Las potencias nucleares multiplican su inversión pero tienen menos armas atómicas
EE UU, Rusia y Reino Unido emprenden proyectos multimillonarios para renovar su arsenal
El arsenal nuclear mundial se redujo hasta las 9.425 cabezas nucleares operativas a principios de este año, la cifra más baja desde 1959, aunque las armas modernas son mucho más precisas y letales. La tendencia iniciada a mediados de los ochenta—el máximo histórico fue de 64.500 en 1986— y ralentizada en los últimos años contrasta con la mayor inversión de los Estados con armamento nuclear para renovar su material atómico, según el último informe sobre armamento nuclear del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) publicado este lunes. Rusia y Estados Unidos, las superpotencias que suman el 93% de todas las cabezas nucleares, han iniciado programas para modernizar su arsenal con inversiones récord.
Rusia continúa siendo el país con más ojivas nucleares operativas (4.300 frente a las 4.000 de Estados Unidos), algo menos de la mitad de estas (1.950 rusas y 1.800 norteamericanas) están estratégicamente desplegadas y listas para usarse. A estas cifras hay que sumar las armas atómicas que están en proceso de desmantelamiento (5.500 entre las dos superpotencias).
Donald Trump afirmó al asumir la presidencia que EE UU había fallado en modernizar su poderío atómico, que definió como obsoleto, y había pactado un acuerdo con Rusia "unilateral y malo". Poco después aseguró en una entrevista con la agencia Reuters que quiere aumentar su capacidad nuclear para estar a la "cabeza de la manada". El republicano añadió que le gustaría un mundo sin armas nucleares pero que esa opción era imposible mientras hubiera amenazas como la que representa el régimen norcoreano. La Oficina de Presupuesto del Congreso estadounidense ha anunciado una inversión de 400.000 millones de dólares (350.000 millones de euros) para renovar su arsenal nuclear durante el próximo decenio. Algunos analistas cifran en 1 billón de dólares (875.000 millones de euros) la cantidad que destinarán antes de 2045.
"Corea del Norte ha logrado progresos destacables en el último decenio", afirma en un intercambio de correos electrónicos Shannon Kile, jefe del Departamento de Armas Nucleares del SIPRI. "El cambio puede resumirse en que antes de la llegada al poder de Kim Jong-un tenían la capacidad de fabricar armas nucleares y hoy podrían estar cerca de tener armamento atómico tan ligero que pudiera ser lanzado con misiles de medio alcance", recalca Kile. Pyongyang realizó a finales del año pasado el ensayo nuclear más potente de su historia, diez años después de su primera prueba atómica. Trump ha llegado a sugerir el despliegue de cabezas nucleares en Corea del Sur, una opción que parece disiparse con la llegada al poder del nuevo presidente surcoreano.
El Parlamento británico aprobó hace justo un año, con un respaldo del 80% de los diputados, renovar su envejecido arsenal nuclear con un precio inicial estimado de 40.000 millones de libras (unos 46.000 millones de euros). La primera ministra, Theresa May, respondió afirmativamente cuando fue preguntada si estaría dispuesta a utilizar una bomba nuclear con carácter disuasorio "que matara a 100.000 niños y mujeres inocentes". Emmanuel Macron también aseguró durante la campaña presidencial que llevaría a cabo un ambicioso plan para modernizar sus 290 cabezas nucleares. Francia se convertirá, cuando Reino Unido abandone el club comunitario, en el único miembro de la UE con armamento atómico.
A pesar de que ninguno de los nueve Estados con capacidad nuclear—China, India, Pakistán, Israel y los ya citados— ha mostrado indicios de querer desmantelar su arsenal, la Comisión de Desarme de la ONU presentó en mayo un anteproyecto de un tratado global para prohibir todas las armas nucleares. "Los analistas no creemos que se puedan eliminar sin el respaldo de las potencias nucleares, pero valoramos positivamente el esfuerzo de países como Noruega, Suecia, Austria o Nueva Zelanda que al menos cumplen con su obligación moral y humanitaria de poner de su parte para desnuclearizar el mundo", sostiene Kile. "Lamentablemente, no parece que ninguna de las potencias nucleares vaya a seguir el camino de Sudáfrica—el único país que eliminó voluntariamente su arsenal atómico en 1993—", sentencia el investigador estadounidense.
La reducción constante del total de armas nucleares se debe principalmente a tres acuerdos pactados entre Moscú y Washington desde 1991. A pesar de que la cifra haya caído hasta niveles de los cincuenta, la capacidad de destrucción de estas armas atómicas ha crecido exponencialmente y tienen una balística mucho más refinada. Desde hace siete años, EE UU y Rusia no mantienen conversaciones de desarme, pese a los esfuerzos de los especialistas de ambos países.
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