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Los jefes del espionaje serbio con Milosevic, condenados a 12 años de prisión por crímenes de guerra contra bosnios y croatas

Jovica Stanisic y Franko Simatovic son culpables de apoyar a grupos paramilitares que asesinaron y expulsaron a civiles no serbios de sus hogares en Croacia y Bosnia

Pancarta con imágenes de víctimas musulmanas de la guerra de Bosnia, ante la sede del TPIY en La Haya el 22 de noviembre de 2017.
Pancarta con imágenes de víctimas musulmanas de la guerra de Bosnia, ante la sede del TPIY en La Haya el 22 de noviembre de 2017.MICHAEL KOOREN (Reuters)
Isabel Ferrer

Los jefes del espionaje serbio durante la guerra de los Balcanes, Jovica Stanisic, de 70 años, y Franko Simatovic, de 71, han sido declarados culpables este miércoles de crímenes de guerra y contra la humanidad por ayudar e incitar al asesinato, deportación, traslado forzoso y persecución de civiles que no fuesen serbios en Bosnia Herzegovina. Los jueces del Mecanismo Residual judicial encargado de cerrar los procesos pendientes de los juicios de los Balcanes —el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) echó el cierre en 2017—, les han impuesto sendas penas de 12 años de cárcel, y han señalado que los crímenes fueron cometidos de forma sistemática por grupos paramilitares serbios, a los que los dos acusados les financiaron y equiparon. El proceso, que ha requerido de dos juicios —el primero de ellos, iniciado en 2008 finalizó cinco años después con su absolución— se ha prolongado durante 18 años.

El presidente de la sala, Burton Hall, ha advertido de que el tribunal no pretendía dar una lección de historia sobre la disolución de la antigua Yugoslavia, “porque esa es una labor que compete a los historiadores; la nuestra consiste en confirmar si los acusados cometieron los crímenes señalados en el pliego de cargos”. De ahí que el fallo considere que se ha probado “que la ayuda prestada por los acusados tuvo un efecto significativo en la comisión de los delitos”. Por el contrario, la fiscalía adujo que la cercanía de ambos acusados al Gobierno serbio, y su línea directa con el entonces presidente, Slobodan Milosevic, “muestra el verdadero papel de Belgrado en las atrocidades cometidas contra la población no serbia de Bosnia y Croacia”, según ha explicado el fiscal del Mecanismo Residual, Serge Brammetz.

En 2013, Stanisic y Simatovic fueron absueltos de los cargos de crímenes de guerra y contra la humanidad, parte de los cuales sí han sido aceptados ahora. En 2015, los jueces de apelación ordenaron que se repitiera el juicio en su contra porque el fallo emitido en primera instancia no interpretó bien el concepto de complicidad para cometer un delito. La nueva sentencia acepta que los acusados participaron en la formación y entrenamiento de dichos grupos en el verano de 1991. Y también “que la ayuda prestada por los acusados desempeñó un papel significativo en lo que ocurrió después”, ha añadido Burton Hall.

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Juzgados primero por el TPIY y después por el Mecanismo Residual, ambos procesados fueron dos de los hombres más poderosos de Serbia. Jovica Stanisic dirigía la seguridad estatal, y la fiscalía lo ha presentado como uno de los colaboradores más leales de Milosevic, fallecido en su celda en 2006. El otro acusado, Franko Simatovic, alias Franki, ha negado la existencia de tropas especiales en el seno de la seguridad estatal. Durante las investigaciones del primer juicio, sin embargo, se mostró el vínculo entre dichos servicios secretos y varios grupos paramilitares que operaban en zonas controladas por Serbia en Croacia y Bosnia. Entre ellos, figuraban los Tigres de Arkan, Escorpiones y Boinas Rojas. En 1996, el propio Simatovic anunció en un discurso la formación de una unidad de operaciones especiales para “mantener la seguridad en todas las zonas étnicas”.

El caso contra ambos ha sido es el más largo de la historia del TPIY, puesto que el primer juicio dio comienzo en 2008, cinco años después de su detención, y muestra lo difícil que resulta para la justicia internacional probar crímenes perpetrados por grupos independientes, en este caso paramilitares, cuando la cadena de mando no es directa. Según publicó en 2009 el rotativo Los Ángeles Times, Stanisic desempeñó además un doble papel: fue un aliado leal del expresidente Milosevic y al mismo tiempo proporcionó información a miembros de la CIA sobre el régimen serbio, como por ejemplo el lugar donde el exmandatario escondía a sus rehenes de OTAN y las fosas comunes donde se sepultaba a quienes no eran serbios.

Stanisic y Simatovic fueron trasladados en 2003 a La Haya, sede del TPIY y del Mecanismo Residual. Tras varias pausas debido a la mala salud de Stanisic, el fallo de absolución fue leído en 2013. Ese año, los cargos contra Stanisic y Simatovic incluyeron el asesinato, la deportación, las detenciones ilegales, los trabajos forzados y los abusos sexuales cometidos en Bosnia Herzegovina y Croacia entre 1991 y 1995. La sentencia reconoció que si bien “distintos militares serbios cometieron los delitos”, no se había probado que ellos los hubieran planeado o bien ordenado. Tampoco que ayudaran o incitaran a cometerlos.

La Fiscalía acudió a la Sala de Apelación que ordenó en 2015 un nuevo juicio “por los graves errores legales y factuales observados”. Pidió asimismo la revisión “de todos los cargos” presentados en su día por la acusación. El nuevo proceso se abrió formalmente en 2017 y ha contado con 80 testigos en total, durante la repetición del juicio. Desde 2008, han testificado en conjunto 155 personas.

Dado que los dos condenados han estado ya un tiempo en prisión preventiva, la oficina de prensa del Mecanismo Residual ha informado de que hará el cálculo de los años a restar de los 12 que dicta la sentencia “en cuanto reciban el fallo por escrito”.

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