Justin Trudeau, la llama que no se apaga
El primer ministro canadiense, al frente de un Gobierno liberal con altibajos, tiene apoyos como para obtener un nuevo mandato si la pandemia, finalmente, permite celebrar elecciones
Justin Trudeau suele repetir una frase: “Nadie quiere elecciones en tiempos de pandemia, pero los liberales estamos preparados en caso de que la oposición siga desconfiando de este Gobierno”. Un Gobierno minoritario en Canadá –como el que formó Trudeau en octubre de 2019- dura en promedio 18 meses. Y pese a la covid-19, opiniones en medios y corrillos políticos apuntan que las urnas podrían montarse en otoño. Incluso se debate en el Parlamento un proyecto para adaptar el proceso electoral a la situación sanitaria. Trudeau, que ha pasado en sus años como primer ministro por altibajos, tiene buenas probabilidades de obtener un nuevo mandato.
En 2015, los liberales formaron Gobierno mayoritario tras casi diez años bajo la sombra del conservador Stephen Harper. Su líder, Justin Trudeau, convenció con dinamismo, esperanza y carisma. Legalizó el cannabis recreativo, extendió las ayudas familiares y promocionó el multilateralismo. La economía mostraba buena salud (el desempleo llegó en diciembre de 2018 al 5,6%, el más bajo desde 1976). También Trudeau enfrentó –con dosis de paciencia- los ásperos modos de Donald Trump (al final, renegociaron con México un nuevo marco comercial). La postal era la de un político fotogénico que avanzaba y sonreía.
No obstante, la popularidad de Trudeau descendió por incumplir algunas promesas de campaña (como una reforma electoral) y tomar medidas impopulares entre los progresistas (nacionalizar el oleoducto TransMountain fue una de ellas). “Su imagen se vio deteriorada por varios escándalos, dentro y fuera del país”, comenta Daniel Béland, director del Instituto de Estudios sobre Canadá de la Universidad McGill. Béland cita, entre otros, un viaje a la India cargado de desatinos, viejas fotografías con el rostro maquillado de negro (consideradas ofensivas) y la intención de influir en la ex ministra de Justicia para que una compañía canadiense no fuera sancionada.
En la campaña de 2019, los liberales pusieron más el acento en el proyecto que en el magnetismo de su líder. Llegó así el tiempo de un estilo más sobrio, que redujese los riesgos de apostar todo a la imagen. Mantuvieron el poder, pero perdieron la mayoría parlamentaria y el voto popular. Trudeau supo que no estaba blindado contra los desatinos. La postal que mejor lo refleja la dio cuando, entre lágrimas, se disculpó por haber empleado aquel maquillaje oscuro 20 años atrás.
La influencia de la pandemia
La fuerza de la covid-19 comenzó a sentirse en Canadá en los primeros meses de 2020. El Gobierno de Trudeau puso en marcha un musculoso plan de protección financiera para familias y empresas que incluía -entre otros puntos- prestaciones de urgencia a autónomos, apoyos al alquiler comercial y subsidios salariales. “El Gobierno federal hará todo lo necesario para ayudar a los canadienses a atravesar esta crisis”, dijo entonces Chrystia Freeland, ministra de Finanzas.
Los apoyos por la covid-19 rondaron los 348.000 millones de dólares canadienses (288.000 millones de dólares). Freeland presentó el presupuesto en abril. El documento incluyó un plan de recuperación económica por 101.000 millones, además de cuantiosas inversiones sociales, y una deuda federal de 1,2 billones (51% del PIB); el déficit, 155.000 millones. Freeland precisó que las bajas tasas de interés permitirían buscar estos recursos.
Diputados conservadores y algunas plumas financieras catalogaron el presupuesto como “electoralista”. Pedro Antunes, economista en jefe de la Conference Board of Canada, comenta: “En 2020, Canadá frenó la economía y distribuyó muchos apoyos, mientras que en Estados Unidos las ayudas fueron limitadas y se optó por mantener la economía más abierta. El impacto económico fue menor en Estados Unidos, pero mayor para la salud”. El Banco de Canadá publicó que el PIB en 2021 podría crecer entre 4% y 6,5%, aunque faltan aún 300.000 empleos para volver a los niveles prepandémicos.
El periodista Paul Wells escribió en la revista Maclean’s sobre el poder que tuvo y utilizó Justin Trudeau: “Este dominio absoluto del panorama político fue, en gran medida, producto de la catástrofe del coronavirus y la salud fiscal que Trudeau heredó de sus predecesores y que aún no había desperdiciado. Hay más accidente que estrategia en ello. Pero en 2020, este fue el país de Trudeau. El resto de nosotros simplemente vivíamos en él”.
En noviembre, el 70% de los consultados en una encuesta de Léger aprobaba la gestión de la pandemia por parte de Trudeau. El 53% de los canadienses ya ha recibido al menos una dosis de la vacuna. Pero en tiempos de pandemia, Trudeau se vio inmerso en un nuevo escándalo: fue acusado de haber atribuido un contrato a un organismo cercano a él y su familia. El comisionado de Ética absolvió al líder liberal, que antes había anulado el acuerdo.
La relación con EE UU
El 75% de las exportaciones de Canadá se envían a Estados Unidos. Pasado el huracán Trump, hoy se en percibe buena química entre Justin Trudeau y Joe Biden, aunque el demócrata tiene agenda y compromisos propios. A finales de enero, Biden firmó un decreto para impulsar la manufactura estadounidense. “Lo fundamental es que vuelve una relación más previsible con Estados Unidos. Respecto al ‘Buy American’ [”Compre lo hecho en EE UU), una parte irá a los estados y complicará el escenario para algunas compañías canadienses. Sin embargo, otros estímulos estarán dirigidos a los consumidores, algo que podrá favorecer nuestras exportaciones”, comenta Antunes.
Otra decisión de Biden que no agradó a Trudeau fue la recisión de los permisos para la construcción del oleoducto Keystone XL, concebido para enviar crudo de la provincia canadiense de Alberta a refinerías estadounidenses. Biden anunció etonces que entre 50% y 52% de las emisiones de EE UU serán recortadas en 2030 respecto a los niveles de 2005. Ottawa había calculado que haría lo propio entre 32% y 40%, aunque Trudeau dijo en la última cumbre climática, celebrada en abril de manera virtual, que buscaría llevarlo al 45%. Distintas voces dudan que sea una meta alcanzable. “La principal barrera para las ambiciones climáticas canadienses es nuestra producción de gas y petróleo”, manifestó Catherine Abreu, directora de Climate Action Network Canada.
Una “pareja de baile” para el primer ministro
Trudeau dice que no quiere elecciones en pandemia, a menos que la oposición siga desconfiando de su Gobierno. Hay lecturas distintas al respecto. “Es un Gobierno minoritario ‘fuerte’, ya que solo necesita el apoyo de uno de los tres partidos de oposición”, señala Béland. La analista política Chantal Hebert consideró en The Toronto Star que el Gobierno minoritario de los liberales ha sido particularmente productivo, debido a que siempre ha encontrado una “pareja de baile” en la oposición para casi todas sus iniciativas clave, incluso en proyectos ajenos a la pandemia. “La búsqueda de una mayoría tiene mucho más que ver con la conveniencia del partido gobernante que con la imperiosa necesidad de brindar una mejor gobernabilidad a los canadienses”, escribió.
Béland considera que los partidos de oposición no tienen interés en provocar la caída del Gobierno. “No es seguro que haya elecciones en unos meses, pero la mejora de la situación sanitaria y la aceleración de la vacunación, combinadas con un avance en los sondeos, podrían convencer a los liberales de encontrar una forma de desencadenar elecciones y tratar de recuperar el Gobierno mayoritario”, sostiene. Dos encuestas recientes otorgan al Partido Liberal una ventaja de seis puntos porcentuales sobre el Conservador, rozando el número mínimo de asientos que necesitan para la mayoría parlamentaria.
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