Desconcierto en la oposición cubana tras el exilio de Yunior García
La plataforma Archipiélago dice que, después del 15-N, seguirá dando pasos para impulsar la democratización de la isla
La sorpresiva salida de Cuba de Yunior García, principal líder de la frustrada protesta del 15-N, ha dejado una sensación amarga en la plataforma Archipiélago y también entre los sectores opositores más comprometidos con la llamada marcha por el cambio. El desconcierto era notable tras la montaña rusa vivida el miércoles, cuando horas después de declarar “desaparecido” a García, los miembros de la plataforma se enteraron por la prensa de su llegada a Madrid. No obstante, la mayoría expresó su respeto por la “decisión personal” del dramaturgo tras las enormes presiones sufridas en las últimas semanas, incluido un acto de repudio que lo tuvo bloqueado sin poder salir de su casa el 14 de noviembre, día en que pretendía manifestarse en solitario por un céntrico barrio de La Habana.
“No lo puedo juzgar. Hay que ponerse en su piel y vivir lo que ha vivido él, que ha sido criminalizado, hostigado junto a su familia y amenazado con la cárcel”, dijo uno de sus compañeros en La Habana, que prefirió no dar su nombre, aunque explicó que desde el primer día todos tuvieron presiones y todos eran conscientes de lo que podía ocurrir. Y que nunca el exilio fue contemplado como opción. “Quizás no tanto como él, pero aquí todos hemos sido asediados en nuestras casas”, afirmaba.
Ninguna voz opositora criticó en voz alta al líder de Archipiélago, una organización que cuenta con 33.000 miembros en Facebook, como sí sucedió en el exilio. Pero en privado muchos admitían su malestar, sobre todo por enterarse de que el 15-N, el mismo día de la marcha, y cuando muchos de sus promotores estaban en casa sitiados por agentes de la seguridad, García fue al Consulado español en La Habana a solicitar un visado; eso, y que antes de partir no hubiera comunicado su decisión al resto de los organizadores de la plataforma. Por eso las declaraciones de Yunior García a su llegada a Madrid fueron seguidas en La Habana con máxima atención.
García admitió que su partida de Cuba fue “un golpe doloroso”, y que tendrá que perdonarse a sí mismo por “no haber tenido el valor” de convertirse “en piedra y en una estatua de bronce”. “Debo quizás pedir perdón por ser humano, por pensar en mi esposa y en mi vida y por escapar de lo que iba a constituir seguramente una muerte en vida, porque eso era lo que me esperaba en vida, una muerte en vida”, aseguró el líder de Archipiélago.
En los sectores enfrentados con el poder, la tónica general ahora es pasar página cuanto antes y no caer en divisiones que puedan beneficiar al Gobierno. Las autoridades cubanas, por su parte, han exhibido la desactivación de la protesta —en medio de un despliegue policial y una presión sin precedentes contra los promotores de la marcha—, como un triunfo y una “operación fallida de EE UU”.
Pese a que muy poca gente salió a las calles vestida de blanco el 15-N —como habían pedido los organizadores—, desde Archipiélago y la oposición se valora como “positivo” el resultado de la convocatoria. “El 15-N fue un gesto cívico que marcó un paso más hacia la democratización de la sociedad y de la vida política y pública en Cuba”, señaló el historiador y laico católico Leonardo Manuel Fernández Otaño, fundador de Archipiélago junto a Yunior García. “Pudimos ver cómo diversos sectores de la sociedad civil se expresaron, artistas, intelectuales; y cómo hizo reflexionar sobre la necesidad de la manifestación como forma para la incidencia en la vida pública de la nación y sobre la necesidad de reconciliarnos entre todos los cubanos”, dijo el activista.
En los últimos días, figuras de la cultura cubana como Pablo Milanés, Chucho Valdés o el compositor Leo Brouwer han expresado su rechazo a la represión policial y los actos de repudio, apoyando a quienes reclaman cambios en Cuba. “Para mí es triste referirme a Cuba como el país del no, lo he dicho algunas veces y lo tengo que repetir con una isla perdida, hundida y destruida, donde nada es posible, donde todo es censurado, criticado, tras un poder inquisidor que repudia lo que no se hace a su conveniencia (…) No quiero más quebranto y más sufrimiento. ¡Basta ya!”, dijo Brouwer, una figura idolatrada en Cuba y a la que ningún medio oficial se atrevería a tildar de “contrarrevolucionario”.
Para Fernández Otaño, el exilio de su amigo Yunior García, que no evaluó, no es clave para el futuro de Archipiélago. “Una de nuestras ventajas es que nuestros liderazgos son horizontales, colegiados. Se dialoga inclusive cuando se han tomado todas las decisiones en un debate acalorado, y eso hace que la plataforma camine y que esa sea su fortaleza”, indicó. Sobre lo que ocurrirá en lo adelante, dijo: “Archipiélago es un paso hacia la democratización de la sociedad cubana. Un paso que tiene prioridades; liberar a los presos políticos, crear tejido social, lograr una reflexión ciudadana. Ese es nuestro objetivo y hacia ahí vamos a caminar tratando de buscar soluciones pacificas basadas en la cultura del encuentro”. El tiempo dirá.
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