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Los republicanos critican divididos la gestión de Biden de la crisis ucrania

El partido se reparte entre los que piden más dureza en las sanciones y quienes consideran que Estados Unidos debería centrarse en los problemas internos

Iker Seisdedos
Donald Trump y Vladimir Putin
Donald Trump y Vladimir Putin durante un encuentro en Helsinki en 2018.Pablo Martinez Monsivais

La gestión de Joe Biden de la crisis ucrania ha despertado críticas entre las filas del Partido Republicano. Hasta ahí, todo normal. Lo excepcional es lo que esa unidad en la crítica al adversario dice sobre la división en casa. Por un lado, están los que atacan las sanciones, las primeras de una serie que Washington prepara para persuadir al presidente ruso, Vladímir Putin: son demasiado blandas y llegan demasiado tarde. Por el otro, están los adalides del America First, herederos de la retórica aislacionista de Donald Trump, que consideran que Estados Unidos mejor haría en centrarse en solucionar sus problemas internos antes debe embarcarse en otra aventura exterior, tras dos décadas de guerras sin fin en Afganistán, Irak y otros países que el votante medio tiene dificultades para situar en el mapa.

Y luego está el propio Trump, quien, en una entrevista radiofónica con un pequeño medio conservador, definió como una “genialidad” que Putin declarara el lunes “independiente una gran parte de Ucrania”. Calificó el movimiento de mandar a continuación “una fuerza de paz” a los territorios separatistas del sudeste de Ucrania como “maravilloso” e “inteligente” “Podríamos usarla [esa estrategia] en nuestra frontera sur [con México]”, añadió. “Con nosotros [en la Casa Blanca], esto no estaría pasando”. Este miércoles, Trump ha abundado en su mensaje con un comunicado en el que asegura que “Putin está usando a Biden como un tambor”. “Y no es un espectáculo agradable de contemplar”.

La divergencia en política exterior no es nueva en las filas conservadoras; viene al menos de los tiempos de Bush hijo y los halcones y palomas de su Administración, y ya salió a relucir en agosto, con motivo de la caótica retirada de Afganistán. Pero va más allá de eso, hasta servir de síntoma de una batalla por el alma del partido de Abraham Lincoln que se libra con la vista puesta en 2024, año de elección presidencial. En esa guerra, que tiene una primera escaramuza en noviembre de este año, cuando el partido tratará de recobrar el control de las dos cámaras, Trump es el agente provocador, que, además demostró sintonía pública con Putin en la Casa Blanca durante sus cuatro años de mandato, sobre los que planeó la intervención rusa en las elecciones de 2016 que le dieron el triunfo.

Los dos representantes republicanos que participan en el comité que investiga el ataque al Capitolio del seis de enero en la Cámara de Representantes, bestias negras del trumpismo, criticaron abiertamente las declaraciones del expresidente. Liz Cheney (Wyoming) lo hizo en Twitter: “[Esas palabras] ayudan a nuestros enemigos. Los intereses de Trump no parecen alinearse con los de Estados Unidos”.

Adam Kinzinger (Illinois), por su parte, deploró en la misma red social un mensaje de la cuenta de los representantes republicanos en el Congreso en la que se ve a Biden de espaldas, abandonar la sala donde el martes dio el discurso en el que reconoció que la invasión en Ucrania había comenzado y detalló la “primera batería de sanciones”. La acompañaba un mensaje (“este es el aspecto que tiene la debilidad en el tablero internacional”) que encolerizó a Kinzinger. Congresista por Illinois, aunque no piensa volver a presentarse, condenó ese “maldito y horrible tuit durante esta crisis”. “Se puede criticar la política [exterior], pero esto es una locura y alimenta la narrativa de Putin”.

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La citada cuenta también colgó una declaración firmada por el líder de la minoría republicana en el Congreso, Kevin McCarthy (California) y cinco correligionarios en la que apostaban por endurecer la respuesta a Putin: “China y Corea del Norte está mirando. Debemos reaccionar con firmeza a esta agresión rusa”, decía la nota. “Y lamentablemente, Biden siempre apostó por el apaciguamiento”, escribió McCarthy este martes.

El día anterior, ocho legisladores republicanos llamaron junto a 12 demócratas a la unidad y se comprometieron a “apoyar cualquier legislación suplementaria” que ayude a que “el dictador Putin y sus oligarcas corruptos paguen un precio devastador”. El más famoso del lote de los conservadores, el senador Lindsey Graham (Carolina del Sur), ha endurecido después su mensaje al considerar las sanciones anunciadas por Biden como “inadecuadas”.

Parecido camino ha tomado el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell (Kentucky): pasó en un día de ofrecer consejo sin demasiada crítica a culpar de la acumulación de “casi 200.000 soldados” ordenada por el Kremlin a la gestión de la Administración de Biden en Afganistán, que ofreció una imagen de “debilidad”.

La otra escuela de pensamiento dentro del partido la ha encarnado mejor que nadie Paul Gossar, congresista de Arizona que en otoño difundió un vídeo animado en el que mataba a la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez. “Deberíamos llamarnos Ucrania y entonces quizá la OTAN se comprometa con la protección de nuestra frontera [sur]”, dijo este fin de semana.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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