El día en que los exjefes de las FARC y los paramilitares se unieron para pedir perdón a Colombia
Rodrigo Londoño y Salvatore Mancuso piden en una carta que les den la oportunidad de revelar los detalles de la guerra que dejó al menos nueve millones de víctimas en Colombia
El proceso de paz entre las FARC y el Gobierno de Colombia ha permitido ver lo inimaginable en un país acostumbrado a la guerra, tras más de 50 años de conflicto. Excombatientes que no habían hecho nada diferente a disparar un arma ahora trabajan en cultivos de café, los hospitales que recibían a los militares víctimas de minas antipersona se han desocupado y, ahora, los máximos líderes de dos movimientos armados —enemigos históricos— se han unido para pedir que les dejen contar la verdad sobre el conflicto colombiano.
Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko en sus años en las FARC, y Salvatore Mancuso, el temido paramilitar jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quieren que los escuchen y se lo han pedido a un sacerdote, el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, creada en 2017 en el marco de los acuerdos de La Habana. Esta semana Londoño publicó una carta en la que se muestra decidido a contar lo que él y Mancuso, detenido en una cárcel de Estados Unidos, saben sobre lo que ocurrió en los años en los que Colombia estuvo en guerra. “En nombre mío y de Salvatore Mancuso he dirigido una solicitud formal al padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, para que en audiencia pública el país conozca las verdades silenciadas sobre el conflicto armado. Sin duda la paz y la verdad triunfarán”, anunció Timochenko en el escrito publicado en sus redes sociales el jueves. Horas después, Francisco de Roux aceptó escucharlos y le puso día al encuentro. El próximo 19 de marzo empezará a recibir sus declaraciones.
“Estamos dispuestos a recibirles, por supuesto no somos ingenuos y sabemos que en estas cosas se mueven intereses, como se mueven intereses de todos los lados y por eso nos lo planteamos con rigurosidad, cuidando lo que nos importa: la búsqueda soberana de la verdad por encima de todos los demás intereses”, dijo De Roux este viernes en declaraciones a los medios nacionales. “Primero están las víctimas y el absoluto respeto hacia ellas. Estamos convencidos de que lo que plantean ellos es muy serio y el país tiene que conocer, más allá de pequeños detalles, el entramado profundo que hubo detrás de este conflicto, los intereses políticos y militares; ellos tienen mucho que decirle al país”. Para desactivar los ataques de quienes ya empiezan a cuestionar las intenciones de los dos excombatientes, el sacerdote aclaró también a la prensa que escuchar al exguerrillero y al exparamilitar no tiene como objetivo mejorar la imagen de los implicados. Sería imposible hacerlo. Londoño ha confesado su participación como exlíder de las FARC en secuestros, reclutamiento de menores y asesinatos. Mancuso es acusado de coordinar más de cien masacres. Por sus acciones, fueron asesinadas al menos 300 personas.
Tras someterse al proceso de Justicia y Paz con el Gobierno de Álvaro Uribe en 2008, Mancuso fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico. Desde allí ha pedido que se le permita someterse a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), pero hasta ahora se le ha negado. Su confesión —dice él— revelaría los vínculos entre el poder económico y el grupo armado que dirigió. Su versión permitiría completar el rompecabezas de un conflicto en el que no solo participaron hombres armados, sino también dirigentes políticos y empresarios.
Francisco de Roux ha aclarado que la Comisión de la Verdad, que él lidera, no es un aparato judicial, por lo que creer que podrían absolverlo desde allí no tiene fundamento. “Nosotros solo queremos que el país entienda qué fue lo que pasó, por qué nos vimos en esta tragedia que dejó nueve millones de víctimas”, ha dicho de Roux.
En 2008, cuando fue extraditado, Mancuso aseguró que con su salida del país se iba también la verdad sobre el conflicto; ahora que se ha mostrado dispuesto a hablar, su regreso a Colombia parece clave. “El testimonio de Salvatore Mancuso podría ayudar a desvelar la verdad sobre cientos de crímenes atroces y garantizar justicia para miles de víctimas. Pero hasta ahora las autoridades colombianas han hecho muy poco para lograr su extradición, y los pasos que han tomado han sido llamativamente negligentes”, denunció José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, en agosto pasado. El presidente Iván Duque ha dicho que se opone a que Mancuso entre a la JEP y ha negado que, como lo ha acusado el exparamilitar, su negativa pretenda evitar que se conozca la responsabilidad del Estado en el conflicto armado.
La carta de Londoño en nombre suyo y de Mancuso estuvo precedida por una llamada del exlíder guerrillero al exjefe paramilitar, tras un año —según contó— buscándolo. En la conversación, Londoño le dice a Mancuso que teme por su vida si regresa al país a contar lo que sabe, pero le alienta a buscar juntos un espacio para hablarle a Colombia. “Cada uno de nosotros tenemos una partecita de la verdad de lo que nos pasó en este conflicto y necesitamos esa verdad, esa parte que usted tiene y necesitamos que la JEP lo escuche y que la Comisión de la Verdad también lo haga”, le insiste en la conversación.
Mancuso le dice que está dispuesto a participar en los encuentros que la Comisión determine, pero confiesa su temor a ser asesinado si regresa. “Hay personas interesadas en que llegue a una cárcel para torturarme, asesinarme, y así silenciarme definitivamente. Mis verdades han sido y siguen siendo muy incómodas porque involucran la responsabilidad del Estado y de personas de reconocida connotación nacional”, explica, pero reitera su voluntad de contar lo que sabe. “En el pasado fuimos enemigos acérrimos, hoy voy buscando la reconciliación, la paz, pero con verdad para las víctimas”, asegura. El país todavía recuerda la frase que pronunció en 2008: “Conmigo extraditaron la verdad”. El próximo 19 de marzo su testimonio y el de Timochenko serán escuchados.
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