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Donald Trump, cinco años lanzando palabras que matan

El asalto al Capitolio fue solo el último episodio de violencia azuzado por una retórica incendiaria con la que el presidente ha lanzado a unos americanos contra otros

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el mitin de apoyo a los senadores republicanos Kelly Loeffle y David Perdue, en Dalton (Georgia), el 4 de enero.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el mitin de apoyo a los senadores republicanos Kelly Loeffle y David Perdue, en Dalton (Georgia), el 4 de enero.Evan Vucci (AP)
Pablo Ximénez de Sandoval

Nunca sabremos si era verdad aquello que dijo Donald Trump de que podía pegarle un tiro a alguien en medio de la Quinta Avenida sin que le pasara nada. No lo ha hecho. Pero sí lo han hecho otros por él, alentados por una retórica violenta sin límites, de permanente división y confrontación de unos ciudadanos contra otros. Básicamente, entre los norteamericanos que él considera los suyos y los demás, que son enemigos. Esta espiral de incitación tácita o explícita a la violencia no ha hecho más que acelerarse con el paso de los años, hasta culminar en el asalto de un grupo de alucinados que no arrasó la Cámara de Representantes porque se encontraron una pistola en la cara cuando iban a derribar la puerta.

Han pasado cinco años y medio desde que, en los primeros diez minutos de su campaña para ser presidente, dijo que los inmigrantes mexicanos eran en su mayoría violadores y narcotraficantes. Fue el primer grupo demonizado y violentado con las palabras. Los latinos en Estados Unidos empezaron a sufrir insultos y vejaciones en su vida diaria que no habían visto antes por parte de compatriotas que de un día para otro se sintieron con derecho a expresar su racismo. Años después, un joven enloquecido con la idea de que había una invasión de mexicanos en Texas mató a 23 personas a tiros junto a la frontera.

Estados Unidos ha vivido en el mandato de Trump episodios de violencia contra la prensa, contra activistas de izquierdas o contra representantes electos, hasta culminar en el asalto a la sede de la democracia, este miércoles. Todos tienen un denominador común: han sido incitados por palabras del propio jefe del Estado, asesorado por lunáticos de la conspiración y admirador de dictadores sin escrúpulos. Estos son algunos ejemplos de la violencia incitada por Trump.

23 febrero 2016. “Me gustaría pegarle un puñetazo”.

La campaña presidencial de Trump fue un circo que creció de manera exponencial avivado por la cobertura de los medios y un público deseoso de marcha. Para cuando llegaron las primarias, Trump era capaz de meter a miles de personas en un recinto para escuchar sus bravuconadas, corear “que se construya el muro” y pedir el encarcelamiento de Hillary Clinton como si fuera un juego. También empezó a ser habitual que aparecieran manifestantes en sus mítines. En uno de ellos, en Las Vegas, mientras la seguridad del recinto sacaba a un manifestante, dijo: “Me gustaría pegarle un puñetazo en la cara”. “En los viejos tiempos, lo habrían sacado en una camilla”, añadió. La violencia acabó siendo habitual cuando aparecían manifestantes en mítines de Trump.

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12 agosto 2017. “Buena gente en los dos lados”

La manifestación neonazi de Charlottesville, Virginia, donde se dieron cita todos los grupos ultraderechistas del Internet marginal que despertaron gracias al ascenso de Trump, fue el signo más grave para el país de que el presidente sentía cercanía por ese mundo y veía la nación dividida en trincheras. La violencia en Charlottesville llevó al asesinato de una mujer que se manifestaba contra los ultraderechistas. Fue atropellada a propósito. Ante un país horrorizado por la violencia y las imágenes de los supremacistas con antorchas, el presidente dijo que era culpa de los dos bandos y que había “buena gente en los dos lados”. Las redes ultraderechistas entendieron la reacción de Trump como una condonación de su actividad.

28 junio de 2018. Los enemigos del pueblo, asesinados

Trump sobrepasó todos los límites de los ataques a la prensa cuando en 2017 dijo que eran “el enemigo del pueblo”, una expresión que recuerda a autócratas de todo signo. Llevaba tiempo llamando a la prensa “mentirosa” y minando la credibilidad de los medios entre sus seguidores. Hubo múltiples advertencias de que se estaba incitando a la violencia contra la prensa. En junio de 2018, un hombre entró armado en el periódico local Capital Gazette, en Annapolis, Virginia, y abrió fuego. Murieron cinco personas. El asesino tenía una disputa personal con el periódico.

22 octubre 2018. Bombas para Obama y Clinton

Cesar Sayoc, responsable del envío de paquetes bomba a diversas personalidades, en octubre de 2018.
Cesar Sayoc, responsable del envío de paquetes bomba a diversas personalidades, en octubre de 2018.AFP

En el mundo de los iluminados que sienten que Trump les llama a recuperar su país a la fuerza y eliminar a sus enemigos destaca Cesar Sayoc, un hombre que vivía en una furgoneta en Florida y que envió 16 bombas caseras a personajes como Barack Obama, Hillary Clinton y George Soros. La furgoneta de Sayoc, totalmente forrada de fotos de Trump, se convirtió en un símbolo de la locura instigada por el presidente.

3 de agosto de 2019. Frenar a tiros la “invasión” de inmigrantes

Objetos conmemorativos de la matanza del Walmart en El Paso (Texas, EE UU) en agosto de 2020. REUTERS/Paul Ratje
Objetos conmemorativos de la matanza del Walmart en El Paso (Texas, EE UU) en agosto de 2020. REUTERS/Paul RatjePAUL RATJE (Reuters)

Durante toda su presidencia, Trump ha alimentado la idea de que la frontera sur del país es un lugar sin ley y fuera de control por donde cruzan hordas de criminales. La relación entre inmigración y crimen ha sido constante en sus políticas. Un hombre de 21 años del norte de Texas obsesionado con las redes sociales donde se mueve la ultraderecha condujo hasta El Paso, en la frontera, y abrió fuego en un supermercado Walmart. Asesinó a 23 personas. En sus mensajes en las redes sociales hablaba de la “invasión hispana”. Fue el mayor ataque reciente contra la comunidad hispana.

29 de mayo 2020. Trump llama a la violencia contra las manifestaciones antirracistas

El asesinato de George Floyd, un hombre negro, a manos de un policía blanco en Minneapolis desató el pasado verano la mayor ola de protestas antirracistas desde los años 60. Ante un país horrorizado y con un amplio consenso sobre la necesidad de reformar los protocolos policiales, el presidente no hizo intento de llamar a la calma. En vez de eso, advirtió de las consecuencias de que hubiera violencia. En un tuit dijo: “Cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiros”.

1 de junio 2020. A golpes para hacerse una foto

Donald Trump sostiene una Biblia ante la iglesia de St. John frente a la Casa Blanca.
Donald Trump sostiene una Biblia ante la iglesia de St. John frente a la Casa Blanca.Patrick Semansky (AP)

Las manifestaciones por George Floyd llegaron a la puerta de la Casa Blanca, donde permanecieron días. Al enterarse de que los manifestantes habían prendido fuego a una iglesia histórica del centro de Washington, Trump decidió utilizar a la Guardia Nacional para despejar violentamente la manifestación. La demostración de fuerza no era por ninguna amenaza concreta, sino para poder salir andando de la Casa Blanca y hacerse una foto sosteniendo la Biblia frente a la iglesia dañada.

31 agosto 2020. Trump justifica los disparos de sus seguidores en Kenosha

Captura de un vídeo de Kyle Rittenhouse, durante la noche del tiroteo.
Captura de un vídeo de Kyle Rittenhouse, durante la noche del tiroteo.

El episodio de violencia más grave de las manifestaciones por George Floyd se vivió en Kenosha, Wisconsin. Un menor de edad llamado Kyle Rittenhouse, obsesionado con las fuerzas de seguridad y partidario de Trump, acudió allí armado con un fusil de asalto para ayudar por su cuenta a mantener el orden. En una trifulca, mató a dos personas e hirió a otras dos. Trump justificó su acción ante los periodistas como defensa propia: “Parece que corría gran peligro”. Después, alabó a la policía por matar a tiros a un activista de izquierdas al que buscaban por la muerte de un partidario de Trump en los sucesos de Kenosha.

29 de septiembre 2020. “Dad un paso atrás y permaneced a la espera”

La manera en que Trump contemporiza e inspira a la ultraderecha violenta norteamericana fue tema de discusión en el primer debate de las elecciones presidenciales, en el que Trump se comportó como un matón interrumpiéndolo constantemente. Cuando se le pidió que condenara a las claras el supremacismo blanco, titubeó. Se le mencionó de forma expresa a los Proud Boys, un grupo que se presenta en manifestaciones por todo el país. En vez de condenarlos, dijo: “Dad un paso atrás y permaneced a la espera”, dejando claro que esperaba el apoyo de estos grupos violentos tras las elecciones.

8 de octubre 2020. Señala a la gobernadora de Michigan

Después de que seis miembros de una milicia de Michigan fueran detenidos y acusados de preparar el secuestro de la gobernadora demócrata, Gretchen Whitmer, Trump no la apoyó. Trump estuvo meses atacando a Whitmer y poniéndola como ejemplo del supuesto intento de los gobernadores demócratas de hundirle imponieno restricciones para contener la pandemia de covid-19. Al día siguiente de las detenciones, Trump siguió atacando a Whitmer.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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