El silencio continúa siendo la palabra oficial sobre Peng Shuai dentro de China
El Gobierno en Pekín ha reclamado que se deje de “politizar” el caso de la tenista de élite que denunció a un alto cargo por abusos sexuales
Han pasado cuatro semanas desde que la tenista de élite Peng Shuai divulgara la acusación de abusos sexuales contra el ex viceprimer ministro Zhang Gaoli y su nombre sigue sin arrojar apenas resultados en las redes sociales y los motores de búsqueda de internet en China. Las pocas noticias que aparecen se refieren a torneos de hace años. Las transcripciones oficiales de la rueda de prensa diaria que ofrece el Ministerio de Asuntos Exteriores en Pekín continúan omitiendo las preguntas sobre esta deportista que formulan los periodistas extranjeros.
Un exasperado Zhao Lijian, portavoz del ministerio, ha reclamado ante esas preguntas que “cierta gente deje de exagerar de manera deliberada y maliciosa” y de “politizar” la situación de la tenista, a la que dejó de verse en público durante más de dos semanas después de sus acusaciones, prontamente censuradas. Durante ese tiempo arreciaron los llamamientos en el exterior, especialmente entre el mundo del deporte, para que se aclarase su paradero.
Peng reapareció súbitamente en un fin de semana de comparecencias frenéticas, que fueron ampliamente divulgadas por medios y periodistas chinos en las redes sociales occidentales, censuradas dentro del país. Comparecencias que comenzaron con un correo electrónico, supuestamente enviado por ella a Steven Simon, presidente de la Asociación de Tenis Femenino (WTA), en el que aseguraba estar “descansando”. Y que culminaron con una videollamada entre el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, y la deportista, en la que ella aseguró que se encontraba “sana y salva”.
Pero esas reapariciones no han acallado las dudas. La WTA sigue llamando a investigar las denuncias de Peng. “[Los vídeos] no alivian o responden nuestra preocupación sobre su bienestar o su capacidad de comunicarse sin censura o coerción”, asegura. El correo electrónico que supuestamente envió parecía ser el pantallazo de un documento de Word. Las conversaciones en los vídeos sonaban poco naturales: en la grabación de la cena, un hombre al que los periodistas chinos describen como el entrenador de la deportista menciona varias veces la fecha del día, mientras la tenista asiente en silencio. En la conversación con Bach, Peng está acompañada por Li Lingwei, un alto cargo de la Federación china de Tenis que escucha los 30 minutos de diálogo.
Pero esto no es todo. “Lo más condenatorio en el caso de Peng Shuai es que toda la información sobre la tenista, sus denuncias y su bienestar personal se ha expurgado por completo de los medios e internet” dentro de China, apunta David Bandurski, director del China Media Project, en la página de este proyecto de análisis de la información que se publica en el ciberespacio de este país.
“La conclusión crucial que podemos extraer de la búsqueda sin éxito de ‘Peng Shuai’ en el espacio de información chino es que la estrella del tenis está de verdad desaparecida, pese a las garantías aportadas por los medios estatales e individuos asociados a ellos… Que viene a ser que no hay un modo de veras para que Peng hable libremente sobre las acusaciones que ha formulado contra un político poderoso, y no hay espacio para una conversación más abierta, o ningún tipo de conversación, en los medios chinos y el espacio informativo sobre las implicaciones de su caso”, agrega Bandurski.
Confesiones forzadas
Organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado las similitudes entre estas recientes declaraciones públicas de Peng y las confesiones forzadas de activistas y disidentes detenidos en el pasado y distribuidas por medios oficiales chinos, en las que —como la tenista— aseguran que todo va “bien”.
En una de estas ocasiones, el músico uigur Abdurehim Heyit, detenido en Xinjiang, aseguraba que se encontraba en buen estado de salud. En otra, un librero hongkonés secuestrado y trasladado a China, Gui Minhai, comparecía lloroso para declarar que había regresado voluntariamente para rendir cuentas por un atropello ocurrido 15 años antes. En otra, la prominente abogada de derechos humanos Wang Yu arremetía contra su hijo adolescente por marcharse de China.
“Mensajes como estos pretenden ser una demostración de poder: ‘Os estamos diciendo que está bien, y ¿quiénes sois vosotros para decir lo contrario?’. No pretenden convencer a la gente, sino intimidar y demostrar el poder del Estado”, escribía en Twitter Mareike Ohlberg, del programa para Asia del German Marshall Fund.
Boicot a los Juegos Olímpicos
En este caso, China parece tener una premura especial en que se acalle todo lo que rodea a Peng. En poco más de dos meses, Pekín acogerá los Juegos Olímpicos de invierno, que quiere convertir en un alarde del auge del país. Un “catalizador del crecimiento de la mentalidad de China como gran potencia”, como lo describía en un editorial el periódico oficial Global Times.
Pero la atención en torno a Peng ha hecho que crezcan los llamamientos para un boicot, bien solo diplomático o bien completo, de esos Juegos. Unos llamamientos que ya se habían empezado a escuchar para pedir represalias por las violaciones contra los derechos humanos de la minoría uigur musulmana en la región china de Xinjiang.
“No promuevan la propaganda estatal china”, pedía Human Rights Watch al COI esta semana en un comunicado tras la conversación entre Bach y Peng. “El COI no ha dado ninguna indicación de que haya llevado a cabo, o planee publicar, una evaluación del riesgo para los derechos humanos” en China de cara a los Juegos. “Si el COI quiere proclamar de manera creíble que es una ‘fuerza para el bien’, debe dejar de participar en las prácticas represivas del Gobierno chino”, ha declarado la investigadora de HRW Yaqiu Wang. “El Comité debería, más bien, defender los derechos humanos y la seguridad de los atletas”.
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