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Phil Hogan: “No buscamos castigar al Reino Unido por dejar la UE”

El comisario de Comercio sostiene que el coronavirus tendrá un impacto en el acuerdo alcanzado entre EE UU y China

Lluís Pellicer
El comisario de Comercio, Phil Hogan, el lunes en Bruselas.
El comisario de Comercio, Phil Hogan, el lunes en Bruselas.Sander de Wilde (DIE WELT)

Phil Hogan (Kilkenny, Irlanda, 59 años) ha asumido la poderosa cartera de Comercio en plena oleada de políticas proteccionistas y batallas comerciales a ambos lados del continente. Europa, que se erige como adalid del libre comercio, quiere hacer valer los 40 acuerdos comerciales que tiene suscritos con 71 países para romper el dominio de China y Estados Unidos. En esta entrevista, realizada con varios medios de la alianza LENA, Hogan opina que esa red de pactos deja al continente en un buen lugar para influir y extender sus estándares en ámbitos clave como la lucha contra el cambio climático o la protección de datos.

Pregunta. Hay estimaciones que cifran en 11.000 millones el coste para la UE del acuerdo entre EE UU y China que da una tregua a la guerra comercial. ¿Es Europa una víctima colateral de esa reconciliación?

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Respuesta. Aún estamos analizando ese acuerdo. Estamos en contra del concepto de un acuerdo comercial administrado. Y obviamente este lo es. Pero desde que China lo firmó se ha producido el brote de coronavirus, que tendrá un impacto sobre el pacto.

P. ¿La combinación de ese acuerdo y el coronavirus no tendrá consecuencias sobre la UE?

R. El coronavirus nos afecta a todos de forma negativa. Alemania, por ejemplo, tiene un elevado negocio con China. Todavía no hemos visto su fin, tal vez sí el pico. Debemos ver cómo sigue.

P. Ursula von der Leyen dijo que espera un acuerdo comercial sobre industria con EE UU para las próximas semanas. ¿En qué fase está?

R. Hace unas cuatro semanas estuve en EE UU. Hemos fijado una agenda dentro de los mandatos existentes para ver los progresos que son posibles en aranceles industriales, en asuntos fitosanitarios, tecnológicos o regulatorios. El diálogo es muy constructivo dentro de esos mandatos. Y eso puede explicar por qué EE UU la semana pasada no fue más allá de los aranceles asociados a Airbus, que subieron del 10% al 15%, sin tocar otras tasas. Lo veo como un signo positivo.

P. ¿La UE ve la política comercial de EE UU como algo permanente o todavía como un fenómeno temporal hasta que se normalice y sea más predictible?

R. No sé cuál es la política de Trump. Tal vez ustedes lo saben, pero es probable que no sea así porque va cambiando. En Europa somos partidarios de reglas basadas en un sistema multilateral en lugar de nuevas formas de nacionalismo que se manifiesta en términos de by America, by India o made in China. Trump no es el único.

P. ¿Ve posible un acuerdo entre el Reino Unido y la UE para finales de año?

R. Hay poco tiempo y un acuerdo integral probablemente no es posible. Las negociaciones llevan tiempo. Si el primer ministro Boris Johnson insiste en no pedir una prórroga después del 31 de diciembre, tendremos que priorizar capítulos.

P. ¿Cómo pueden evitar que el Reino Unido adopte un modelo económico como el de Singapur y sea un peligroso competidor?

Un pacto integral con Londres probablemente no sea posible en 2020

R. La UE desea que el Reino Unido permanezca lo más cerca posible en seguridad, defensa o comercio. No buscamos castigar al Reino Unido por abandonar la UE. Es asunto suyo decidir si quiere imponer barreras regulatorias que obstaculicen a sus propias empresas para negociar con la UE, que al fin y al cabo es su principal mercado. Espero que prevalezca el sentido común.

P. El Reino Unido siempre ha sido el socio más liberal. ¿Va a convertirse la UE en un actor más proteccionista sin él?

R. No. Vamos a ser más asertivos en nuestro rol global en comercio. Estamos desarrollando instrumentos defensivos en licitación o escrutinio de inversiones para asegurar que tenemos reciprocidad en algunos mercados a los que no tengamos tanto acceso, y estoy pensando particularmente en China. Tenemos un mercado interior abierto al que ha llegado una gran cantidad de inversión china a la que damos la bienvenida. Pero no deseamos ver a nuestras compañías afectadas injustamente por empresas estatales o subsidiadas. No nos asusta la competencia, pero queremos que sea justa.

P. ¿Esas armas podrán ser usadas de forma efectiva?

R. Tenemos una nueva oportunidad para explorar soluciones para esos asuntos con el acuerdo de inversión que estamos tratando de alcanzar con China para la cumbre de septiembre de Leipzig.

P. ¿Descarta, pues, que los países miembros bloqueen su uso?

R. Los países son más realistas acerca de los retos que hay en el mundo y menos ingenuos en relación con las herramientas que hay que tener disponibles. Muchos Estados se han dado cuenta de que necesitamos ambas cosas: el palo y la zanahoria.

El coronavirus tendrá un impacto en el acuerdo entre EE UU y China

P. ¿Es posible el acuerdo con China?

R. Con las actuales propuestas, no hemos alcanzado nuestra ambición. Espero que las autoridades chinas hagan las concesiones necesarias asegurando un sistema comercial justo y la igualdad de oportunidades.

P. Estados Unidos sí ha conseguido concesiones...

R. ¿Lo creen? Todos los aranceles siguen en vigor y eso está desacelerando el crecimiento. Veremos si es posible que alcancen la aspiración de 200.000 millones en compras. El coronavirus creo que ha cambiado lo que es posible en términos de este acuerdo. Y todavía no conocemos toda la extensión del brote.

P. La UE podrá imponer sanciones por el caso de Boeing. ¿Cómo van los preparativos?

R. Queremos que EE UU trabaje y coopere con la UE para conseguir un acuerdo con los casos Airbus y Boeing. Hemos hecho propuestas a EE UU y han sido rechazadas. Aun así, he puesto otra vez sobre la mesa una solución amistosa entre Airbus y Boeing. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para reducir las tensiones por esas dos largas disputas.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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