”, entre ellos muchos niños, según las autoridades ucranias. Moscú niega que sus fuerzas apunten contra objetivos civiles. También rechaza que hayan llevado a cabo un ataque aéreo contra el teatro de Mariupol y culpa a las fuerzas ucranias de hacerlo estallar como una “provocación sangrienta”.

La negociación entre rusos y ucranios para tratar de frenar los ataques avanza muy lentamente. Aunque el equipo de Kiev ha asegurado que hay espacio para el compromiso en el borrador que ha propuesto Moscú (que incluye el abandono de la intención de Ucrania de unirse a la OTAN, el reconocimiento de la península ucrania de Crimea como parte de Rusia y la independencia de las regiones separatistas del Donbás manejadas por Moscú, así como garantías sobre el uso del idioma ruso en el país, entre otras cosas), hay aún “contradicciones fundamentales”, en palabras del Gobierno ucranio. Moscú ha acusado, además, a Kiev de ser “lento” en el diálogo. El Ejecutivo de Zelenski remarca que para avanzar por cualquier canal las tropas del Kremlin deben cesar los ataques.

De fondo, en plena negociación y sin interrumpir unos bombardeos cada vez más sangrientos contra infraestructuras civiles y zonas residenciales, y mientras mantiene amenazadoramente a sus buques de guerra frente a Odesa, en el mar Negro, Putin no ha rebajado su durísima retórica. Con Rusia aislada por la mayoría de la comunidad internacional, su economía en serias dificultades y no pocos ciudadanos tratando de salir del país por los pocos canales que quedan tras la suspensión de numerosas rutas internacionales, el jefe del Kremlin ha recalcado que los rusos prooccidentales son “escoria y traidores” y deberían ser purgados. Putin asegura, además, que la “operación militar especial”, como denomina a la invasión, sigue según el cronograma planificado.

Los movimientos diplomáticos continúan. Dos días después de la visita de tres líderes europeos a Kiev, a pesar de los ataques, para conversar cara a cara con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, este jueves el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha conversado con Putin y le ha propuesto organizar una reunión con el líder ucranio. Erdogan ha enviado además a su ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, a Lviv, al oeste del país, para reunirse con su homólogo ucranio, Dmitro Kuleba. El turco, que este miércoles se vio en Moscú con el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, ha asegurado que “hay esperanzas” para acordar un alto el fuego. El viernes, en medio de la especulación por la postura de China en la guerra, el presidente estadounidense, Joe Biden, hablará con el chino, Xi Jinping. Washington busca presionar a Pekín para que no apoye la invasión de Putin.

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Bajas civiles y ataques a hospitales y escuelas

La guerra de Putin contra Ucrania ha entrado en su tercera semana y los ataques contra la población civil se endurecen. Oleksi Arestovich, asesor de la Presidencia ucrania, ha denunciado este jueves que las tropas rusas, a medida que ocupan ciudades y pueblos, emprenden una campaña de violaciones, saqueos y purgas. “Si antes estos casos eran aislados, ahora la situación ha empeorado. El ejército ruso está destruyendo deliberadamente a la población ucrania. Eso es genocidio”, ha dicho.

Más de 20 personas han muerto este jueves y 25 resultaron heridas cuando un ataque aéreo destruyó una escuela y un centro comunitario en Merefa, cerca de la ciudad de Járkov, la segunda ciudad del país, y blanco constante de los ataques rusos. En Kiev, aunque el avance hacia la ciudad se ha ralentizado, los servicios de emergencia han informado de otro ataque sobre un edificio residencial. En Chernígov (en el norte, no lejos de la frontera con Bielorrusia), murieron el miércoles 53 personas, según el gobernador de la región, Viacheslav Chaus. En la urbe, duramente castigada por los bombardeos de las fuerzas de Putin, fallecieron otras 10 cuando esperaban en una cola para comprar alimentos.

El escaso avance de las tropas rusas ha forzado al Kremlin a enviar más refuerzos al frente. La pérdida de efectivos y la resistencia ucrania han forzado a Moscú a movilizar más combatientes pese al masivo despliegue con el que rodeó el país desde noviembre del pasado año, una operación a la que destinó, según los informes de inteligencia occidentales, más de la mitad de sus Fuerzas Armadas. Pese a ello, ahora ha llegado el turno de desplegar sobre el terreno a soldados de territorios ocupados en Georgia, mercenarios de Oriente Próximo y más reservas del lejano este de Rusia.

La información ha sido confirmada públicamente por personas próximas al Kremlin. “Nuestros muchachos van a Ucrania para acabar con los nazis que están aterrorizando a su gente”, escribió el 15 de marzo en su canal de Telegram Eduard Kokoiti, expresidente de la autoproclamada República de Osetia del Sur, que acompañó su mensaje con imágenes de militares de la 4ª Base de la Guardia Nacional en camino a Ucrania.

Estados Unidos calcula que 7.000 soldados rusos han muerto en Ucrania, según información de The New York Times. Entre 14.000 y 21.000 podrían estar heridos, de un total de 150.000 militares rusos que participan en la guerra. Eso podría significar que la mayoría de sus unidades de combate están bajo mínimos, incapaces de llevar a cabo acciones de combate.

El Ministerio de Defensa de Japón ha informado este jueves de que ha localizado cuatro grandes barcos de guerra anfibios rusos navegando cerca de sus islas mientras viajaban hacia el oeste, posiblemente hacia Europa. Las imágenes tomadas por el Ejército japonés de los barcos anfibios, que se usan habitualmente para el desembarco de las fuerzas expedicionarias en tierra, mostraban lo que parecían ser camiones militares sobre la cubierta de uno de los barcos.

Un informe del Ministerio de Defensa británico del 15 de marzo apuntaba a que el Kremlin “está recolocando fuerzas de lugares tan lejanos como el Distrito Militar Este (en Siberia), Armenia y la Flota del Pacífico. Además, pretende utilizar aún más fuerzas irregulares de compañías militares privadas, de Siria y otros mercenarios”.

Tras ralentizar su ofensiva en el interior de Ucrania, Londres cree que Rusia “pretende utilizar estas fuerzas para mantener el territorio capturado y liberar su Ejército para relanzar las operaciones paradas”. Además, considera que la “pérdida continua de personal dificultará a Rusia asegurar el territorio ocupado”.

Vladímir Putin aprobó en una reunión del Consejo de Seguridad celebrada el 11 de marzo que se reclutase a extranjeros para reforzar las operaciones en Ucrania, y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, reconoció que su Ejército barajaba enviar más de 16.000 mercenarios procedentes de Oriente Próximo.

Kiev pide más armamento a Occidente

Ucrania ha alertado, sin embargo, de que para seguir conteniendo a las tropas rusas precisa de más armas. El presidente Zelenski ha pedido más apoyo internacional con sanciones y armamento, incluidos sistemas de defensa aérea, armas y municiones para hacer frente al Ejército ruso. Sigue insistiendo además en reclamar el cierre del espacio aéreo de Ucrania, una medida descartada por la OTAN, que teme una confrontación militar directa con Rusia. “¿Cuántas personas más tienen que matar para que los líderes occidentales digan ‘sí’ a una zona de exclusión aérea o a darnos los aviones de combate que tanto necesitamos?”, se preguntó el mandatario el miércoles en su discurso nocturno en la televisión de Ucrania.

Moscú sigue negando los ataques a civiles, a pesar de que las pruebas en su contra se acumulan. No solo en cuanto a los objetivos a los que se dirigen estos ataques —hospitales, escuelas, zonas residenciales— sino también en cuanto a los medios que utiliza, y entre los que se ha denunciado ya, por parte de Naciones Unidas y de organizaciones como Amnistía Internacional, el uso de armas que no permiten discriminar entre blancos militares y civiles, como las llamadas “bombas tontas” (sin sistema de guía inteligente) y municiones de racimo.

El miércoles, una delegación del Tribunal Penal Internacional (TPI), encabezada por su fiscal jefe, Karim Khan, viajó a Ucrania para investigar sobre el terreno la posible comisión de crímenes de guerra y contra la humanidad en el país. Kahn declaró, que “los ataques deliberados contra civiles constituyen un crimen que perseguiremos”. La investigación del TPI se produce a instancias de 40 países miembros, una iniciativa hasta ahora inédita. Ni Ucrania ni Rusia son signatarios del Estatuto de Roma, la convención fundacional del TPI, por lo que, en principio, quedan fuera de la jurisdicción de esta corte. Sin embargo, Kiev ha facultado al tribunal para que investigue los posibles crímenes cometidos desde 2014, con la anexión rusa de Crimea. El TPI sí podría perseguir a título individual al presidente ruso y a la cúpula del poder del Kremlin, si considera que hay indicios suficientes para ello, lo que impediría a Putin pisar ninguno de los 130 Estados que forman parte del Tribunal, a riesgo de ser detenido.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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