Alerta contenida en Israel
Las autoridades israelíes apuestan por mantener perfil bajo ante el ataque de Bagdad y evitar cualquier provocación hacia la República Islámica
Aunque se sirva fría, la venganza de Irán llegará tarde o temprano. Nadie interpretaba mejor que el general Qasem Soleimani el espíritu del código de Hammurabi, que hace creíble la disuasión al enemigo en Oriente Próximo desde hace más de 3.700 años. Mientras los ayatolás pedían en Teherán la erradicación de la “entidad sionista”, el jefe de la Fuerza Quds afianzaba posiciones militares a un tiro de dron de la frontera del innombrable Israel. Era el enemigo número uno del Estado judío, que se ha despertado este viernes en medio de una alerta contenida tras su muerte.
Tan solo las pistas de esquí del monte Hermón, al norte de los Altos del Golán, han sido cerradas al público israelí. Era un blanco demasiado expuesto para los cohetes de las milicias chiíes y escasamente defendible por los interceptores de la Cúpula de Hierro. El sabbat comenzó con las baterías del sistema antimisiles y los carros de combate Merkava desplegados en la meseta siria ocupada desde 1967. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, regresó a la carrera desde Grecia, y el Estado Mayor del Ejército se reunió de urgencia. Pero la consigna oficial era mantener perfil bajo ante el ataque en el aeropuerto de Bagdad y evitar cualquier provocación hacia la República Islámica.
“Estados Unidos tiene el mismo derecho que Israel a ejercer la legítima defensa”, sentenció Netanyahu antes de emprender el regreso desde Atenas, donde el jueves firmó un acuerdo para la construcción de un gasoducto en el Mediterráneo oriental. Hace ahora un mes, el primer ministro atravesó el mismo mar a fin de reunirse en Lisboa con el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo. “Lo primero de lo que hablamos fue de Irán; lo segundo, Irán, y lo tercero, de todo lo demás”, explicó entonces a la prensa hebrea.
En su mensaje de fin de año, el jefe de las Fuerzas Armadas israelíes, general Aviv Kochavi, ya advirtió que el riesgo de un conflicto abierto con Irán en 2020 en el norte del país se había elevado considerablemente en los últimos meses. El peligro procedía, según el sanedrín militar, de las crecientes amenazas de Teherán desde Irak, donde ha tomado el control de un estratégico paso fronterizo con Siria por el que estaría enviando a sus aliados de Hezbolá misiles con sistema de guiado de alta precisión. Toda una línea roja para Israel, que el pasado verano fue acusado de lanzar ataques con drones contra milicias chiíes en territorio iraquí.
Los portavoces castrenses no han anunciado movilizaciones extraordinarias frente a una eventual represalia iraní ni dictado instrucciones para la población civil, pero en la región de Galilea y en los Altos del Golán la sensación de alerta era patente para los reporteros de los medios hebreos. Son el objetivo más previsible de una acción de castigo por la muerte de Soleimani. En medio de la incertidumbre que reina en las revueltas de Beirut, Hezbolá no parece demasiado dispuesta a responder desde el sur de Líbano, donde cuenta con un arsenal de más de 100.000 cohetes de distinto alcance. Las milicias proiraníes pueden concentrar, sin embargo, su potencia de fuego en las provincias sirias fronterizas de Quneitra y Deraa.
Hamás, y en mayor media la Yihad Islámica, mantienen lazos con Irán en Gaza, pero en su actual dinámica de pacificación no explícita con Israel para permitir la reconstrucción económica de la Franja palestina no han ido mucho más allá de condenar el ataque contra Soleimani, sin hacer llamamientos a la venganza.
Israel, mientras tanto, ha enviado discretas alertas de seguridad a sus embajadas y legaciones en el extranjero, mientras la cúpula militar y de seguridad (Mosad, Shin Bet…) se mantiene reunida en una célula de crisis permanente. La muerte del jefe de la Fuerza Quds, en uno de los movimientos más inquietantes en el tablero de Oriente Próximo, amenaza con desencadenar reacciones imprevisibles. Y no forzosamente en el corto plazo. Desde ataques de represalias a intereses estadounidenses, israelíes o saudíes en la región hasta un conflicto generalizado a gran escala. La predicción de una tercera guerra del Golfo viene siendo recurrente en las bitácoras regionales desde 2018, cuando el presidente Donald Trump rompió el acuerdo nuclear firmado con Teherán en 2015 y reimpuso las sanciones a Irán.
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