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Irak intenta frenar con poco éxito la migración de sus ciudadanos hacia la UE a través de Bielorrusia

Unos 10.000 iraquíes han viajado al país de Lukashenko con la intención de migrar a Europa, según una ONG. La interrupción de vuelos directos con Minsk ha encarecido el viaje, que ahora se hace vía terceros países

Una familia kurda de 16 miembros de tres generaciones, incluidos siete menores, en el bosque cercano a la frontera entre Polonia y Bielorrusia en Narewka, Polonia, el 9 de noviembre.
Una familia kurda de 16 miembros de tres generaciones, incluidos siete menores, en el bosque cercano a la frontera entre Polonia y Bielorrusia en Narewka, Polonia, el 9 de noviembre.WOJTEK RADWANSKI (AFP)
Ángeles Espinosa

Hasta 10.000 iraquíes se han desplazado a Bielorrusia con la intención de migrar a la Unión Europea (UE) desde que ese país les abrió sus fronteras la pasada primavera, según estimaciones de una ONG iraquí. La desesperación por dejar atrás un Irak que no ofrece perspectivas de futuro les ha hecho caer en una trampa política. El Gobierno de Bagdad lleva dos meses intentado frenar ese flujo, pero sus medidas sólo han encarecido y alargado el viaje.

Desde el pasado septiembre, y a raíz de las presiones de la UE, las autoridades iraquíes han suspendido los vuelos directos de Bagdad y Erbil (la capital del Kurdistán iraquí) con Minsk. También han cerrado la Embajada y el Consulado de Bielorrusia en esas ciudades.

Fuentes diplomáticas europeas en Bagdad reconocen que “el Gobierno iraquí está tomando medidas para desanimar a quienes intentan viajar a Bielorrusia con el objetivo de migrar a la UE”. No obstante, cuestionan el éxito de estas y aluden a la aparición de rutas alternativas, una preocupación que se extiende a medios humanitarios.

Ari Jalal, director de la ONG kurda Fundación Cumbre para Asuntos de Refugiados y Desplazados (Lutka, en sus siglas kurdas), opina que la interrupción de los vuelos no sólo no ha logrado su objetivo, sino que está haciendo más difícil que regresen quienes quieran hacerlo. Se desconoce el número exacto de iraquíes que se hallan en Bielorrusia, pero según la información que la ONG recoge cada día a través de los propios migrantes su número ronda los 10.000. Fuentes del Gobierno regional del Kurdistán estiman que el 80% de ellos son kurdos.

“Algunos lograron cruzar, otros están en las fronteras y otros más aún esperan dentro de Bielorrusia a que se abran los pasos”, declara Jalal en un intercambio de correos. “Ahora, quienes quieren migrar acuden a consulados de Bielorrusia en otros países para obtener el visado”, asegura.

El copropietario de una agencia de viajes en Bagdad confía a EL PAÍS que incluso tras la interrupción de los vuelos a Minsk hace dos meses, “algunas agencias que tenían contacto directo con la Embajada bielorrusa siguieron ofreciendo paquetes por entre 3.000 y 5.000 dólares (entre 2.600 y 4.400 euros)”, algo que en su opinión sólo paga la gente que quiere migrar a Europa. “Nuestros tours oscilaban entre los 500 y los 1.000 dólares, según el alojamiento”, explica.

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El súbito incremento de precios se justifica tanto por el mayor riesgo que supone vender esos paquetes después de la prohibición oficial, como por la utilización de vuelos con escala a través de Dubái, Beirut, Estambul, Amman o Kiev. También desde fuera de Irak se fomentan esos viajes vía terceros países por parte de webs que prometen un visado online a pagar a la llegada al aeropuerto de Minsk. “Para solicitar una invitación a Bielorrusia, envíenos un mensaje”, anuncia en árabe MadeInRussia24 que dice tardar entre “tres y cinco días hábiles”.

De ahí que el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Migraciones, Margaritis Schinas, viajara el pasado jueves a la ciudad emiratí y luego a la capital libanesa, “para frenar la instrumentalización de la gente por parte de Bielorrusia”, según expone en su Twitter.

En una comparecencia ante la prensa al concluir su visita a Beirut el viernes, Schinas dijo haber obtenido el compromiso de las autoridades de Emiratos Árabes Unidos y garantías de las libanesas de ayudar a la UE con ese objetivo. También celebró la decisión de Ankara de impedir que los ciudadanos de Irak, Siria y Yemen viajen a Bielorrusia a través de aeropuertos turcos.

El director de Lutka recuerda que “la migración ilegal desde el Kurdistán iraquí hacia los países europeos ha sido continua desde antes del surgimiento del ISIS”, en referencia al avance del Estado Islámico en 2014. Señala, no obstante, que el flujo a través Bielorrusia empezó “tan pronto como [esta] facilitó el visado a los iraquíes”. Una vez allí, algunos lograron cruzar la frontera, especialmente a Lituania y Polonia, “lo que animó a otros a seguir esa ruta”.

Como resultado, muchos se han quedado atrapados en tierra de nadie, donde se han convertido en rehenes del enfrentamiento del régimen de Lukashensko con la UE. El Gobierno de Irak ha anunciado una partida presupuestaria para repatriar a sus ciudadanos de Bielorrusia y la Embajada de Irak en Moscú ha empezado a registrar a aquellos que desean regresar.

En los diez primeros meses de 2021, 37.000 iraquíes han salido de Irak de forma irregular, según los datos que maneja Lutka. De ellos, 10 han muerto de camino a Europa y 12 están en paradero desconocido.

"Nos han disparado en varias ocasiones desde que llegué"

Autorretrato de Aryan Zellmi, inmigrante kurdo en Bielorrusia
Autorretrato de Aryan Zellmi, inmigrante kurdo en Bielorrusia

Aryan Zellmi tiene 25 años y procede del Kurdistán iraquí, de una región montañosa lindante con Irán. Viajó a Minsk, la capital de Bielorrusia, en avión desde Bagdad, vía Dubái, el viernes 5 de noviembre. Pagó 4.000 dólares (unos 3.500 euros) por el billete y el visado. Desde entonces duerme al raso en un bosque próximo a la frontera con Polonia que intenta cruzar.
“Nuestra situación no es buena; no tenemos comida y no esperábamos la actitud de Polonia”, admite durante una conversación por WhatsApp. Cuenta que los soldados polacos les lanzan gases lacrimógenos. También reconoce que Bielorrusia, después de aparentemente ayudarles, tampoco se está portando bien. “Nos han disparado en varias ocasiones desde que llegué; intentan asustarnos”, confía. Al parecer, para evitar que vuelvan sobre sus pasos.
No parece probable que desista. Se ha empeñado para hacer el viaje. La mitad del dinero se la debe a familiares y amigos; la otra mitad se la dio su madre, pero también ha gastado otros mil dólares que había ahorrado. Aun así cree que merece la pena porque dice que en su país no podía llevar una vida decente, ni mantener a su madre y a su hermano. “Les he dejado allí con el objetivo de llegar a un país europeo y labrarme un futuro para mí y mi familia”, declara.
Tampoco duda de que vaya a encontrar un empleo, a pesar de que solo habla kurdo y árabe. “Puedo valerme por mi mismo, he ido a la escuela y trabajé dos años en un café en Suleimaniya, así que tengo experiencia como camarero”, asegura.
Cuando se le pregunta a qué país quiere ir, responde: “¿Crees que me importa?”. “Siempre soñé con vivir en Londres, pero estoy tan cansado de la situación que, si Bielorrusia o Polonia me dan asilo, aceptaría”, concluye.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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