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Macron ofrece a la UE un diálogo estratégico sobre su fuerza nuclear

“Los intereses vitales de Francia tienen ya una dimensión europea”, dice el presidente al reafirmar la doctrina atómica

El presidente francés Emmanuel Macron pasa revista a las tropas antes de pronunciar su discurso en la Escuela de Guerra de París este viernes.Vídeo: FRANÇOIS MORI (AFP)
Marc Bassets

El presidente francés, Emmanuel Macron, quiere asociar a Alemania y a otros países de la Unión Europea a su estrategia nuclear. No se trata de compartir las decisiones sobre la bomba atómica, que Francia es el único miembro del club en poseer después de la salida del Reino Unido la semana pasada. Pero sí de reconocer que “los intereses vitales franceses tienen ya una dimensión europea” y de abrir un diálogo estratégico sobre su fuerza nuclear, como dijo este viernes en un esperado discurso sobre la doctrina atómica.

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Es un ejercicio al que se someten todos los presidentes desde que el 3 de noviembre de 1959 el general Charles de Gaulle anunció la creación de la llamada force de frappe o fuerza de ataque. Francia, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, ingresó así en el selecto club nuclear, reafirmó su capacidad disuasiva en plena Guerra Fría y reafirmó su independencia ante Estados Unidos.

Macron eligió el mismo lugar que el general De Gaulle —la Escuela de Guerra, en el centro de París y ante centenares de oficiales de las Fuerzas Armadas— para reafirmar la doctrina francesa. En el caso de la bomba atómica, nunca usada contra la población civil desde que en agosto de 1945 EE UU la lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki, un discurso puede ser un elemento central de la disuasión.

Países con cabezas nucleares

Datos de 2019

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Fuente: SIPRI 2019

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Países con cabezas nucleares

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Fuente: SIPRI 2019

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6.500

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EE UU

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Variación entre 2018 y 2019

6.850

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Fuente: SIPRI 2019

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“En el caso de que un líder de un Estado estimase erróneamente el apego visceral de Francia a su libertad y contemplase atacar nuestros intereses vitales, sean cuales sean, debe saber que nuestras fuerzas nucleares son capaces de infligir daños absolutamente inaceptables sobre sus centros de poder; es decir, sus centros neurálgicos, políticos, económicos y militares”, dijo Macron. Y especificó que, antes del ataque, Francia emitiría “un aviso nuclear, único y no renovable” para “restablecer la disuasión”.

Así quedó dicho, y los potenciales enemigos, avisados. “Nuestra fuerza de disuasión sigue siendo, como último recurso, la clave de bóveda de nuestra seguridad y de nuestros intereses vitales. Hoy, como ayer, garantiza nuestra independencia”, explicó el presidente. Precisó que nunca sería usada como “arma de batalla” y que la estrategia “busca fundamentalmente impedir la guerra”. Y añadió que las fuerzas nucleares francesas “refuerzan la seguridad en Europa por su existencia misma”.

Ya De Gaulle dijo en 1961 que “Francia debe sentirse amenazada en cuanto los territorios de la Alemania federal y del Benelux sean violados”. Y el antecesor inmediato de Macron, François Hollande, subrayó en 2015 que “la definición de intereses vitales no podría limitarse a la escala nacional, porque Francia no concibe su estrategia de defensa de manera aislada, tampoco en el terreno nuclear”.

Al abordar lo que llamó la “dimensión auténticamente europea” de la disuasión nuclear francesa, Macron se inscribió en esta tradición. Lo novedoso es el contexto. Con la salida del Reino Unido de la UE, Francia queda como única potencia nuclear en el club. Y el presidente de EE UU, Donald Trump, ha enviado señales sobre un posible repliegue que muchos europeos han interpretado como un cambio de fondo en la política estadounidense. En Alemania han surgido voces —en el ámbito académico, pero también en el político, como el diputado democristiano Johann Wadephul— que desean asociarse a Francia en la estrategia nuclear, del mismo modo que lo están, en el marco de la OTAN, a la de EE UU en Europa.

Interés vital

Sin pronunciar la palabra “paraguas nuclear” —en la doctrina nuclear cada palabra cuenta, y su interpretación—, Macron dio a entender que la bomba francesa protege a la UE. “Nuestra independencia de decisión es plenamente compatible con una solidaridad inquebrantable respecto a nuestros socios europeos. Nuestro compromiso con su seguridad y su defensa es la expresión natural de nuestra solidaridad cada vez más estrecha”, afirmó.

El presidente francés no compartirá el botón nuclear —la posibilidad de esgrimir el uso de la force de frappe y la decisión de usarla en última instancia— ni delegará en otros la definición de “interés vital”, que permanece en una intencionada vaguedad. Pero sí se declaró dispuesto a asociar —no concretó cómo— a sus aliados europeos.

No en los términos de Jacques Chirac, que en los noventa propuso una “disuasión concertada” con Alemania, sugerencia que, en un tiempo en el que el paraguas estadounidense parecía eterno, fue rechazada de plano. Ni tampoco con la intensidad de la relación con el Reino Unido, que en 1995 proclamó junto a Francia que era inconcebible que los intereses vitales de uno de los dos países fueran amenazados sin que los del otro lo fuesen también.

“Deseo que se desarrolle un diálogo estratégico, con nuestros socios europeos que estén dispuestos a ello, sobre el papel de la disuasión nuclear francesa en nuestra seguridad colectiva”, propuso Macron. “Los socios europeos que deseen comprometerse en esta vía podrán asociarse a los ejercicios de las fuerzas francesas de disuasión. Este diálogo estratégico y estos intercambios participarán naturalmente en el desarrollo de una verdadera cultura estratégica entre europeos”. La bomba seguirá siendo parte irrenunciable de la soberanía francesa, la palanca que permite a esta potencia media elevarse unos peldaños por encima de lo que le correspondería si careciese de la disuasión. Pero la propuesta va más allá de la pura doctrina nuclear: en la visión francesa la bomba atómica puede tener un papel central en la soberanía europea que constantemente reclama Macron.

Entre la proliferación y el abolicionismo

Como única potencia nuclear de la UE, Francia se encuentra atrapada entre dos fuerzas contradictorias. Por un lado, la carrera armamentística, con el abandono de tratados históricos entre Estados Unidos y Rusia, los países que acaparan el 90% del arsenal nuclear, y la ampliación del club atómico que, entre miembros oficiales y oficiosos, declarados y no declarados, alcanza los nueve integrantes. Macron recordó este viernes en su discurso "sobre la estrategia de defensa y de disuasión" que Francia ha reducido su arsenal a menos de 300 cabezas. En el sentido contrario a la proliferación, se encuentra la presión por el abandono total de las armas atómicas, expresado entre otros por el papa Francisco y a la que se adhieren algunos socios de la UE como Austria e Irlanda. "Un desarme nuclear unilateral equivaldría, para un Estado dotado como el nuestro, a exponerse y a exponer a sus aliados a la violencia y al chantaje, o a depender de otros para garantizar su seguridad", respondió el presidente francés.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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