El Supremo de EE UU ampara a católicos y judíos ante las restricciones de Nueva York por la pandemia
El voto de Amy Coney Barrett contra las limitaciones de aforo impuestas por el gobernador resulta determinante para inclinar la balanza del lado conservador
En una reñida votación en la que resultó determinante el voto de la juez Amy Coney Barrett, el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha respaldado a última hora de este miércoles a dos congregaciones judías ultraortodoxas y a la diócesis católica de Brooklyn frente a las limitaciones de aforo impuestas por el gobernador de Nueva York, Andrew M. Cuomo, para frenar la pandemia. La votación, que se zanjó con cinco votos a favor de los demandantes y cuatro en contra, incluido el del juez conservador John G. Roberts Jr., que se alineó con los tres progresistas, revela el nuevo equilibrio de fuerzas de la corte y el punto de inflexión que ha impreso la llegada a la misma de la ultraconservadora Barret.
“Los miembros de esta Corte no son expertos en salud pública y debemos respetar el criterio de quienes tienen especial experiencia y responsabilidad en esta área. Pero incluso en una pandemia, no puede abandonarse y olvidarse la Constitución”, ha razonado el tribunal, subrayando que los oficios religiosos no deben recibir un trato administrativo diferente de las reuniones sociales por otros motivos. Este fue precisamente el argumento de su voto del conservador Neil M. Gorsuch -que, como Barret, entró en el Supremo de la mano de Donald Trump-, al sostener que el gobernador del Estado de Nueva York daba un trato preferente a las reuniones laicas en detrimento de las religiosas.
La incorporación de la juez Barrett al alto tribunal, en un proceso de confirmación exprés que puede considerarse la guinda del legado de Trump, ha inclinado la balanza del lado conservador -de sus nueve integrantes, solo tres son progresistas- y marca la diferencia con respecto a sentencias anteriores del Supremo, como las que en mayo y julio dieron la razón a los gobernadores de California y Nevada, respectivamente, al restringir la asistencia a los servicios religiosos. El voto de plata de Barrett, reconocida integrista católica que ocupó la vacante dejada por el fallecimiento de la liberal Ruth Bader Ginsburg en septiembre, consagra la libertad religiosa por encima de imperativos de salud pública en circunstancias excepcionales como las de la pandemia, cuando Estados Unidos registra más de 160.000 nuevos casos al día.
El pasado 6 de octubre, Cuomo decidió el cierre de los negocios no esenciales en algunos distritos que presentaban altas tasas de positividad, incluidos algunos de Brooklyn, el epicentro de la comunidad judía ultraortodoxa en la ciudad. A la vez, limitó la asistencia a los cultos a 10 personas en algunas áreas (las calificadas como zonas rojas) y a 25 en otras, las naranjas, según el baremo que siguen las autoridades locales para circunscribir la transmisión. Las congregaciones afectadas arguyeron que las restricciones violaban el derecho a la libertad religiosa consagrado por la Primera Enmienda de la Constitución, y que no era de recibo que sus oratorios vieran su actividad más constreñida que negocios esenciales como las tiendas de alimentación.
Un juez federal de Brooklyn desestimó el 9 de octubre en primera instancia las demandas presentadas por dos sinagogas de la congregación ultraortodoxa Agudath Israel, amparadas bajo el paraguas de la organización nacional Agudath Israel de América. A ellas se sumó la diócesis católica de Brooklyn. Un mes después, el segundo tribunal de apelaciones con sede en Nueva York volvió a rechazar los recursos de urgencia presentados el 9 de noviembre por las citadas asociaciones. En el fallo de este miércoles, el Supremo señala que las restricciones de Cuomo violan las garantías de protección del libre ejercicio religioso que consagra la Primera Enmienda.
La diócesis de Brooklyn y Agudath Israel de América tienen iglesias y sinagogas en zonas de Brooklyn y Queens que antes estaban consideradas zonas rojas y naranjas por su ratio de contagios. Pero estas zonas en concreto están consideradas ahora amarillas, con normas menos restrictivas que ningún grupo ha recurrido.
La pandemia ha provocado una gran tensión entre la alcaldía y el Estado de Nueva York, ambos en manos demócratas, y la comunidad judía ortodoxa de la ciudad, acusada de no respetar las normas sanitarias y de favorecer grandes concentraciones en ceremonias y celebraciones, como las numerosas bodas con miles de asistentes celebradas durante la pandemia. En octubre Brooklyn fue escenario de manifestaciones de ultraortodoxos en protesta por las limitaciones, que terminaron con incidentes.
7.000 positivos y 67 muertos en un día
En una jornada marcada por la celebración de Acción de Gracias -la fiesta grande del calendario estadounidense-, el demócrata Andrew M. Cuomo, gobernador por tercer mandato consecutivo del Estado de Nueva York, no comentó la sentencia del Supremo, limitándose a conmemorar la efeméride mediante un tuit en el que instaba a todos a usar mascarilla y a recordar que, solo el miércoles, unos 7.000 habitantes del Estado habían dado positivo en coronavirus, y 67 habían muerto. En otro tuit, Cuomo, galardonado recientemente con un Emmy especial por sus conferencias de prensa diarias durante la pandemia, recordó a todos la necesidad de “celebrar con seguridad” la fiesta, de carácter eminentemente familiar aunque este año la crisis sanitaria haya impedido muchos encuentros. Las notorias desavenencias de Cuomo y su correligionario Bill de Blasio, el alcalde demócrata de Nueva York, sobre las medidas a adoptar para frenar la curva de contagios llegan incluso al extremo de usar métricas diferentes por parte de la alcaldía y el Estado para medir la tasa de positividad del virus, que oscila en torno al 3%.
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