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Henrique Capriles propone una ruta alternativa a la de Guaidó para salir de Maduro

El excandidato presidencial pide una estrategia “más realista” sobre el llamado del presidente de la Asamblea a la reunificación de la oposición

Florantonia Singer
Una imagen de archivo de Henrique Capriles.
Una imagen de archivo de Henrique Capriles.JUAN BARRETO (AFP)

Henrique Capriles respondió a la propuesta de Juan Guaidó de rearmar las piezas de la oposición, presentada la semana pasada. Lo hizo con un comunicado en el que se coloca cerca de las antípodas de la ruta que ha señalado el jefe del Parlamento, reconocido como el presidente interino de Venezuela por más de 50 países. Para Capriles, la unidad pasa principalmente por emprender acciones que resuelvan los problemas inmediatos de los ciudadanos, azotados por una dura y prologada crisis económica y social que la pandemia ha complicado aún más.

“Los venezolanos claman por una unidad que sea capaz de atender sus verdaderos problemas, esos que están todos los días en las calles del país, y no solo de reunirnos todos los líderes nacionales en un mismo salón y decir que con eso ya la unidad está conquistada”, dijo el dos veces excandidato presidencial en un texto que colgó en redes la noche del domingo.

La postura de Capriles sobre las sanciones económicas de Estados Unidos al Gobierno venezolano y la participación en las elecciones suponen la brecha más grande con la oposición reunida en torno a Guaidó y a la Asamblea Nacional. El político asegura tener una aproximación más realista a la compleja situación que vive el país. “Quedarnos sin gasolina no afecta a Maduro ni a su cúpula, sino a quienes tienen que llegar a los hospitales en ambulancias sin combustibles, los camiones que transportan alimentos y medicinas”, dijo, señalando que es inaceptable emprender una ruta para el cambio político que implique más sacrificios para la gente. “El pueblo siempre ha sido el más afectado de la dinámica de ensayo y error de quienes tienen como prioridad su propio beneficio y no el del país”.

Las sanciones de Washington y la Unión Europea a funcionarios, desde hace cinco años, y económicas y petroleras, desde el año pasado, han sido el golpe más duro que ha recibido el chavismo, después de la derrota electoral de 2015 cuando la oposición conquistó el Parlamento. Las consecuencias del cerco al Gobierno han pegado hondo en la devastada economía del país petrolero que, en siete años, ha menguado a un tercio de su tamaño por la corrupción y la mala gestión. Y la presión también parece haber atornillado más a Maduro la silla de Miraflores, aún con el 80% de rechazo popular, aferrado a aliados como Irán, Turquía, China, Cuba y Rusia.

En el forcejeo político de los últimos años hubo enormes movilizaciones ciudadanas, con decenas de muertos, heridos y detenidos, como las de 2014, 2017 y 2019. También se celebraron elecciones amañadas en sus procesos y resultados, como las de Asamblea Constituyente, o las presidenciales en las que se reeligió Maduro con los principales partidos y líderes opositores inhabilitados, sin garantías de transparencia, que a la postre quebraron la legitimidad de su mandato con el desconocimiento internacional.

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Ha sido un lustro en el que la Asamblea Nacional, ahora en manos de la oposición, ha lidiado con la amputación de sus recursos y facultades, por vía del Supremo, el brazo judicial de Maduro, y sus miembros han sido víctimas de la persecución política y el encarcelamiento.

Capriles se apoya en un comunicado de la Conferencia Episcopal de Venezuela de hace unos días para ser crítico con la postura abstencionista que declararon hace unas semanas 27 partidos políticos alineados con la propuesta de Guaidó. “El país merece que de la forma más transparente se le responda si lo que corresponde es seguirle la coreografía a Maduro, que ha diseñado quirúrgicamente unas parlamentarias para que los venezolanos no voten. ¿Vamos a complacer su intención de arrebatar por abandono del juego?”, se pregunta. El líder opositor señala que un evento electoral puede ser un movilizador de la ciudadanía, aunque no deja claro si es partidario de ir a votar con las actuales reglas del juego, y coloca a la pandemia como un factor determinante.

Si los casos de coronavirus no se han controlado para la fecha, dijo Capriles, el deber será retrasar los comicios. En caso contrario, y a menos de cuatro meses para el 6 de diciembre, todavía se puede luchar por unas condiciones mínimas para que los venezolanos puedan expresarse.

En cualquier caso, el chavismo puso el acelerador en los comicios, determinantes para sacar definitivamente a la oposición de la Asamblea. Y la variable de la covid-19 también la controla el Gobierno, que monopoliza las pruebas. El Ejecutivo adelantó que analiza la posibilidad de una normalización del país a mayor escala a partir de octubre, con reinicio de clases presenciales, aún cuando los contagios están en pleno ascenso y los centros de salud están colapsados.

Capriles dilató su pronunciamiento varios días, mientras que otros de los liderazgos de oposición ya habían respondido al llamado de Guaidó. Andrés Velásquez, de la Causa R y Delsa Solórzano, de Encuentro Ciudadano, han dado su respaldo al presidente interino. Los más radicales en el espectro opositor, como María Corina Machado y Antonio Ledezma, manifestaron casi de inmediato la disposición de sentarse a conversar e intercambiar posiciones. Por su parte, Capriles rechaza de plano la idea de una consulta popular, como anticipó Guaidó, por considerarla virtual y “con la intención de legitimar y mantener el statu quo”. Y agrega: “Como líderes políticos nacionales debemos poner los pies sobre la tierra y no seguir alimentando fantasías que lo que generan es más frustración y desconfianza en los venezolanos”.

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