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Salvini juega al póker con Draghi

La derecha presenta una terna de nombres para disputar la candidatura del actual primer ministro a la jefatura del Estado, pero la segunda jornada de votaciones se cierra sin resultado

El líder de la Liga, Matteo Salvini, habla por teléfono durante la votación del martes en la cámara de diputados
El líder de la Liga, Matteo Salvini, habla por teléfono durante la votación del martes en la cámara de diputados.ALESSANDRA TARANTINO (AFP)
Daniel Verdú

La zona Cesarini es un término acuñado en los años 30 en Italia para referirse al tiempo de descuento de un partido de fútbol y a los goles anotados in extremis en ese lapso temporal. Con la distancia, sin embargo, se convirtió también en una metáfora de tantas cosas que se logran en Italia en el último minuto, especialmente de una negociación política: la elección del presidente de la República suele ser una de ellas. Excepto Carlo Azeglio Ciampi (1999-2006), el modelo que ahora se invoca para promover a Mario Draghi (también fue banquero y primer ministro y presidente casi sin solución de continuidad), el resto de jefes de Estado como Sergio Mattarella, Giorgio Napolitano o Oscar Luigi Scalfaro (16ª votación), cuajaron después de muchos intentos. Y en esta ocasión, de nuevo, parece que se superarán las tres primeras votaciones antes de que el quórum necesario descienda hasta la mayoría absoluta del escrutinio del jueves, cuando podría empezar a aclararse la partida. El miércoles se producirá una reunión crucial entre los bloques de derecha y el de izquierda.

El martes la votación volvió a arrojar un gran número de papeletas en blanco (525), tal y como los principales partidos pidieron a sus parlamentarios, y un número considerable de apoyos para el juez Paolo Maddalena (40) y para el actual presidente de la República, Sergio Mattarella (39). Pero fue, sobre todo, el día en que la coalición de derecha (Forza Italia, Hermanos de Italia y Liga) puso tres nombres sobre la mesa: la exalcladesa de Milán Letizia Moratti, el filósofo y expresidente del Senado Marcello Pera y el exjuez del Tribunal Constitucional, Carlo Nordio. Los ultraderechistas Matteo Salvini, líder de la Liga, y Giorgia Meloni, jefa de Hermanos de Italia, los presentaron como sus bazas para competir con un histórico agravio de la derecha, que no ha sido capaz de imponer a ningún candidato de su área ideológica en el Quirinal en los últimos 30 años. Pero eran, en realidad, algo más parecido a un farol para llegar a un acuerdo que todavía pasa irremediablemente por explorar en profundidad la vía de Draghi o destapar alguna carta que pueda complacer al espectro progresista.

Las posiciones oficiales son variadas. El bloque de centroizquierda, por cortesía institucional, ha dicho que valorará los nombres propuestos por la derecha. Pero ya avanzó que no los considera oportunos y prefiere reunirse con la coalición que lidera Salvini para consensuar una propuesta unitaria. “Tenemos que encerrarnos y tirar la llave. Pan y agua hasta encontrar el nombre”, propuso Enrico Letta, líder del Partido Democrático.

Muchos, sin embargo, siguen queriendo preservar el nombre de Draghi. Incluso en las filas del Movimiento 5 Estrellas (M5S), temerosos de que una elección del presidente del BCE pueda dar al traste con la legislatura y con las aspiraciones de muchos parlamentarios de llegar a septiembre para asegurar una retribución especial, se aceptaba ayer la realidad. “El país necesita a alguien de máximo prestigio y que el Gobierno pueda seguir con sus reformas. ¿Draghi? Coincide con ese perfil, sí”, relata al teléfono un diputado napolitano del M5S.

Las negociaciones para trasladar a Draghi al Palacio del Quirinal, sin embargo, no registraron avances ayer y, por momentos, parecían liquidadas. Especialmente porque corren en paralelo a la necesidad de buscarle remplazo y construir un nuevo Ejecutivo de unidad. Y es ahí donde cabe buscar sentido a los nombres propuestos por la derecha -especialmente por Salvini, que intenta convertirse en el king maker de esta batalla- con la única finalidad de seguir negociando y ganando tiempo. Hasta ahora, todavía lejos de la zona Cesarini, el país puede permitirse el lujo de seguir jugando a votar nombres como el del mítico portero de la Juventus y de la Nazionale, Dino Zoff (a quien casi nunca, por cierto, marcaron durante esos fatídicos minutos). A partir del jueves, cuando el quórum descienda y los números sean más fáciles de cuadrar sin una gran mayoría de apoyos, llegarán las prisas por cerrar el partido.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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