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Furor del ladrillo en los asentamientos israelíes en el ocaso de la era Trump

La expansión de las colonias se acelera ante la llegada del demócrata Biden a la Casa Blanca

Protesta de nacionalistas israelíes contra la visita de una delegación de la UE, el lunes en Givat Hamatos, en Jerusalén.
Protesta de nacionalistas israelíes contra la visita de una delegación de la UE, el lunes en Givat Hamatos, en Jerusalén.Maya Alleruzzo (AP)
Juan Carlos Sanz

“Deberían preocuparse por los derechos humanos de los vascos en España en lugar de cuestionar a Israel”, clamaba el lunes el vicealcalde de Jerusalén Arieh King ante la presencia de 15 diplomáticos europeos, entre ellos el cónsul general español, Ignacio García-Valdecasas, en la Línea Verde que dividió la Ciudad Santa hasta 1967. El edil ultranacionalista proclamó tajante en Makor Rishon, órgano de expresión de los colonos judíos, que “el antisemitismo va dirigido ahora contra el Estado de Israel”. “Vamos a enseñarles quién manda aquí”, apostilló.

La gira diplomática —encabezada por el alemán Sven Kühn von Burgsdorff, representante de la Unión Europea para Palestina—, se produjo en el distrito de Givat Hamatos. El día anterior se había aprobado la construcción de un asentamiento de 1.257 viviendas cerca del límite municipal con Belén. Acabó como el rosario de la aurora. “¡Fuera antisemitas, simpatizantes de los terroristas!”, coreaban los partidarios del vicealcalde King mientras ondeaban banderas israelíes. “Nos insultaron y nos empujaron con sus cuerpos mientras proferían gritos para que nos marcháramos al País Vasco, a Escocia o a Flandes”, recuerda García-Valdecasas.

En los dos meses que quedan hasta la llegada a la Casa Blanca del demócrata Joe Biden, que en su etapa como vicepresidente de Estados Unidos (2009-2017) se pronunció abiertamente en contra de la expansión de las colonias israelíes, Israel está acelerando la aprobación de nuevos asentamientos. Después de haber apretado el paso con la promoción de 4.948 casas en Cisjordania a mediados de octubre, Israel concentra la ampliación de las viviendas para colonos en las últimas líneas rojas trazadas por la comunidad internacional en Jerusalén. Se trata de terrenos como el de Givat Hamatos, cuya edificación vendrá a complicar la creación de una futura capital palestina en la parte oriental de Jerusalén, anexionada por Israel hace cuatro décadas tras ocuparla en la Guerra de los Seis Días.

“Ahí está el asentamiento que Biden intentó que no se construyera”, indicaba el activista israelí Yehuda Shaul al día siguiente del acoso a los diplomáticos de la UE registrado en el sur de Jerusalén. Shaul, cofundador de la ONG pacifista Rompiendo el Silencio, señalaba a un grupo de periodistas extranjeros la mole de bloques con 2.000 pisos de Ramat Shlomo, al norte de la ciudad y también sobre el filo de la Línea Verde, con otros 600 nuevos apartamentos en construcción y 700 más en proyecto.

Hace diez años, cuando Biden visitó Israel por primera vez en calidad de vicepresidente de EE UU, el Gobierno de Benjamín Netanyahu le recibió con la bofetada diplomática de la aprobación del inicio de las obras de Ramat Shlomo. El número dos de Barack Obama se apresuró a condenar la decisión y estuvo a punto de cancelar su viaje oficial, pero el primer ministro israelí le juró que él también se había visto sorprendido por la inesperada resolución de un comité urbanístico.

Obama no olvidó la humillación sufrida en Ramat Shlomo. En una de las últimas decisiones de su presidencia, retiró hace cuatro años el escudo del veto estadounidense que ampara a Israel en la ONU, y el Consejo de Seguridad condenó por “ilegales” todos los asentamientos en la resolución 2.334, aprobada con el voto unánime del resto de los países miembros.

El plazo para la adjudicación de la construcción de Givat Hamatos —que impedirá la conexión del barrio de Beit Safafa con los demás distritos palestinos—, vence el próximo 18 de enero, dos días antes de la toma oficial de posesión de Biden. Esta política de hechos consumados es ilustrativa de la desconfianza de la derecha nacionalista israelí ante la nueva Administración demócrata, a la que se pretende imponer una “realidad sobre el terreno”.

La ONG israelí Paz Ahora, que rastrea de cerca el crecimiento de las colonias, constata también que, tras las elecciones en EE UU, la burocracia urbanística ha agilizado los trámites en una inusual vía exprés de aprobaciones de proyectos en torno a la Línea Verde. “Estas decisiones suponen un revés letal para la solución de los dos Estados”, lamenta en un comunicado la organización pacifista.

“Israel está aprovechando el periodo de transición en Washington para impulsar una amplia expansión de los asentamientos, lo que exige una inmediata reacción internacional”, advierte la veterana dirigente palestina Hanan Ashrawi. La visita de los diplomáticos a Givat Hamatos, precedida por la condena desde Bruselas del jefe de la diplomacia de la Unión, Josep Borrell, parecía responder a la urgencia de la situación.

Diplomáticos de la UE y manifestantes nacionalistas israelíes, el lunes en Givat Hamatos (Jerusalén).
Diplomáticos de la UE y manifestantes nacionalistas israelíes, el lunes en Givat Hamatos (Jerusalén).EMMANUEL DUNAND (AFP)

“Si Israel sigue adelante con sus planes, puede causar graves daños al proyecto de creación de un Estado palestino viable y con contigüidad territorial”, alertó el representante de la UE para Palestina tras librarse del acoso de del vicealcalde de Jerusalén y sus extremistas seguidores. Netanyahu ya había prometido en febrero la aprobación del nuevo asentamiento durante su última campaña electoral.

La política del primer ministro y de la derecha ultranacionalista busca hacer imposible una nueva partición de Jerusalén mediante “el establecimiento de nuevos hechos sobre el terreno” antes de que Biden se mude a la Casa Blanca. Según una información del canal de televisión Kan, durante la reciente visita a Israel del secretario de Estado Mike Pompeo Netanyahu ha pedido a la Administración de Trump luz verde para promover un macroasentamiento con hasta 9.000 viviendas en Atarot, en los lindes del norte de Jerusalén, en el punto de fricción con Ramala, la sede administrativa de la Autoridad Palestina en Cisjordania.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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