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Cuba autoriza el grueso de la actividad privada en el país

La lista de trabajos autónomos que pueden ejercer los cubanos se amplía de 127 a 2.000

Varios conductores de bicitaxis esperan clientes en La Habana (Cuba).
Varios conductores de bicitaxis esperan clientes en La Habana (Cuba).Ernesto Mastrascusa (EFE)

El proceso de reformas económicas en Cuba sigue adelante. Y cada vez las medidas adoptadas por el Gobierno son de mayor calado y apuntan a la construcción de un modelo productivo distinto al de los últimos 60 años, algo que difícilmente tiene marcha atrás: el papel del Estado se reduce y aumenta el del sector privado, que hasta ahora ha venido operando con trabas, pero que está llamado a convertirse en tabla de salvación de la economía en estos momentos de crisis galopante. El sábado, después de años de espera, las autoridades anunciaron que liberalizarán por fin la actividad de los emprendedores y trabajadores por cuenta propia en la mayoría de las esferas económicas, eliminando la actual lista restrictiva de 127 trabajos que hasta ahora podían ejercer.

La medida era reclamada hace tiempo por los economistas y fue recibida como una “buena noticia” y un “paso en la dirección correcta”, aunque hay consenso entre la mayoría en que esta decisión debe ser acompañada cuanto antes por la autorización y estímulo de las pequeñas y medianas empresas privadas.

El emprendedor Oniel Díaz Castellanos, fundador de Auge, una consultora privada creada en 2014 al calor de las reformas impulsadas por Raúl Castro en la década pasada, y que desde hace seis años ha brindado asesoramiento a casi un centenar de negocios particulares, explica: “Es un paso enorme e histórico. Implica un cambio de paradigma con respecto al trabajo por cuenta propia. Por décadas y desde su surgimiento, este siempre estuvo sujeto a un listado de actividades puntuales que eran las que se podían desarrollar, dejando en la ilegalidad a todo lo que no estuviera autorizado”.

En 2010, había en Cuba 157.000 trabajadores por cuenta propia. En 2014, la cifra de autónomos cubanos era ya de 478.000, y hoy son más de 600.000 (el 13% de la población activa) los que tienen licencia para ejercer los 127 trabajos autorizados.

Con la medida anunciada desaparece esta lista y se autoriza el trabajo autónomo en cerca de 2.000 actividades incluidas en el Clasificador Nacional de Actividades Económicas (CNAE). Según la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, de estas se excluirán, parcial o totalmente, 124 actividades a las que el sector privado no podrá acceder por considerarlas el Estado de su incumbencia, asuntos prioritarios o de seguridad nacional, como la medicina, la educación, la defensa o la explotación de recursos naturales. Una de las claves es saber cuál será la regulación para profesionales (arquitectos, abogados, ingenieros, etcétera), que hasta el momento no pueden ejercer de forma privada. Esta restricción pudiera mantenerse, según se desprende de lo dicho por Feitó, aunque faltan precisiones.

Todavía la lista “negativa” del trabajo por cuenta propia y la normativa específica no se ha hecho pública, y los expertos aguardan a ver la letra pequeña. Ricardo Torres, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, señala que además de las actividades que quedan fuera, cuando salga la regulación debe analizarse cómo quedan asuntos como el “reajuste impositivo, la relación [de los trabajadores por cuenta propia] con contratistas, clientes extranjeros y con otros sectores de la economía”, o cuál será el acceso de los autónomos a fuentes de financiación.

“No obstante, es una noticia positiva y un paso en la dirección correcta”, indicó Torres, resumiendo el sentir de la mayoría de los economistas. Que se haya adoptado el Clasificador Nacional de Actividades Económicas como “columna vertebral de este sistema” es, para el fundador de Auge, “un paso importantísimo, aunque no suficiente, para darle un golpe contundente a la discrecionalidad” con que hasta ahora se operaba y que ha sido un lastre para el sector privado.

Como autónomo que conoce las dificultades con que hasta ahora ha chocado el sector privado, Díaz Castellanos considera que si con una exigua lista de trabajos autorizados, “y con escasez de materias primas, regulaciones deficientes y sanciones económicas” el trabajo por cuenta propia ha llegado donde está, en el nuevo escenario, donde las posibilidades de hacer se multiplican exponencialmente, “se abre una senda en la que no habrá retroceso para que los emprendedores jueguen un papel cada vez más importante en la economía junto al resto de los actores”. Y advierte Oniel, con un dicho bien cubano, a las autoridades: “La gente se va ‘a poner letal’ proponiendo cosas innovadoras. Prepárense los organismos para encauzar y alentar en beneficio del país esas ganas de hacer que tiene mucho de cubanía, porque eso somos: gente que no cree en obstáculos”.

Pedro Monreal, otro destacado economista cubano que desde hace años reclama la ampliación de los márgenes del sector privado, destaca que ahora “el avance de la reforma debe priorizar las Pymes, pues estas ofrecen un mayor techo de productividad para la fuerza de trabajo, en comparación con las menores posibilidades que tiene el trabajo por cuenta propia”. Como él, la mayoría de los analistas considera que la creación de un “listado negativo” de actividades clarifica las cosas y debe ser común a todos los actores económicos privados, también las Pymes y cooperativas cuando sean legalizadas, una medida que se considera urgente para reactivar la economía.

La decisión del Gobierno de ampliar los márgenes del trabajo autónomo y el emprendimiento privado llega en momentos delicadísimos en la isla, con una compleja reforma monetaria en marcha, desabastecimiento brutal en las tiendas, sin turismo, ni liquidez, ni perspectivas de mejora en el horizonte —con la caída del PIB en 2020, debido a la epidemia de coronavirus, el recrudecimiento del embargo estadounidense con Trump y la ineficiencia del sistema productivo estatal, fue de un 11%—.

La unificación monetaria, que ha disparado la inflación y supuesto un duro golpe para el bolsillo de los cubanos, es parte del proceso de aterrizaje de Cuba en la economía real, que implica el fin de décadas de políticas igualitaristas y de subsidios. Cientos de miles de trabajadores deberán ser reabsorbidos ahora por el sector privado, se trata de una cuestión de vida o muerte, por eso emprendedores como Díaz Castellanos consideran que aunque haya “retrancas” en la apertura y se mantengan restricciones al trabajo por cuenta propia, la reforma no tiene marcha atrás: “cada vez el sector privado será más importante en Cuba”.

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