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EE UU impone sanciones a Turquía por comprar un sistema defensivo a Rusia

Ankara anuncia que tomará represalias “en el momento oportuno” contra su aliado en la OTAN

María Antonia Sánchez-Vallejo
Cazas estadounidenses en la base turca de Incirlik a finales de 2015.
Cazas estadounidenses en la base turca de Incirlik a finales de 2015.UMIT BEKTAS (REUTERS)

Injustas para Turquía e ilegítimas para Rusia. Esa es la consideración que respectivamente han merecido las sanciones anunciadas este lunes por el Gobierno de Estados Unidos contra Turquía por la compra del sistema de defensa antiaérea ruso S-400, una adquisición muy criticada por Washington y por la OTAN, de la que Estados Unidos y Turquía forman parte. La reacción de Ankara no se ha hecho esperar, al amenazar con tomar represalias contra su socio “en el momento oportuno”.

“Pese a nuestras advertencias, Turquía ha procedido a la compra y a realizar pruebas con el sistema ruso S-400”, ha manifestado el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, subrayando que el Pentágono no va a tolerar “transacciones significativas con el sector de la defensa ruso”. Las sanciones afectan a la cúpula del conglomerado Industrias de Defensa (SSB, en sus siglas turcas) y “demuestran que EE UU aplicará íntegramente la ley para contrarrestar a adversarios a través de sanciones” (CAATSA, en sus siglas inglesas), la misma que rige para Irán o Venezuela, por ejemplo. Lo novedoso del caso es que Turquía aparezca ahora entre en la nómina de adversarios.

El malestar existente al respecto en Washington y la Alianza Atlántica, en la que el Ejército turco es el segundo en número de efectivos, era público y notorio desde hace tiempo; lo que llama la atención es el momento elegido, en plena transición de poder en Washington y cuando el presidente saliente Donald Trump multiplica su actividad diplomática en la región, desde el Magreb hasta Oriente Próximo. Ankara compró el S-400 el año pasado y el 17 de octubre llevó a cabo su primera prueba con los misiles tierra-aire de este sistema, considerado uno de los mejores en su rango, con capacidad para alcanzar objetivos aéreos a 400 kilómetros de distancia.

Las sanciones se concretan en “la prohibición de todas las licencias y permisos de exportación de la SSB y la congelación de los bienes y restricción del visado de Ismael Demir, presidente de la SSB, y otros cargos de la empresa”, según el comunicado del Departamento de Estado estadounidense publicado este lunes en su página web.

“Estados Unidos ha dejado claro a Turquía al más alto nivel y en numerosas ocasiones que la compra del sistema S-400 pondría en peligro la seguridad de la tecnología y el personal militar estadounidense [hay una base aérea de EE UU en Incirlik] y entregaría fondos sustanciales al sector de defensa ruso, así como acceso a Rusia a la industria de Fuerzas Armadas y defensa de Turquía”, apunta el texto, que acusa a Ankara de haber procedido a la compra pese “a la disponibilidad de sistemas alternativos e interoperativos con la OTAN para satisfacer sus necesidades defensivas”. Turquía considera que los argumentos del Pentágono no tienen ninguna base técnica.

Pompeo ha reclamado a Turquía “que resuelva inmediatamente el problema del S-400 en coordinación con Estados Unidos”. “Turquía es un socio valioso y un socio regional de seguridad importante para Estados Unidos y buscamos continuar nuestra productiva cooperación a nivel del sector de defensa, que data de hace décadas, eliminando cuanto antes el obstáculo del S-400”.

Estados Unidos y Turquía han mantenido sonadas diferencias en los últimos años, en parte debidas a la detención de varios estadounidenses en el país, como un pastor protestante cuyo caso puso al rojo vivo la relación bilateral, y a la negativa de Washington a detener y extraditar al clérigo Fetulá Gulen, que vive en Pensilvania y al que Ankara acusa del intento de golpe de Estado de 2016. El volátil equilibrio de intereses ante la guerra civil siria también los ha enfrentado en ocasiones. Washington, que en los últimos años ha multiplicado su actividad diplomática -y sus intereses defensivos- en Grecia y los Balcanes, ha criticado la prospección de hidrocarburos de Turquía en el Mediterráneo oriental, que ha provocado graves tensiones con Grecia, miembro de la UE. Mediante un comunicado del Ministerio de Exteriores, Atenas ha celebrado de inmediato el anuncio de las sanciones a Ankara.

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