Cologne 555, el perfume de Egipto de hace un siglo resucitado por el coronavirus
La alta concentración de alcohol ha convertido el producto en el desinfectante de moda
Desde que en marzo el coronavirus comenzó a sembrar la preocupación en Egipto, las largas colas frente al pequeño local de la histórica perfumería y droguería cairota de Kesma y Chabrawichi se han convertido en una estampa habitual en el centro de la capital. Lejos de esperar durante horas para darse un capricho en tiempos de pandemia, los clientes intentan hacerse con algún ejemplar de la Colonia 555 por motivos bien distintos. El producto, que permanecía en la memoria colectiva de los locales como uno de los perfumes más famosos de la primera mitad del siglo pasado, se ha convertido de nuevo ahora en uno de los más populares en el país. Y ha sido, una vez más, gracias a su mezcla ideal. Pero esta vez no por la combinación de su alta concentración de alcohol con fragancias de limón, sino con el coronavirus, que lo ha convertido en el desinfectante de moda
La historia de esta legendaria colonia se remonta al Egipto de los años veinte. Hamza Al Chabrawichi, un empresario con gran olfato para el negocio, aterrizó en El Cairo procedente de un pueblo de la gobernación de Dacalía, en el delta del Nilo, para montar una pequeña fábrica y una tienda de perfumes. El egipcio se especializó pronto en fragancias de limón, que inicialmente plantaba en el jardín de casa, y alcohol natural puro. Y con esta unión sembró las semillas de lo que más adelante se convertiría en un imperio del sector, con la Colonia 555 como estrella.
Hay quienes aseguran que tanto el rey Farouk, el último monarca destacado de Egipto, como el líder del grupo de oficiales del Ejército que lo destronó en 1952, Gamal Abdel Nasser, se perfumaban con esta colonia. También Umm Kulthum, una de las más célebres y reverenciadas cantantes del mundo árabe desde los años cincuenta hasta la actualidad, llegó a protagonizar al menos un anuncio de un producto de Al Chabrawichi, que recibía precisamente el nombre de Safiya Zaghloul, una de las líderes políticas más destacadas del nacionalismo egipcio.
Como el resto del país, la compañía de perfumes vivió grandes cambios en los años sesenta. En su libro Artesanos de Egipto, el escritor Omar Taher cuenta que Al Chabrawichi sorteó inicialmente la oleada de nacionalizaciones de empresas impulsada por Nasser gracias a la admiración que el último sentía por él, su historia de empresario de origen humilde y –quizás más relevante– sus grandes donaciones a los megaproyectos del dictador. Su fortuna se invirtió sin embargo en 1965, después de que Al Chabrawichi viajara a Suiza para no regresar. Desde allí, el empresario decidió no volver a El Cairo y puso rumbo al Líbano para retomar su negocio, consciente de que tarde o temprano sus propiedades en Egipto serían también nacionalizadas. Cuando su profecía se cumplió, la industria Al Chabrawichi se convirtió en la primera fábrica de perfumes pública del país árabe.
Hoy la empresa está controlada por el Ministerio de Suministro, y a pesar de que su maquinaria nunca ha dejado de producir, la colonia se encontraba en crisis desde hacía décadas, sobreviviendo solo gracias a la brisa de leyenda que llevaba impregnada. Los medios egipcios, que se han hecho eco de la historia de la colonia en los últimos meses, han atribuido su crisis a motivos que van desde el auge de las fragancias importadas hasta su fuerte olor, como buena eau de Cologne.
Pero su historia dio un nuevo vuelco insospechado el pasado mes de marzo. En los últimos años, el producto ya se había forjado también un lugar en el mercado como antiséptico, debido a que contiene un 70% de alcohol. Y fue con la llegada del coronavirus cuando la voz se esparció aún más rápido para, con él, redescubrir el artículo como nunca lo había hecho antes.
Ahora el producto se ha convertido en la alternativa de millones de egipcios, y ha sorteado problemas de suministro porque está preparado con el alcohol de caña de azúcar que produce otra fábrica del mismo conglomerado de empresas. Prueba del período de gracia que está viviendo es que sus ventas superaron los 150 millones de euros entre abril y junio, según el diario económico Al-Mal. Todo un giro de guion para la que otrora fue fragancia de referencia de reyes y revolucionarios y que, ahora, aparece en algunos anuncios reconvertida en el superhéroe de los desinfectantes, y con un lema que bien podrían haber firmado los anteriores: "Protégete a ti mismo. Protege a tu país".
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