“Hoy tenemos más miedo que ayer”
Los habitantes de la ciudad de Hanau destacan su carácter multicultural y el temor ante el auge del discurso del odio
Yussuf se aferra con fuerza a la vela que ha traído y, mientras protege con la otra mano la débil llama, respira hondo. No le resulta fácil hablar de lo que pasó la noche del miércoles en Hanau, donde un ciudadano alemán entró en dos bares shisha (pipa de agua) de esta ciudad del Estado alemán de Hesse y mató a nueve personas, la mayoría de origen extranjero y musulmán, en lo que ya ha sido calificado como un atentado de carácter xenófobo. Yussuf no solo perdió esa noche un poco más la confianza en el país al que llegó de pequeño desde Afganistán y que considera su hogar, pero en el que lleva viviendo desde hace tiempo con preocupación, dice, un aumento del discurso xenófobo. También perdió a dos amigos de la infancia, un joven kurdo y otro afgano que figuran entre las víctimas, aún no oficialmente identificadas, del ataque que ha conmocionado a esta ciudad, que todos coinciden en definir como multicultural, y a todo el país.
“Dos de mis amigos han muerto en el atentado. Porque eso es lo que ha sido, un atentado. Y ha sido un atentado racista”, decía el jueves por la noche con pena y rabia contenida este joven de 21 años y alemán impecable que acudió, como miles de conciudadanos, a la céntrica Marktplatz, la plaza del mercado. Allí, guardó un minuto de silencio por las víctimas y manifestó, junto a las más altas autoridades, incluido el presidente, Frank-Walter Steinmeier, su rechazo a un acto xenófobo y de odio que, por desgracia, empieza a ser demasiado común en Alemania y otras partes de Occidente.
Hasta la Marktplatz, muy cerca del lugar del primer escenario de la matanza, también se acercó Ali Znar, de origen kurdo: “Hoy tenemos más miedo que ayer”. Tras el atentado, le ha pedido a su esposa que se quede en casa con su hijo de un año “por seguridad”. Varios jóvenes de origen extranjero que escuchaban sus palabras asentían. “Hanau es una ciudad multikulti", decía uno de ellos usando la popular forma alemana de decir multicultural. “Todos hemos crecido aquí, pero hoy nos sentimos menos seguros”, agregó el joven, que también conocía a varios fallecidos y que prefirió no dar su nombre. Tras el acto en la plaza central, muchos caminaron en un batiburrillo de conversaciones en varios idiomas, otro símbolo de la mezcla cultural de esta ciudad de casi 100.000 habitantes a apenas 20 kilómetros de Fráncfort, hasta la calle de Heumarkt. Ese es el lugar donde Tobias R., de 43 años, comenzó su mortal periplo a las 22.00 del miércoles.
Envalentonados
Hasta entonces, aquella había sido una noche tranquila. Los pocos ciudadanos que habían salido se refugiaban en locales como el Midnight, un bar de cachimbas de cristales tintados bastante popular entre los jóvenes de esta zona políglota de Hanau. También permanecía abierto el miércoles, al lado, otro pequeño bar, La Votre, aunque ahí había menos ambiente. Solo estaba el responsable, un búlgaro de 32 años. Él, y el dueño del Midnight, están entre las primeras víctimas de los disparos de Tobias R.
“Los dos eran muy amables”, recordaba este jueves Bilana, recepcionista búlgara del hotel Domino, situado frente a los dos bares. Su turno acababa de terminar y el ataque le sorprendió en otro local cercano. “Teníamos miedo, en mensajes de WhatsApp nos decían que había muertos, que no saliéramos”, recordaba. Desde el ataque, cierra la puerta del hotel con llave y solo abre cuando llega un cliente.
Toda la calle seguía anoche sellada y vigilada por la policía, que aunque impedía el paso, colocaba con cuidado cerca del lugar del crimen las velas y flores que muchos ciudadanos traían en homenaje a las víctimas. Varias bicicletas esperaban aparcadas frente al lugar de la matanza a dueños que quizás no las vayan a recoger nunca. En Heumarkt murieron cuatro personas, casi todos jóvenes y en su mayoría de origen foráneo, igual que en el segundo ataque, en otro bar de pipas de agua en la periferia de Hanau, en Kesselstadt, donde también vivía el asesino.
Tobias R, según la reconstrucción de los hechos, cubrió el corto trayecto entre los dos locales en coche y, al igual que la primera vez, llamó a la puerta del Arena Bar & Café y la emprendió a tiros en la zona de fumadores, matando a otras cinco personas. Según el sensacionalista Bild, entre las víctimas hay una mujer de 35 años que estaba embarazada. No había transcurrido ni media hora desde el comienzo de la matanza.
Una vez identificado el coche del asesino, la policía localizó su casa y dio con él. Presuntamente se quitó la vida. Junto a él estaba, muerta, su madre, de 72 años.
Ute Nágag-Ehnes nació cinco días después del fin de la Segunda Guerra Mundial y ha sido, toda su vida, profundamente “antifascista”. Lo que ha pasado en su ciudad la ha sacudido, pero no le sorprende. “Desde que tenemos a Alternativa para Alemania (AfD), los nazis tienen más valor para salir de sus agujeros, se sienten seguros para cometer atentados”, lamentaba este jueves. No comprende cómo puede permitirse el auge de la ultraderecha en un país como Alemania. “Casi me siento avergonzada de ser alemana”, añadió.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.